Que el turismo y la sostenibilidad medioambiental casan con dificultad es obvio. Pero ahora, contamos con un nuevo ejemplo: la afección de la actividad humana y turística en el coral del Mediterráneo andaluz. Por suerte, un equipo de investigación ha dado con un sistema de recuperación y regeneración que puede revolucionar la preservación del fondo marino.
El paraje natural de Maro–Cerro Gordo, en el litoral malagueño–granadino, es escenario de dinámicas contrapuestas: el aeropuerto de Málaga alcanzó su récord histórico con 2,4 millones de pasajeros en julio y más de dos mil vuelos en el último fin de semana de ese mes. También, más de dos mil, pero inmersiones, han realizado los submarinistas de la asociación Hombre y Territorio (HyT) en el último año.
“Por supuesto que el turismo influye, no solo por masificación, calidad del agua y contaminación orgánica, también por interacciones”, cuenta a ElPlural.com el director científico de MedCoral y miembro de HyT, Alexis Terrón, en referencia a la afección al coral de actividades como el buceo, los kayaks… “donde hay más actividad y presencia humana las colonias se hacen más pequeñas e inconexas”.
MedCoral es un proyecto que reúne decenas de publicaciones científicas sobre el coral mediterráneo y que ha dado con un exitoso sistema no solo de preservación, sino de regeneración del coral a través de su reproducción. Para llegar a este punto, el equipo de HyT lleva trabajando con el coral naranja (Astroides calycularis) más de 15 años y más de 40 grupos de investigación, los resultados de su trabajo son elocuentes:
HyT ha conseguido realizar una cartografía actualizada de todas las poblaciones de coral naranja del mediterráneo andaluz. Han evaluado su desarrollo y evolución para confirmar un espectacular crecimiento gracias a las 5 mil inmersiones realizadas en estos años.
Pero lo más esperanzador de su trabajo es el conocimiento adquirido sobre el ciclo reproductivo, “hemos logrado aprender el momento en el que se reproducen, hemos logrado recolectar las larvas con las que se reproducen y hemos conseguido que estas larvas se desarrollen en otros hábitats”, detalla Terrón.
Para llegar a ese grado de intimidad y conocimiento con el coral naranja los buzos estuvieron sumergiéndose cada dos horas durante una semana para confirmar que las larvas se expulsan una vez al año, bajo luna llena y con el agua entre 18º y 20º. Un trabajo exhaustivo que permitió mejorar la evolución de espacios como el arrecife de Los Jardines de Maro–Cerro Gordo ha pasado de contar con dos colonias a albergar más de 1.200 y cerca de 500 pólipos incipientes.
Un futuro lleno de color y diversidad
Lo mejor es que el modelo de reproducción y regeneración de HyT es replicable allí dónde el coral pueda crecer. El coral naranja se reproduce de dos maneras: asexualmente, subdividiéndose en pólipos en una misma colonia, o sexualmente, colonizando nuevos espacios a través de la expulsión de larvas.
El programa MedCoral desarrolló la recolección de las larvas y su reproducción en suelos propicios del Acuario de Sevilla. Ya en esa fase comprobaron que, en el Mediterráneo, solo 1 de cada 100.000 larvas germinaba con éxito y conformaba una colonia. En el acuario, en condiciones controladas, consiguieron que tuvieran éxito 1 de cada 15. Reproducida la expulsión de larvas por los buceadores de HyT en el fondo marino consiguen que 1 de cada 100 larvas germine. El fondo marino andaluz podrá recuperar su color naranja natural.
La noticia es esperanzadora, sobre todo para entornos más contaminados como el litoral malagueño, donde el Astroides calycularis prácticamente desaparece. El coral naranja es una de las dos especies endógenas del Mediterráneo que es, además, sinónimo de calidad ambiental. Precisa de aguas limpias y oxigenadas y es además el hogar de numerosas especies.
El coral naranja alberga a más de 80 especies de macroinvertebrados que sirven de alimento a 27 especies de peces. Tras la eclosión de las nuevas colonias en los arrecifes artificiales que existen en Maro–Cerro Gordo, los biólogos han confirmado el aumento de la biodiversidad, contabilizando hasta 71 especies marinas, más del doble en solo 4 meses.
Más variedad genética
La regeneración del fondo marino no se realiza solo con el cultivo de las larvas. El ingente buceo de los biólogos permite recuperar trozos desprendidos del coral que estaban destinados a perecer. Estos trozos son injertados en otras colonias de coral, “así, con esta fragmentación y mezcla de las colonias, gracias a puro darwinismo conseguimos que haya variedad genética”, es decir, más resiliencia.
El coral se ve sometido a numerosas amenazas. Algunas derivan del cambio climático, como son los episodios de mortandad masiva que tienen que ver con las olas de calor y el aumento en la temperatura del agua. Otra amenaza deriva de la influencia de algas de origen asiático, especies invasoras que inundan las costas andaluzas.
Pero lo que confirma la ausencia en Málaga del coral naranja es el efecto estrangulador de la actividad humana. “Está claro que el modelo turístico andaluz no propicia un ecosistema marino sano”, reflexiona Terrón, en referencia a la influencia de contaminación, estrés acústico o la creciente navegación de lanchas o motos marinas que atronan no solo al coral, sino a los veraneantes de la playa de La Herradura.