Vivir más tiempo debería ser sinónimo de vivir mejor. Y para que esa relación se cumpla, el envejecimiento saludable es la clave. Tan importante es este concepto que Naciones Unidas declaró que entre 2021 y 2030 el mundo debía centrarse en la Década del Envejecimiento Saludable, hasta el punto de encargar a la Organización Mundial de la Salud que liderase su puesta en práctica. Un objetivo en el que es necesaria la implicación individual de los ciudadanos y el esfuerzo colectivo de toda la sociedad y que se traduce en beneficios en ambos niveles.

El aumento de la esperanza de vida es una constante en todo el planeta. Ya no es una situación que vivan en exclusiva los países desarrollados, que lideraban el envejecimiento de la población, sino que también tiene lugar en países con menos recursos, lo que ha llevado a un cambio de percepción de qué es el envejecimiento y cómo se debe afrontar, tanto a nivel social como particular. Y, lejos de convertirse en un desafío que suponga un coste económico para las sociedades, puede traducirse en una oportunidad de desarrollo no solo para las personas de edad avanzada, sino para su entorno.

¿Qué es el envejecimiento saludable?

El gran reto del envejecimiento saludable consiste en “desarrollar y mantener a edades avanzadas la capacidad funcional que hace posible el bienestar”, nos explica Ana Isabel Hormigo Sánchez, geriatra del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, integrado en la red sanitaria pública madrileña. La capacidad funcional es la combinación de las capacidades físicas y mentales de una persona -lo que sería su capacidad intrínseca- y del entorno en el que vive, “entendido en su sentido más amplio e incluyendo el entorno físico, social y político”.

Uno de los retos fundamentales del envejecimiento saludable es hacer entender a las sociedades y a los ciudadanos que “no existe ninguna medicación, cirugía o pastilla que ayuden en este sentido”, recalca la doctora. Se trata de un acercamiento global y multidisciplinar donde la prevención y los hábitos saludables son la única vía de conseguir resultados positivos. De hecho, el camino pasa por mantener una actividad cognitiva y física, establecer unos hábitos nutricionales saludables y evitar los perjudiciales que se manifiestan en el medio y largo plazo. Y todo ello pasa por la educación en edades tempranas.

¿Cómo envejecer con mejor salud?

“La capacidad funcional de una persona incluye mantenerse activo tanto a nivel físico como cognitivo”, explica la especialista en Geriatría de la Fundación Jiménez Díaz. “A nivel de salud cognitiva-afectiva, se debe promocionar mantener una mente activa, mediante ejercicios de estimulación cognitiva como la lectura y la escritura, así como promocionar y mantener relaciones sociales, con amigos, familia y diferentes redes sociales”, aclara la doctora Hormigo Sánchez.

Y, a nivel físico, es vital incluir el ejercicio como una rutina diaria. Caminar a diario es un gran avance, pero tenemos que entender que no basta con ‘moverse’ y creer que las tareas diarias del día a día son suficientes. “Hay que incluir en la rutina diaria ejercicios multicomponente, que incluyan esfuerzos de resistencia, fuerza y equilibrio”, explica la doctora. “Es importante introducir y pautar el ejercicio como otra medida terapéutica o médica más”.

Dra. Ana Isabel Hormigo

La doctora Ana Isabel Hormigo Sánchez, geriatra del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

En lo que respecta a la alimentación, los buenos hábitos nutricionales son de sobra conocidos, porque la alimentación sana es tangencial a cualquier prevención saludable que nos planteemos: una dieta variada, con consumo de verduras y frutas, sin olvidar los lácteos, el pescado y la carne, mientras evitamos los dulces y las grasas saturadas. En definitiva, la dieta mediterránea. “El consumo de proteínas en el paciente mayor también es relevante mantenerlo o incluso aumentarlo según qué circunstancias, siempre con supervisión médica, para mantener nuestra salud muscular, la cual a su vez es importante para conservar capacidad física”, recalca la experta.

La doctora Hormigo Sánchez también destaca la importancia de la educación desde edades tempranas. El conocer la importancia de una alimentación sana y sus características cuanto antes es un seguro para prevenir enfermedades cardiovasculares y pulmonares, “que son precursoras de envejecimiento con patologías”. Además, la experta subraya e insiste en que evitar el tabaco es fundamental. “Promover evitar fumar ayuda también en el control de enfermedades cardiovasculares y pulmonares, que junto con el ejercicio son piedras angulares para conseguir hábitos saludables”, explica.

Un beneficio para toda la sociedad

Afrontar el avance de la esperanza de vida desde el envejecimiento saludable es prioritario. Y, para ello, hay que derribar algunos estereotipos como que un aumento de la población mayor tiene un coste económico para la sociedad y supone un problema de salud. “Hay que vivirlo como un logro colectivo de nuestra sociedad”, aclara la geriatra de la Fundación Jiménez Díaz, “porque las personas mayores generan importantes beneficios económicos y sociales, especialmente cuando están sanas y activas”.

Un ejemplo es su aportación directa en la fuerza de trabajo formal e informal, pero también su contribución a través de los impuestos, el consumo, las contribuciones a la seguridad social, las transferencias de dinero y propiedades a las generaciones más jóvenes y el trabajo voluntario.

Más allá de la perspectiva económica, existe un evidente acercamiento social a las ventajas del envejecimiento saludable. “Mantenerse independientes es uno de los principales deseos y voluntades de las personas mayores, y no depender de terceras personas o ser una carga familiar”, explica la doctora Hormigo Sánchez. A esto se suma la importancia del envejecimiento saludable para contrarrestar el avance de la soledad no deseada, una de las epidemias silenciosas de las sociedades actuales, y luchar contra el edadismo y la exclusión social.

Una acción colectiva

Más allá de los hábitos y las prevenciones físicas y mentales que se pueden desarrollar a nivel individual, hay que insistir en la importancia de la faceta social y el acercamiento multidisciplinar que se debe exigir a los organismos internacionales, al sector público y privado y a los gobiernos. En ese sentido, la doctora Hormigo Sánchez apunta a una acción colectiva desde cuatro esferas “para poder abarcar las diferentes necesidades tanto a nivel de salud, como social y político”.

“Hay que cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y el envejecimiento”, explica. También, “asegurar que las comunidades fomenten las capacidades de las personas mayores”, como segundo aspecto. Además, “ofrecer una atención integrada y centrada en las personas, y servicios de salud primarios que respondan a las necesidades de las personas mayores”. De hecho, la doctora recuerda que “la atención primaria de salud es la piedra angular de la cobertura sanitaria universal y el principal punto de acceso de las personas mayores al sistema de salud”. Y, por último, “proporcionar acceso a la atención crónica para las personas mayores que lo necesiten”.

“Para fomentar el envejecimiento saludable será necesario contar con la participación de muchos sectores, entre ellos los de la salud, las finanzas, la atención crónica, la protección social, la educación, el trabajo, la vivienda, el transporte, la información y la comunicación. Eso requerirá a su vez la implicación de los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado, las organizaciones de personas mayores, el mundo académico y las personas mayores, sus familias y amigos”, concluye la geriatra de la Fundación Jiménez Díaz.