María Muñoz Ladrón tiene 88 años y es vecina del barrio gaditano de El Pópulo desde antes de la llegada de la democracia. La octogenaria lleva 57 años residiendo en el mismo hogar, del que paga rigurosamente y mes tras mes una renta antigua. Sin embargo, la avaricia de la propietaria del edificio iba a dejarla en la calle el próximo 26 de junio, día en el que la vivienda pasaría a ser de uso turístico. Sin embargo, un actor inesperado entraba en la ecuación, a modo de salvador: el Cádiz CF.

El equipo de fútbol, que atraviesa un momento muy complicado después de descender a segunda división esta temporada, ha decidido comprar el inmueble para que el desahucio no se efectúe y María pueda continuar viviendo en su interior hasta que su vida acabe (esperemos que dentro de mucho). Antes que el club, familiares y asociaciones vecinales, como la Plataforma de Vecinos y Amigos del Pópulo, han apoyado y luchado junto con María, consiguiendo dar repercusión a su caso y plantando cara a la especulación que se abre paso en el barrio más antiguo de la ciudad.

No hará falta, pero para el 26 de junio una concentración convocada por los movimientos vecinales,que se mantiene en paz a modo de protesta, adelantaba que el barrio no iba rendir la plaza. Si la querían echar tendría que ser por la fuerza, arrancando uno a uno del portal a los vecinos que vieron como María criaba a sus hijas entre aquellas paredes blancas. Y como no podía ser de otra manera, una de sus chiquillas (ya no tanto), Eva Orihuela Muñoz, fue la encargada de dar la buena noticia a María.

“Aún hay personas que, aun no siendo hermanitas de la caridad tienen corazón, empatía y humanidad”, recoge Cádiz Directo, quien dio a conocer el caso, declaraciones de Eva, que relata como ha sido la sucesión de los acontecimientos. Pepe Mata, presidente de la Fundación del Cádiz FC, fue quien se puso en contacto con ella, interesándose por el tema y trasladándole a Eva una promesa: “os queremos ayudar”. Lejos de anuncios que buscan poner un pin en la solapa, lavar imágenes o conseguir un objetivo secundario, el club mostró verdadero interés, sin publicidad.

Esa casa es suya el tiempo que vaya a estar con nosotros”, le han trasladado desde el club a María. “Y le mantienen la misma renta”, explica su hija, emocionada porque “todavía hay gente buena en el mundo”. La octogenaria no podía creérselo y la alegría inundaba la casa, pero entre tanta algarabía, su hija ha querido poner la realidad sobre la mesa. La vivienda y sus inquilinos no puede depender de la actuación heroica de terceros. “Hay muchas Marías en Cádiz”, lamenta Eva, y ni pueden ni deben ser salvadas por entes privados, sea el amado equipo de la ciudad o cualquier otra entidad.

De la gentrificación y las Marías

La gentrificación arranca a girones la belleza de una provincia con una tasa de paro que duplica la media nacional y la quinta por la cola en ingresos anuales per cápita. Cádiz son los gaditanos y “con orgullo” lo defienden. La plaga de pisos turísticos se expande por gran parte del territorio nacional y encuentras en emplazamientos idílicos a sus mejores víctimas. Vecinos por turistas, fruterías por gastrobares chic. Cambios que transforman barrios en un negocio vertical y expulsa a aquellos que lo querían cuando el resto no le prestaba ni atención.

Los vecinos se resisten y pretender que este orgullo no cale en el equipo centenario de la ciudad es tan imposible como injusto. Como Vallecas y su rayito, Cádiz presume de sus colores, en las buenas y en las malas, sin camisetas de los que siempre ganan en sus armarios por si un día se confirma lo peor, como este año, y toca volver a bajar a luchar a la arena.

20.000 gargantas seguirán gritando en el Nuevo Mirandilla en unos meses, quizá también las de María o Eva, para conseguir de nuevo el ascenso a la élite, donde pelearse con los que la palabra grande les llena la boca, y defender sus barrios frente a las fortunas foráneas que ponen en riesgo sus vidas. Me han dicho que el amarillo lo aguanta todo.