Es una pauta general. Turismo, gentrificación y comercio digital están provocando acelerados cambios en nuestras ciudades. A través de las pautas de consumo, el comercio de cercanía y de barrio, “el de toda la vida”, está desapareciendo en detrimento de otro tipo de negocio más enfocado al consumo del visitante, más caro y más elegante… pero menos auténtico.

Como muestra, Granada. En el último lustro 945 negocios de cercanía se han visto obligados a echar el cierre. Cerca de mil tiendas de ultramarinos, ferreterías, mercerías, panaderías, fruterías o carnicerías o zapaterías. Ante esta tendencia emerge otra: la aparición de franquicias, negocios de vending y hostelería de diseño en la comer sushi, tacos o tartar.

La pérdida de negocios granadinos regentados habitualmente por autónomos tiene que ver con varios factores como la pandemia, la inflación y, en última instancia, la creación de la Zona Gran Afluencia Turística (ZGAT) por parte de la Junta de Andalucía en el centro de la ciudad... como ha ocurrido en otras ciudades.

La ZGAT implica la liberalización comercial de la zona afectada. No hay limitación de metros cuadrados para los nuevos negocios ni de horarios: ¿quién puede competir con eso?, ¿qué autónomo puede trabajar festivos, domingos y veranos?, probablemente tenga que contratar a alguien y seguramente no cuente con beneficios para ello. La apertura de los domingos es la puntilla para los comercios de proximidad, ya que el consumidor tiende a comprar los domingos en centros comerciales.

La Federación Provincial de Comercio de Granada acusa a la Junta de Andalucía de “poner en peligro la supervivencia del comercio de proximidad” con la modificación de la Ley de Comercio Interior, que permite abrir más días festivos y domingos al año, “lo que va a perjudicar al comercio de proximidad que no va a poder competir en igualdad de condiciones", señalan los comerciantes granadinos.

La modificación de la Ley de Comercio Interior de la Junta se ha hecho “con nocturnidad y alevosía, sin escuchar la opinión del sector del pequeño comercio, olvidando que el comercio de proximidad es un generador de empleo, mayoritariamente femenino, creador de ciudad y verdadero motor económico de los núcleos de población, y además ayuda a que los pequeños municipios mantengan su población”, denuncian los comerciantes granadinos.

La competencia entre el comercio de proximidad y el de centros comerciales y franquicias tiene las cartas marcadas, y los primeros tienen las de perder. Si una ferretería quiere abrir en festivo tiene que contar con la voluntariedad del trabajador y compensar su día trabajado con un salario mayor. Las grandes superficies, en cambio, cuentan con muchos más trabajadores y pueden distribuir horarios libremente. Resultado, menos ferreterías, más gastrobares.

‘De ferretería a gastrobar: la turistificación comercial en centros históricos’

No hablamos de un fenómeno exclusivo de Granada. En 2022, tras 80 años en activo, cerraba la Calentería de la Alfalfa, una emblemática churrería del centro de Sevilla. El dueño, que había heredado el negocio de su padre, señaló los motivos del cierre: el aumento del precio de alquiler y la pérdida de vecinos del barrio en detrimento de turistas.

Todas las ciudades con centros históricos de atractivo turístico han seguido la misma inercia, Madrid, Barcelona, Toledo, Sevilla…. el Casco Antiguo de la capital de Andalucía acaba de ser escrutado por investigadores de la Universidad de Sevilla (US). Confirman la tendencia: el turismo y su capacidad para generar fenómenos de gentrificación no solo afectan a la vivienda, también a la actividad comercial y, por lo tanto, al paisaje urbano.

Tras el análisis de los comercios y establecimientos activos desde 2011, el estudio confirma que la ciudad tiende a “especialización, a la tematización y, en consecuencia, el paisaje urbano se banaliza y se vuelve monocolor”, explica uno de los autores, el profesor del departamento de Geografía Humana, Miguel G. Martín.

Sevilla experimenta una simplificación y una reducción de su oferta comercial. Hay menos diversidad de negocios, “proliferan hoteles, bares y restaurantes, mientras que desaparecen ferreterías, tiendas de muebles y clínicas dentales. Todo ello, sin contar con el vertiginoso aumento de las viviendas de uso turístico”. En 2022, había 65.000 plazas de alojamiento en Sevilla, una cantidad que sitúa a la capital solo por detrás de Madrid y Barcelona.

Otro de los fenómenos constatados es que, si bien muchos negocios echan el cierre, muchos otros se ven obligados a trasladarse a zonas más baratas alejadas de las zonas céntricas, sobre todo, negocios liberales como estudios, bufetes o consultorías, algo que no afecta en gran medida al paisaje, ya que no están a la vista o son de acceso público.

La incidencia en el paisaje sí viene, sobre todo, provocada por los negocios que se han visto obligados a reacondicionarse. Reformas para redecorar y adaptarse a la nueva demanda. La hostelería es el mejor ejemplo. La tasca o el bar de tapas devienen en gastrobar. Los investigadores califican este boutiquización.

Se refieren a la conversión a modelos de negocio con ambientes más elegantes, modernos e instagramizables. Bares de diseño, cadenas de restaurantes y tiendas de souvenirs reemplazan a “cafeterías de clase obrera” en busca de “una clientela de poder adquisitivo medio-alto”, con “el uso recurrente de términos en inglés (p. ej., brunch)”.

Otro paisaje, otro paisanaje

La aparición de negocios con precios más caros para pagar alquileres más caros arrincona a los establecimientos minoristas, generalmente regentados por personas mayores que abastecían las necesidades diarias del barrio. Ese tipo de negocio y ese tipo de relación social tiende a desparecer y eso provoca una “sensación de destierro y exclusión entre los vecinos”, valora el estudio.

El envejecimiento del tendero de toda la vida, la dificultad para el relevo generacional, la especulación inmobiliaria y carestía de los locales, el boom del e-comerce de Amazon y la presión que ejercen los turistas provoca el cambio en las ciudades. Pero ante estas tendencias, los gobiernos pueden tomar medidas. “Legalmente, no se puede prohibir que una multinacional que vende hamburguesas reemplace una añeja taberna de pescaíto frito”, explica García Martín. Pero las administraciones sí pueden fomentar la conservación de los negocios tradicionales.

Hace 5 años, el Ayuntamiento de Sevilla ideó el sello de Establecimientos Emblemáticos de la ciudad en aquellos locales señeros que no solo suponen oasis empresariales, sino anclajes de identidad para la ciudad y, en última instancia, sí pueden ser verdaderos reclamos para el visitante. Barcelona también tiene medidas similares, “no se trata de favorecer injustamente a una pastelería en comparación con un Mac Donalds, sino de favorecer que la pastelería no desaparezca”, apunta García Martín.

El ejemplo de Granada y la implementación de la Zona de Especial Afluencia Turística, mientras tanto, representa la respuesta opuesta desde la administración autonómica. Los comerciantes afirman que esta medida que abre las puertas a negocios por y para turistas es “la puntilla” para su modo de vida. El traqueteo de las maletas de los turistas inundan las calles del centro de Granada mientras, cada vez más, se oye el “blam" del cierre de persianas de los comercios de toda la vida.