Poco menos de una semana (8 días) tardó la violencia de género en golpear a España en este 2022. Aquel fatídico día, que apenas había dejado atrás la Navidad, saltó la noticia que a nadie le gusta dar: Sara Pina, de 38 años, era asesinada por su cónyuge en Navarra.

A ella le han seguido 37 más hasta el momento de redacción de estas líneas. Cifras alarmantes que recuerdan lo necesaria de la lucha feminista, así como otros aspectos para nada menores que se enmarcan en ésta y que ayudan a combatir la violencia de género: campañas de concienciación, una educación afectivo sexual basada en el respeto y la igualdad y un largo etcétera en el que han de implicarse las diferentes administraciones y el conjunto de la sociedad para seguir dando pasos en la erradicación de una lacra aún muy presente.

Siguen sonando con potencia voces negacionistas que huyen a propósito de la realidad. Los datos las desmienten -y ojalá no hiciera falta- y quienes están del lado de la realidad las plantan cara con políticas y protestas moradas. Pese al esfuerzo, las cifras aún demuestran que queda mucho por andar; y es que este año está siendo nuevamente complicado en lo que a materia de violencia de género se refiere. A fecha de hoy, son ya 38 las mujeres que han sido asesinadas por el mero hecho de serlo.

El mes más complicado del 2022 a la espera de que acabe el año fue mayo, cuando hasta seis mujeres resultaron asesinadas a manos de su pareja o expareja. Cinco en tan solo una semana.

Otro dato igualmente revelador es que todos los meses se ha producido, al menos, un crimen machista. Con las últimas, todas ellas con nombres propios y apellidos, son 1.168 las mujeres muertas a manos de sus agresores desde 2003, año en el que se empiezan a tener datos oficiales.

Violencia vicaria

Las mujeres sufren a menudo lo que se conoce como violencia vicaria. Se trata de un término directamente relacionado con el machismo y que tiene que ver con el daño a terceros (en este caso a la mujer) a través del maltrato o, en última instancia, el asesinato de alguien cercano. Normalmente está orientada a los hijos, aunque también puede dirigirse a mayores, personas con discapacidad o cualquier otra que dependa de quien se quiere hacer daño.

El asesinato de las niñas de Tenerife, Olivia y Anna, puso de manifiesto en vísperas del verano del año pasado esta forma de actuar tan horrible que, sin embargo, no es nueva y que en el presente año ha golpeado también.

En este sentido, el último caso contabilizado en 2022 fue precisamente vicario. Se trata de la pequeña Mariya (6 años), quien era asesinada a principios de noviembre junto a su madre, de 39 años. El padre y marido -respectivamente- arrebató la vida a ambas.

El otro crimen vicario tuvo lugar en abril. Se trata de Jordi (11 años), un niño de Sueca (Valencia) que fue asesinado por su progenitor a pesar de que ya existía contra este una condena por maltrato machista que prohibía expresamente cualquier régimen de visitas.