En las cálidas temporadas estivales, las playas se llenan de bañistas que buscan refrescarse en las aguas marinas. Sin embargo, uno de los riesgos asociados a estas actividades es la posibilidad de sufrir picaduras de medusa, un incidente que puede arruinar un día de diversión en la playa si no se trata adecuadamente. Expertos en salud y seguridad han compartido sus recomendaciones para tratar eficazmente este tipo de picaduras y minimizar las molestias.

Una de las que más quebraderos de cabeza es la carabela portuguesa. Y es que en las últimas semanas, se ha observado un aumento en el avistamiento de la carabela portuguesa. Se trata de una de las medusas más bonitas, pero a su vez una de las más peligrosas. Sus tentáculos pueden liberar toxinas venenosas que causan dolor intenso y reacciones alérgicas en los humanos y que llegan a medir hasta 20 metros de largo.

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Expertos instan a los bañistas a mantener la distancia si encuentran esta especie en la playa y a informar a las autoridades locales para que se observe. La precaución es clave para garantizar la seguridad en el agua. Estas son las playas en las que más se ha observado la carabela portuguesa.

Sin duda, la zona más afectada es Galicia y en concreto en Pontevedra. Ya se han avistado en Vigo y O Grove, donde se ha colocado la bandera amarilla a modo de advertencia. Las playas que también se han visto afectadas han sido las de Patos, Doniños, Santa María, Mermadeiro, Ponzos, San Xurxo, y Santaña.

En Asturias se han visto en Rodiles y cerca de Avilés. Por su parte, en Catabria se han retirado hasta 350 ejemplares por todo el litoral. Por último, en País Vasco se han encontrado en apenas día centenares de medusas en San Sebastián. En concreto, las mareas han movido a la carabela portuguesa a la bahía y ha afectado y mucho a la playa de La Concha y Zurriola. La previsión es que aumente y que se encuentre en el pico en las próximas horas.

¿Qué hacer si te pica una carabela portuguesa o cualquier otra medusa?

Las medusas, criaturas marinas que flotan en las aguas, liberan toxinas a través de sus tentáculos que pueden causar dolor intenso, picazón, enrojecimiento e irritación en la piel. Para tratar una picadura de medusa, es fundamental actuar de manera rápida y precisa. En primer lugar, se debe salir del agua tan pronto como se sienta la picadura para evitar nuevas exposiciones.

El primer paso para tratar la picadura es enjuagar la zona afectada con agua salada, nunca con agua dulce, ya que esta última puede empeorar la liberación de toxinas. También se recomienda retirar los restos de tentáculos con cuidado utilizando unas pinzas o la parte roma de un cuchillo. Es importante evitar tocar los tentáculos con las manos desnudas para evitar una exposición adicional a las toxinas.

Aplicar vinagre sobre la zona afectada puede ser útil, ya que el ácido acético en el vinagre puede ayudar a desactivar las toxinas y reducir la sensación de ardor. Sin embargo, no se recomienda usar vinagre para todas las especies de medusas, por lo que es importante conocer las recomendaciones específicas para la zona en la que te encuentras.

Después de enjuagar la zona y retirar los restos de tentáculos, se puede aplicar una compresa fría para aliviar el dolor y la hinchazón. Si la reacción es más grave, como dificultad para respirar, náuseas o inflamación severa, es fundamental buscar atención médica de inmediato.

En cuanto a la prevención, los expertos sugieren utilizar trajes de baño de tejido apretado para evitar el contacto directo con los tentáculos de medusa. Además, es importante estar informado sobre los avisos y las banderas de seguridad en la playa que indiquen la presencia de medusas y otros peligros marinos.

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En resumen, la prevención y una respuesta rápida y adecuada son esenciales para tratar las picaduras de medusa. Siguiendo estas recomendaciones, los bañistas pueden minimizar el dolor y la incomodidad asociados con estas picaduras y continuar disfrutando de su tiempo en la playa de manera segura.

La carabela portuguesa, pese a su apariencia flotante y delicada, crece en un ambiente marino único. Se suele encontrar en las aguas cálidas de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico. Su flotador neumatóforo le permite mantenerse en la superficie, mientras sus tentáculos se extienden en busca de presas. Sin embargo, su dependencia de las diferentes corrientes y vientos la hace vulnerable y la desplaza a zonas como estas. Además, el aumento de la temperatura del agua debido al cambio climático y la contaminación hacen que aumenten en nuestras costas. Comprender su hábitat es esencial para mitigar su impacto en zonas costeras y preservar la biodiversidad marina.