Ángela Becerra descubrió por casualidad en una noche de insomnio a Betsabé Espinel, la mujer colombiana que protagonizó en 1920 la primera huelga de mujeres en América Latina. El personaje la cautivó y ahora, tras seis años de investigación, acaba de publicar una novela basada en la vida de esta singular mujer, “Algún día, hoy”, (Planeta) y con la que ha ganado el premio Fernando Lara de novela.

Pregunta: ¿Cómo has vivido el proceso de investigación y reconstrucción de la vida de Betsabé?
Respuesta: Ha sido un regalo haber encontrado a esta mujer, que estaba perdida bajo mantos de olvido. Pienso que en la vida nada es casual y creo que me llegó porque tenía que llegarme a mí. Su historia me llegó hondo, me atravesó el alma. Eran las dos de la mañana y como no me podía dormir encendí la televisión. Pude ver los cinco minutos finales de un documental que hablaba sobre ella. Me quedé con dato y comencé a investigar. Apenas tenía una foto de ella en el momento de la huelga y su fecha de nacimiento. Ha sido un regalo inmenso poder ficcionar su vida y, de alguna manera, ofrecerle mi relato, contando y magnificando todo lo que representó.

"Ha sido un regalo haber encontrado a esta mujer, que estaba perdida bajo mantos de olvido"

¿En qué situación estabas cuando descubres al personaje a través del documental?
Lo vi en julio de 2013, con lo cual han pasado seis años. Yo había presentado mi novela anterior en febrero y estaba ya haciendo los mimbres de la siguiente. Ha sido un proceso de investigación muy largo en el que me he tenido que ir a otra época y a sitios de Colombia que no conocía. Betsabé había nacido en 1896 y vivió tiempos muy convulsos, tanto en Colombia como en Europa y especialmente París. Esta ciudad sale por muchas razones, pero una de las razones principales es porque yo he vivido siempre enamorada del París de los años 20. En la novela aparecen también personajes colombianos que fueron muy importantes en ese momento histórico. Cuando empiezo a investigar me salen diamantes de debajo de la tierra.  

¿Has tenido que viajar también en busca de documentación?
Yo soy colombiana, pero llevo 31 años viviendo en España. Nunca había vivido antes Antioquia ni en Medellín, así que hice varios viajes, me metí en varias bibliotecas a buscar documentación antigua y  me traje como tres maletas con libros de cómo se vivía en aquella época, como vivían los pobres, los ricos, el costumbrismo… Colombia quería parecerse a Europa en aquel momento y se vivieron entonces importantes hitos tecnológicos, como la llegada del alumbrado eléctrico. He querido que todo esto estuviera dentro de la novela y que ésta cogiera sensaciones, aromas, atmosfera… Que se metiera en el túnel de ese tiempo para poder sentir a esa Betsabé de aquel momento y reivindicar la liberación de las mujeres. Betsabé era de extracción súper humilde pero tuvo la valentía de enfrentarse a lo establecido, a unos patrones explotadores.

Pero no quería hacer un manifiesto reivindicativo: quise además que la novela estuviera cubierta de un halo de amor, amistad y sentimientos que la hicieran épica y la elevaran a otra dimensión. Es una inmensa novela, de sentimientos, de fuerza, de valentía de amor y amistad

La huelga de mujeres de 2018, entre otras cosas, ha dado al feminismo una visibilidad tremenda. Se podría decir que está de moda. ¿Te ha influido de alguna manera en esta novela?
No, llevo seis años con ella, mucho antes de que surgiera todo esto. Ha sido una obra de orfebrería y surgió cuando todo aquello ni siquiera se había planteado, no había aparecido ni el MeToo ni Emma Watson se había dirigido a las Naciones Unidas con un discurso. Las cosas te buscan a ti y así ha sido en este caso.

¿Cómo ves la revolución feminista actual?
Hubo una época en la que la mujer, para demostrar su valía, tuvo que adoptar gestos y aptitudes muy masculinos, perdiendo la esencia de su feminidad. Para mí el feminismo es estar orgullosas de ser femeninas, con esa fuerza suave que nos caracteriza porque la fuerza, para ser fuerte, no tiene que ser violenta. Los hombres van a salir beneficiados de todo esto. Ellos también llevan a cuestas, fruto de una mala educación, el tener que ser el fuerte o el que no tiene sentimientos. Pero también se les ha privado de muchas otras cosas, desde muy pequeños. Yo creo que tiene que haber una implicación de todos los estamentos, la familia, los colegios, el instituto o la universidad, una educación en igualdad dentro de la diferencia. Debería haber una asignatura que explicara todo esto. Hombres y mujeres se complementan y todo esto es el inicio de una revolución que para mí es imparable y que además tiene que impregnar a todo el mundo.

¿Vas a echar de menos a Betsabé y los personajes de “Algún día, hoy”, que te han acompañado durante seis años?
Sí, la verdad es que durante mucho tiempo casi que me convertí en Betsabé y pensaba como si fuera ella. Hay párrafos en los que no sé si soy yo o ella. El final de una novela es como un parto: por un lado, un descanso; y por otro, una sensación de vacío, de que la criatura ya no se mueve dentro porque ya está fuera y la puedes tocar.

¿Estás trabajando en un nuevo proyecto?
No, de momento estoy en cuarentena y no puedo quedarme embarazada, me tengo que alimentar.

Siguiendo con la metáfora, ¿qué es lo que más te satisface de este bebé que acaba de nacer?
Me siento muy orgullosa de haber sido capaz de llevar a término una historia tan compleja como ésta, en la que tenía tantísima información que me había podido perdido en ella. Creo que es una novela de gran madurez, con muchas reflexiones sobre la vida y mucho de mí misma.

Ángela Becerra estará firmando en la Feria del Libro de Madrid el sábado 15 por la mañana en Juan Rufo y por la tarde en Punto y coma. El domingo, 16 de junio, en Pasajes.