Cada tres segundos, alguien en España necesita una transfusión de sangre. Ya sea en una cirugía, un accidente o un tratamiento oncológico, la disponibilidad de sangre segura puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Sin embargo, el descenso de donaciones en los últimos años pone en riesgo este suministro vital.
Según Noelia Ruíz, enfermera del Servicio de Donación del Hospital Universitario Infanta Elena, “durante la pandemia hubo una bajada muy importante de donaciones, y aunque la Comunidad de Madrid está intentando remontar, en los últimos tres años las donaciones han disminuido ligeramente cada año”.
La sangre donada no solo se utiliza en transfusiones de emergencia. Es fundamental para fabricar medicamentos esenciales como la albúmina o las inmunoglobulinas. “Se calcula que cada 3 segundos una persona en la Comunidad de Madrid puede necesitar recibir sangre, plasma o plaquetas. Por lo tanto, la necesidad es muy constante, y como el almacenamiento no se puede prolongar demasiado, es necesario que haya un flujo continuo de donaciones”, explica Noelia.
Un gesto sencillo que salva vidas
Donar sangre es un proceso sencillo, rápido y seguro. En España, cualquier persona sana de entre 18 y 60 años puede hacerlo, siempre que pese más de 50 kg y no esté atravesando una enfermedad. “En el caso de donantes habituales, se puede continuar donando hasta los 65 e incluso hasta los 70 años, siempre que se cuente con un informe médico que lo avale”, aclara la experta.
El proceso comienza con un cuestionario para verificar que el donante cumple los requisitos. Luego, se realiza una breve entrevista con personal sanitario para descartar posibles riesgos. Finalmente, se toma una muestra de sangre para análisis y se procede a la donación, que dura entre 10 y 15 minutos. “Es importante haber desayunado adecuadamente antes de donar y encontrarse en buen estado general”, señala Noelia.
¿Qué ocurre con la sangre donada?
Una vez extraída, la sangre pasa por un proceso riguroso de análisis y conservación. Según Noelia, “cada día enviamos la sangre al centro de transfusiones. Allí se separa en los tres componentes: el plasma, los concentrados de hematíes y las plaquetas. Esto se divide así porque se almacenan y se mantienen a distintas temperaturas”.
El plasma, que puede congelarse, se conserva hasta tres años a -4 °C. Los glóbulos rojos o hematíes se almacenan a 4 °C durante un máximo de 42 días, mientras que las plaquetas, más delicadas, solo duran cinco días y deben mantenerse a 20-22 °C en constante movimiento.
La distribución de la sangre y sus componentes se realiza de manera estratégica para cubrir las necesidades de los hospitales. “En accidentes de tráfico, por ejemplo, se pueden necesitar entre 20 y 30 bolsas de sangre. En trasplantes de órganos se requieren entre 40 y 50 bolsas, y en una cirugía básica, como una cirugía de cadera, se pueden usar unas cuatro bolsas”, explica Noelia.
Desmontando mitos sobre la donación
Existen numerosas creencias erróneas sobre la donación de sangre que disuaden a posibles donantes. Uno de los mitos más comunes es que las personas con tatuajes no pueden donar. Noelia desmiente esta idea: “El tatuaje no te excluye; simplemente tienes que respetar un tiempo de seguridad de cuatro meses desde que te lo hiciste”.
Otra confusión frecuente es la necesidad de ir en ayunas. “Cuando vas a sacarte una analítica sí tienes que ir en ayunas, pero para donar sangre es todo lo contrario. Tienes que venir habiendo desayunado y bebido lo suficiente”, aclara la experta.
Garantías de seguridad para todos
El rigor en el control de la sangre donada es absoluto. Según Noelia, “siempre que donas sangre, se hace un análisis para verificar que es saludable para ti, que no tienes niveles bajos de hemoglobina o plaquetas, entre otros parámetros”. Además, se realizan pruebas para detectar enfermedades como hepatitis, VIH y sífilis.
En caso de que algún parámetro sea anómalo, el donante es notificado y sometido a nuevos análisis. “Ante la mínima duda, la sangre se desecha”, asegura. Este exhaustivo protocolo garantiza la seguridad tanto del donante como del receptor.
Exclusiones definitivas y temporales
No todas las personas pueden donar sangre. Algunas exclusiones son definitivas, como haber padecido ciertos tipos de cáncer o haber dado positivo en enfermedades como hepatitis o VIH. En otros casos, la exclusión es temporal. Esto incluye haber viajado recientemente a zonas con enfermedades endémicas o haber realizado procedimientos como tatuajes o piercings, que requieren un periodo de espera de cuatro meses.
El impacto social de donar sangre
Más allá de los beneficios médicos, la donación de sangre tiene un profundo impacto social. “Donar sangre salva vidas, y se ha comprobado que una sola donación puede salvar hasta tres”, afirma Noelia. Además, es un acto altruista que refuerza la solidaridad en la comunidad.
En España, la donación de sangre es voluntaria y no remunerada. Esto garantiza la equidad en el acceso y evita prácticas poco éticas, como ocurre en países donde se paga por la sangre donada. “De la misma manera que no pagas por recibir sangre, tampoco se paga por donarla. Es una forma de asegurar que todos los grupos sanguíneos participen en las donaciones, sin crear desigualdades”, destaca la enfermera.
Un compromiso que nos involucra a todos
La donación de sangre no puede sustituirse por ningún producto farmacéutico. “Cuando una persona está en shock por una hemorragia grave, la única manera de salvarla es transfundiendo sangre. No hay nada en el mercado que pueda suplirla”, advierte Noelia.
Todos, en algún momento de nuestras vidas, podríamos necesitar una transfusión. Ya sea para nosotros mismos, un familiar o un amigo, la disponibilidad de sangre segura depende de la voluntad de quienes deciden donar. Como concluye Noelia, “donar es un gesto pequeño que puede tener un impacto enorme”.