El pantano de Iznájar es uno de esos enclaves de nuestro país que se han reconvertido para su aprovechamiento y, por qué no decirlo, disfrute de quienes a él acuden. Sin embargo, lo que supuso ha de servir también como ejercicio de memoria histórica.

Ubicado en la localidad cordobesa que le da nombre -aunque ocupa tierra también de Málaga y Granada- se ha convertido en un referente del turismo andaluz y, muy especialmente, de los amantes de los deportes acuáticos, ya que, a poco más de un kilómetro del núcleo urbano, se encuentra un paraje conocido con el nombre de Valdearenas en el que puede realizarse vela, kayak paddle surf. La zona es un híbrido, además, entre la tranquilidad y la adrenalina, ya que en ella se puede también llevar a cabo el descenso en aguas bravas por el río Genil -del que se nutre el pantano- o directamente desconectar en su playa.

Con todo, la construcción del embalse fue un cúmulo de luces y sombras, aunque parece que finalmente las segundas se sobrepusieron a las primeras. Los diez años que duró la edificación -de 1959 a 1969- se saldaron con el hundimiento de viviendas, fábricas, carreteras, puentes y un largo etcétera.

La que fue prevista (y acogida) como una obra faraónica supuso la huida por parte de los vecinos hacia zonas cercanas como Hornachuelos, poblados levantados por el entonces Instituto Nacional de Colonización, como Bembézar del Caudillo -desde 2016 llamado solo Bembézar- e incluso Madrid o Cataluña.

En total se llevaron a cabo unos 10.000 viajes y se transportaron unos 9.000 vehículos. A modo de curiosidad, en una de estas "escapadas" a otro lugar nació el que fuera presidente de la Generalitat, José Montilla.

El pueblo de Iznájar sube cuando baja el nivel del agua. Traveler

A las familias que se vieron obligadas a abandonar el lugar se les adjudicó una casa, un terreno para cultivar y 350 millones de las antiguas pesetas, aunque algunas han calificado de irreparable el daño con el paso de los años.

Prueba de la sangría que supuso esta edificación es que el municipio pasó de tener a 12.000 habitantes a quedarse con 6.000, además de que el agua anegó las tierras más fértiles. Bien es cierto que quienes se quedaron tuvieron un mayor número de recursos para vivir y que el lago cuenta hoy con la mayor central hidráulica de Andalucía, pero no hay que dejar de lado que la mitad de los habitantes tuvieron que buscar una alternativa para seguir con sus vidas.

Fosas comunes

Como ocurre con otros pantanos del país, no solamente cubrió infraestructuras de las antiguas aldeas del municipio, sino también fosas del bando represaliado en la Guerra Civil.

Así las cosas, los historiadores estiman que unas 60 personas fueron asesinadas en este municipio de Córdoba, aunque dejan claro que la recuperación de los cuerpos es prácticamente imposible dado que “no hay un mapa geográfico concreto de los lugares que hay abajo”, tal y como recoge la periodista Laura Fernández en un extenso artículo sobre el tema.

El pueblo 'se puede visitar'

Además de las actividades acuáticas, el pueblo todavía puede visitarse hoy en día. El lector se estará preguntando cómo es posible. 

Durante algunos años el nivel de agua desciende hasta el punto de que deja ver este Atlantis andaluz, también conocido como el lago de Andalucía. El fenómeno se produce durante algunos otoños o inviernos y permite apreciar restos del puente de piedra, las chimeneas de antiguas fábricas, torres de luz o viviendas de los vecinos iznajeños que tuvieron que emigrar por una obra que hoy es, paradójicamente, motor económico y fuente de nuevos recursos. 

En este sentido, cabe una posibilidad de que quien aplace la visita a este entorno a los meses más fríos visite vestigios como la chimenea de la fábrica de aceite del Conde de Revilla, una antigua torre de luz o el Puente Molinillo que, cuando está sumergido, puede acumular hasta 981 hectómetros de agua.

Pantano de Iznájar. Turismo de Iznájar

De igual manera, el lugar se presta a enseñar su historia en el Centro de Interpretación del Embalse de Iznájar y tiene una gran oferta en rutas de senderismo, algunas de ellas por parajes realmente idílicos como el Parque Natural Sierras Subbéticas, con más de 1.000 especies de diferente flora y fauna. 

No solo Iznájar: los pantanos dejaron unas 500 poblaciones bajo el agua

Los terriotorios de Iznájar y alrededores no son los únicos que ocultan las obras que se llevaron a cabo por orden del dictador -quien retomó el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933-. De hecho, se estima que el nuestro es el país de Europa que más embalses tiene: 1.225 grandes presas según el inventario de Presas y Embalses del MAPAMA de las cuales un 60% tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XX.

Con todo, existen cerca de 500 poblaciones a lo largo de todo el territorio que tuvieron que ser abandonadas en su día debido a este tipo de obras y que hoy se encuentran total o parcialmente sumergidas debajo del agua.

Sant Romà de Sau (Barcelona), Portomarín (Lugo), Peñarrubia (Málaga), La Muedra (Soria), Mediano (Huesca), Las Rozas de Valdearroyo (Cantabria) o Mansilla de la Sierra (La Rioja) son solamente algunas de ellas.