El cáncer de próstata es una de las enfermedades más comunes entre los hombres, especialmente a partir de los 65 años. A pesar de ser el cáncer más frecuente en varones, su tasa de mortalidad es considerablemente menor si se compara con otros tipos, como el cáncer de pulmón. Este hecho está directamente relacionado con la posibilidad de detectar la enfermedad en fases tempranas, cuando todavía está localizada en la glándula prostática y es más fácil de tratar.
El cáncer de próstata tiene cierta relación con factores físicos, especialmente la edad, pero también con los antecedentes familiares o incluso la raza, aunque se ha observado que estos factores pueden modularse en relación con los hábitos de vida. Con todo ello, los expertos insisten en que no existen reglas establecidas (comportamientos o alimentos, por ejemplo) para prevenir con efectividad la aparición del cáncer de próstata, por lo que la mejor estrategia para combatir la dolencia es concienciar en la detección temprana.
La enfermedad suele aparecer en hombres mayores de 65 años, y la probabilidad de desarrollarla aumenta significativamente con el paso del tiempo. La genética también juega un papel importante, ya que los hombres con familiares directos (padres, hermanos) que hayan padecido la enfermedad presentan un riesgo mayor.
“Sabemos que es más frecuente en aquellos hombres que en su familia cercana, de primera línea, han tenido cáncer de próstata”, explica la doctora Carmen González Enguita, jefa del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, integrado en el Servicio Madrileño de Salud (SERMAS). “Es muy importante saber no solamente antecedentes de cáncer de próstata”, explica la experta, “sino también de cánceres parecidos, como el cáncer de ovario o el cáncer de mama. Es importante hacer esa historia familia”.
Factores genéticos en el cáncer de próstata
Otro factor relevante y relacionado con la genética podría estar, según los expertos, en la raza. “Sabemos que es más frecuente en la raza negra que en otras razas. Las estadísticas también varían en función de algunos países o zonas del mundo. Y sabemos que es menos frecuente, por ejemplo, en los países asiáticos”, explica la doctora González Enguita.
“Quizá la alimentación o el estilo de vida de las personas asiáticas hace que el cáncer de próstata sea menos frecuente en ellos, porque si estas personas se van a vivir a Estados Unidos y cambian su estilo de vida, el cáncer de próstata es más frecuente en ellos, aunque no tanto como en los habitantes de los países americanos”. Otro dato diferencial ocurre en Europa, donde el cáncer de próstata tiene más prevalencia. “Es más frecuente en el norte de Europa”, señala la experta. Esto sugiere que la dieta y el estilo de vida pueden influir en la aparición de la enfermedad.
Con estos mimbres, la conclusión “desgraciadamente es que no es un cáncer que se pueda prevenir, en el que podamos aconsejar ‘tome esto’ o ‘deje de tomar esto’ o ‘cambie ciertos hábitos’ para evitarlo”, señala la doctora González Enguita. “Pero sí que podemos decir que es un cáncer que, si lo detectamos pronto, vamos a poder ofrecer un abanico de tratamientos altamente curativo”.
Las pruebas como el análisis de sangre del antígeno prostático específico (PSA) o el tacto rectal permiten identificar la enfermedad en sus primeras etapas, cuando aún está confinada a la glándula prostática. Si los resultados de estas pruebas son anormales, es probable que se recomiende realizar una biopsia de próstata para confirmar el diagnóstico, que hoy en día va precedida de una RNM (Resonancia Nuclear Multiparamétrica).
Para aquellos hombres que deban someterse a este procedimiento, es fundamental estar bien informados sobre cómo prepararse para el procedimiento. Frente a lo que se pueda pensar por su denominación, es una exploración diagnóstica ambulatoria y de escasos efectos adversos, que no suele durar más de 45 minutos. Tras el procedimiento, el paciente vuelve a casa a recuperarse, sin apenas síntomas o molestias.
Opciones de tratamiento: localización temprana y curación
Cuando el cáncer de próstata se detecta en sus fases iniciales, las opciones de tratamiento son muy eficaces y con un alto índice de curación. Dependiendo de la agresividad del cáncer y el estado general del paciente, los médicos pueden optar por cirugía, radioterapia o vigilancia activa en los casos menos graves.
La elección del tratamiento dependerá también del estado en el que se encuentre la enfermedad. Si está localizada únicamente en la próstata, las posibilidades de un tratamiento curativo son muy altas. Esta es una de las razones por las que los especialistas insisten en la importancia de la detección temprana.
Hiperplasia benigna vs. cáncer de próstata
Es común que muchos hombres confundan el cáncer de próstata con la hiperplasia benigna de próstata (HBP), una afección que provoca el agrandamiento de la glándula prostática, pero que no es cancerosa. Aunque los síntomas son similares, la HBP es un proceso benigno.
La HBP es un agrandamiento no canceroso de la glándula prostática que ocurre con el transcurso de la edad (en España, se estima que alrededor del 50% de los hombres mayores de 50 años y hasta el 90% de los hombres mayores de 80 años sufren algunos de sus síntomas) y que puede atajarse con tratamiento farmacológico o intervención quirúrgica.
El cáncer de próstata no puede prevenirse, pero sí es aconsejable tener una buena salud prostática a medida que la edad avanza. Esto se con sigue manteniendo un peso y una alimentación saludable, realizando ejercicio de manera regular, evitando deportes que puedan molestar a la próstata (ciclismo, motorismo, equitación…), ingiriendo cantidades óptimas de agua (1,5-2 l de agua al día), y con una buena higiene genital.