La dictadura franquista y la larga permanencia en el poder de Franco han hecho pasar, como de puntillas, el hecho de que tan solo seis años antes España fue gobernada autoritariamente por otro dictador: Miguel Primo de Rivera, quien con mano férrea y anulando los derechos y las libertades se mantuvo en el poder desde 1923 a 1930.

Es como si el franquismo hubiese fagocitado esos siete años y, en todo caso, se trata de un periodo, el de los años previos a la proclamación de la Segunda República, que si no se desconoce, tiene sobre si una capa de “ignorancia” sobre lo que representó.

Una dictadura de siete años

Tras caer la estructura que soportaba la etapa de la Restauración por la deriva y deslegitimación de los partidos tradicionales, en España se creó un vacío de poder en el que desde el movimiento obrero, los militares, los partidos republicanos o la nueva ideología fascista, intentan ocupar ese espacio. Y es aquí donde entra en escena como protagonista principal y absoluto, Miguel Primo de Rivera. El jerezano fue el primer dictador de la historia de España y gobernó el país durante siete años, de 1923 a 1930. De su vida y obra se ha destacado elementos económicos positivos más que su gobierno autoritario, represor e incluso sanguinario. En ocasiones, la historia ha sido indulgente con él, como si de un pequeño dictador, campechano y popular, se tratase. A favor de esta última idea laxa, juegan tanto que no muriese como dictador en la cama y abandonase el cargo en vida. En realidad dejó el poder de manera obligada, nunca voluntaria.

Para esclarecer el perfil real de este personaje y el contexto histórico que le rodea, el profesor Alejandro Quiroga aborda la vida de este controvertido militar y político en su libro “Miguel Primo de Rivera. Dictadura, populismo y nación” (Editorial Planeta. Crítica).

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Concomitancias con Mussolini

No solo su vida, también casi tan importante como sus experiencias vitales para comprender los motivos que le llevaron a actuar y hacerse con el poder sin apenas oposición (al menos, inicialmente). En la obra, junto al estudio de Primo de Rivera se pasa revista a determinados aspectos de su régimen, como su carácter populista, la relevancia de la propaganda o su comparación con otras dictaduras de la época, en particular, la italiana y su admiración por Mussolini.

La ideología de Primo de Rivera

Al contrario de lo que se piensa, el general era un político con ideología clara. Unas ideas, las de Primo de Rivera, que le acercaba al fascista italiano Benito Mussolini. El jerezano defendió un Estado autoritario en el que era necesario la unión de los conceptos de autoridad y de orden. Primo de Rivera impulsó una dictadura paternalista sin tener escrúpulos y aplicando la represión contra el contrario. No hay que olvidar que su mandato fue impuesto por la fuerza de las armas. Tampoco conviene desconocer que basó la estabilidad de su poder en un directorio militar con ocho generales de brigada del Ejército y un contralmirante, que suspendió la Constitución, disolvió los ayuntamientos, prohibió los partidos políticos y que declaró el estado de guerra.

Creador del populismo de derechas

Primo de Rivera fue el creador del populismo de derechas en España al denunciar a los políticos profesionales como élites corruptas y parasitarias de la nación, organizar una comunicación política basada en noticias falsas y presentarse como el líder mesiánico que llevaría a cabo la voluntad del pueblo. En palabras del autor, “del mismo modo que Mussolini, Primo se vendió como un hombre providencial, un mesías destinado a salvar a la nación de su desaparición. Y es precisamente a deconstruir esta imagen de «gran hombre salvador de la patria» a lo que se dedican varias páginas en el libro, entendiendo que la «grandeza» de Primo de Rivera, como la de todas las figuras históricas, es en sí una construcción política y cultural.

El libro de Alejandro Quiroga nos muestra a un personaje que supo alzarse con el poder en un contexto de gran inestabilidad y se forjó una imagen de líder campechano y cercano. Quizás algunos pasajes pequen de exceso de adjetivación (se repite una y otra vez lo corrupto, manipulador y nacionalista que era el biografiado) y la opinión que el autor tiene de Miguel Primo de Rivera impregna gran parte de su trabajo.

Juego y el gusto por las mujeres

Se explica la estrecha relación que el dictador tenía con su tío Fernando Primo de Rivera (quien hizo de “padrino” militar y político de su sobrino), cómo se fue forjando su carácter (el juego y el gusto por las mujeres ya empieza a despuntar en estos años) y el desarrollo de los acontecimientos que le llevaron a lanzarse hacia el poder.

Se ponen relieve también las prácticas “mafiosas” en las que derivó la política de la dictadura, haciendo hincapié en la mala praxis de un sistema profundamente antiliberal y corrompido.

Aparato propagandístico extraordinario

En el tercer y último bloque del libro, se señalan los principales rasgos del gobierno primoriverista. Entre ellos destaca la construcción de una imagen carismática que legitimase su poder, lo que hizo imprescindible un aparato propagandístico extraordinario (tanto para censurar como para vender su imagen), y el adoctrinamiento masivo que trató de inocular a la sociedad española a través de un discurso propagado a los cuatro vientos por las principales instituciones del Estado.

Líder mesiánico

El dictador fue el primer mandatario en presentarse como el líder mesiánico que llevaría a élites corruptas que parasitaban la nación y utilizó historias inventadas como parte de su propaganda. Este libro es un estudio sobre un hombre, un tiempo y un lugar contradictorio, convulso y complejo. Pero, junto a la España de hace cien años, el libro también es un análisis del desarrollo histórico de varios factores clave de nuestra política contemporánea: el populismo, el nacionalismo y la corrupción”.