En la cuna de la intelectualidad y la cultura, el Ateneo de Madrid, ha ido creciendo la semilla de una nueva forma de abordar el pensamiento por parte de un grupo de jóvenes -en realidad, unos cuantos amigos- que decidieron volver a darle vida a los trascendentales debates de antaño adaptándolos a los tiempos que corren: con aires más desenfadados y con un café -o cerveza- en mano. Un proyecto bautizado como Café Universal.

El periodista de El País Samuel Martínez tomó las riendas de este proyecto junto a otras amistades venidas de todos los puntos del país, quienes juntos unieron fuerzas para organizar distintas actividades con el fin de promover el pensamiento crítico y que encontraron un segundo hogar en la cantina del Ateneo.

Hace menos de un mes que han celebrado su primer aniversario y ya son un fenómeno en redes sociales por haber sido promotores del primer debate preelectoral político con los líderes de las Juventudes de cada partido, además de haber organizado distintas presentaciones de libros y otros actos de corte más cultural o filosófico.

Samuel, junto a Alejandro y otros componentes más de Café Universal, acompañan a El Plural por los pasillos de la institución madrileña, entre la Galería de Retratos de los más ilustres de la casa hasta La Cacharrería, para desvelar los secretos que se esconden tras sus paredes y en los que planean sus próximos planes.

P: Café Universal adopta el mismo nombre del establecimiento en el que se reunían los más ilustres de finales del siglo XIX, como Benito Pérez Galdós, con el objetivo de promover la cultura. ¿Cómo nace la motivación para impulsar un proyecto como tal?

Samuel Martínez: Nosotros éramos un grupo de personas que teníamos la intención, por una parte, de construir algo con gente joven, un lugar donde debatir, hablar y discutir; y, por otra parte, surgió la oportunidad de hacerlo en el Ateneo de Madrid poniendo un grano de para intentar darle un toque a esta institución tan importante pero que igual adolecía un poco de ese aire un poco más joven.

Queríamos hacer una tertulia, pero con una cerveza en la mano y sin tanta grandilocuencia

P: Cuando se habla de tertulia se puede dar pie a pensar que es algo más antiguo y lejano a los jóvenes.

Alejandro Mardones: Intentamos darle una vuelta de tuerca a la idea de tertulia, que suena muy grandilocuente, pero en verdad intentamos destruir un poco las barreras que siempre ha habido en el concepto de la tertulia entre el ponente y el público. Mantenemos el poder tener un espacio con una persona, con una autora, con un filósofo, con quien de verdad sabe mucho de un tema, para recoger esa información e intentar crear un ambiente más dinámico, en el que no haya tanta frontera, más cercano.  

También es una de las razones por la que empezamos a hacer actos en la cantina, es decir, organizar una tertulia pero con una cerveza en la mano, con preguntas mucho más normales, sin tanta grandilocuencia, dándole ese aspecto joven o más desenfadado.

S.M.: Nos gusta mucho más la palabra tertulia ponencia o conferencia porque tiene ese matiz de interrumpirse, de intercambio de ideas. Esta sala en la que estamos, La Cacharrería, es la sala en la que, tradicionalmente, se han hecho las tertulias en el Ateneo de Madrid, donde grandes personajes ilustres de todos los tiempos, desde el siglo XIX, se unieron para hacer tertulia.

P: El Ateneo de Madrid hace la función de viaje al pasado y de traer la cultura también al presente.

A.M: Desde fuera se ha visto un poco envejecido en exceso, no por cualquier tópico, pero por eso nos hemos presentado y cada vez viene más gente al darse cuenta de que este espacio merece la pena entrar en contacto con él y que está abierto a nosotros, que muchas veces desde la juventud, así como colectivo pretendidamente homogéneo, pensamos que no nos quieren ahí.

Es verdad que desde fuera parece que intimida un poco con las figuras regias y los retratos, pero creo que ellos -la directiva del Ateneo- tienen tantas ganas como nosotros de poder mezclar, y no sólo mezclar sino darle un grupo específico a la juventud para que pueda hacer cosas.

S.M: Y desde su fundación, la idea no es que mirase al pasado, todo lo contrario, es algo que mira hacia el futuro. Aquí se han discutido las ideas más innovadoras en su tiempo, cuando esta casa gozaba del máximo esplendor y que otra vez lo está recuperando. No es mirar al pasado, es que todas estas salas sean testigos de los debates más modernos, que aquí se discutan las ideas que vienen, que sea una casa que mira hacia el futuro.

P: En abril se celebró el Bicentenario del Ateneo de Madrid e imagino que Café Universal ha tenido un papel relevante en él. ¿Cuál ha sido vuestra función?

S.M: Ha coincidido con que cumplimos un año, somos mucho más jóvenes que el Ateneo, desde luego [risas], y también ha coincidido con la precampaña electoral del 28 de mayo. A muchos de nosotros nos gusta la política, nos dedicamos a ello en algunos de sus espectros: Alejandro es estudiante de filosofía política y yo soy periodista. No hemos hecho ningún acto concreto sobre el Bicentenario del Ateneo, somos una agrupación en la que tenemos cada uno nuestra ocupación y nos cuesta un poco planear las cosas con mucha antelación y cuando decidimos hacer algo ya estaba todo ocupado, porque aquí hay gente que su vida está en el Ateneo, nosotros somos más transversales.

A.M: Poquito a poco empezamos Café Universal yendo muy fuerte, con muchísimas actividades y luego hemos ido bajando un poco el ritmo pensando que merece la pena planificar mejor. Pero hemos sido nosotros los organizadores del primer debate preelectoral autonómico con los candidatos jóvenes de cada partido, desde Nuevas Generaciones del PP hasta las Juventudes Socialistas, lo moderó Samuel y salió genial.

S.M: Sí, vinieron 100 personas que, para la sala que era, hubo gente de pie y todo el mundo de pie. En Café Universal pasamos muchas horas, e incluso meses, discutiendo qué queremos que se haga, porque hay muchas sensibilidades: hay personas que están estudiando, otras ya estamos trabajando, otras combinan los estudios y el trabajo; unas son más de humanidades, otras más de política, otras más de sociales. Vamos buscando el equilibrio, tampoco es que haya un liderazgo, sino que consensuamos para llegar a un acuerdo, que es algo más lento que la elección.

No dejamos las ideologías en la puerta

P:  Como bien decís, sois una agrupación con distintas profesiones, edades, distintos puntos del país y, sobre todo, de diferente ideología política. El hecho de que también os reunáis en la cantina dice mucho de cómo abordáis los debates y que se produzcan entre cafés y cervezas, en un ámbito tan desenfadado.

A.M:  Es lo bonito, cómo figuras extraviadas acabaron en Madrid y necesitaban algo parecido a un hogar, una comunidad pequeña.

S.M.: Recuerdo que cuando llegué a Madrid a estudiar el máster, que fue el año de la pandemia, tuve que volver a mi casa en Sabadell, llegas sin ‘un duro’ porque eres joven y tus padres te pagan el piso y piensas: ¿En qué sitio puedo encontrar gente con la que hablar, gente fuera de la universidad? Estaba un poco perdido y el Ateneo ha funcionado como ese lugar de acogida.

A.M: Yo era relativamente escéptico a juntarnos todos por si nos íbamos a tirar los trastos a la cabeza o no y al final funciona genial. No es ese topicazo de ‘no se habla ni de política, ni religión, ni de fútbol’. Mentira, se habla solo de eso [risas]. Intentamos discutir y hablarlo todo. Además, si somos amigos, tenemos la confianza para discutir y decir: ‘Cómo vas a votar a este’ o ‘Cómo vas a votar todo eso’, y nos reímos.

Lo divertido del Ateneo es que tenemos sensibilidades muy dispares dentro de la agrupación, pero no dejamos las ideologías en la puerta y aquí hablamos de otras cosas. Hablamos de política y creo que todo acto tiene una intencionalidad política o un disfraz político que no te lo puedes quitar, y es bueno que nosotros hayamos conseguido generar el espacio seguro como para que no tengamos que callarnos nada. Antes de agrupación somos amigos, es decir, cuando creamos el núcleo de amigos fuimos capaces de crear una agrupación.

Lo más importante es que el Ateneo es una fracción pequeña en nuestro tiempo, luego nos vamos por ahí y cenamos juntos. La idea del Ateneo es generar comunidad. No es el hecho de venir al acto e irse a casa, se crea una red de cuidados y amistades que es indispensable.

S.M: La idea de universalidad, que da nombre a Café Universal, nos sirve para disciplinas, procedencias, intereses, cuerdas políticas, todo. Si ponemos un tema sobre la mesa, los que son de filosofía tienen una lectura, los que son de sociales otra, los de políticas otra y los periodistas otra distinta. Es muy interesante porque hay puntos de vista muy distintos y, por supuesto, a nivel ideológico y político, prácticamente no tenemos líneas rojas. Al debate preelectoral invitamos a todas las fuerzas políticas y una, finalmente, nos dijo que no. Las invitamos a todas porque no tenemos ningún tipo de potestad de borrar el acceso a esta casa a nadie.