La lucha por la igualdad de género sigue al pie del cañón, incluso en tiempos de pandemia. La democratización de las sociedades actuales ha traído consigo en las últimas décadas una modernización en cuestión de los roles de género. Ahora, las mujeres cumplen un papel esencial en ámbitos como la política, algo que los sectores de la extrema derecha han cambiado las tornas a su favor.

Asuntos pendientes a nivel mundial como la legalización del aborto o la introducción de una asignatura de educación sexual en los centros de enseñanza siguen siendo temas de debate arduos que, tanto la Iglesia como la ideología conservadora de derechas, rechazan.

Algunos países pertenecientes a la Unión Europea han estado en el foco mediático internacional al negar el apoyo a los fondos europeos de la misma institución y, además, por las movilizaciones feministas y del colectivo LGBTQI+ que se han producido en sus ciudades más emblemáticas. Por otro lado, Vox personaliza en España a este sector ideológico, actuando como un varapalo contra el feminismo nacional.

La convicción derechista de Europa

A pesar de los ideales que pueda tener en conjunto la UE, cada país tira sus cartas con un interés predeterminado y, en cuestiones sociales, la disparidad de ideas aún no encuentra un consenso común. Naciones como Hungría, Polonia o Italia se han mostrado reacias recientemente a adoptar medidas que favorezcan un aborto más cercano a la población que lo necesite.

Para ilustrar dicha teoría, en palabras del líder del partido político ‘Liga’, Matteo Salvini, acusó a las mujeres que acuden a los centros de urgencia para realizarse un aborto de “llevar un estilo de vida incívico”. Del mismo modo, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, pronunció unas polémicas palabras coincidiendo con una campaña contra la violencia machista: “Las mujeres son animales… con derechos” ¿Por qué esta clase de comentarios se permiten en el espectro público?

Sin embargo, hay otros países que siguen aplicando medidas políticas que contradicen las legislaciones de la Unión Europea en materia de igualdad de género. Según explica Ángeles Álvarez, diputada del PSOE y activista feminista, a ‘El Plural’, el caso de Malta es muy particular: a pesar de que en este país se ha aprobado el matrimonio homosexual, “sigue teniendo una política muy restrictiva en derechos sexuales y reproductivos”, ya que continúa encarcelando a mujeres que interrumpen voluntariamente su embarazo.

De la misma manera, en los últimos meses Hungría y Polonia han estado en el centro del foco mediático por no apoyar el Fondo de Recuperación  Europeo, algo que se debe a sus ideales respecto al Estado de derecho. Cabe destacar que esta primera nación ya suprimió los estudios de género en todas las universidades húngaras y, recientemente, su primer ministro, Víktor Orbán, se negaba a incorporar la legislación en mayo de este año el Convenio de Estambul para apoyar la lucha contra la violencia machista en el país, afectando directamente así al incremento de casos de estas agresiones durante el confinamiento en el país.

“Antifeministas declaradas”

Aunque sus nombres puedan resultar lejanos dentro del ámbito español, mujeres como Marine Le Pen (Francia) o Geogia Meloni (Italia) toman un papel relevante en Europa, amoldándose a una nueva perspectiva del papel femenino en el ámbito político. Entonces, ¿son defensoras del feminismo?

“Para partidos de extrema derecha, el no tener mujeres hoy en día no ayuda a conseguir votos, ellos lo saben”, argumenta Asunción Bernárdez, profesora de estudios de Comunicación y Género en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense. En las últimas décadas, el discurso en apoyo a las mujeres ha ocupado un espacio relevante en la política y, aunque los partidos ultraconservadores sean muy afines a la ideología de la Iglesia y las tradiciones sociales y culturales, no pueden ignorar lo evidente.

La líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, durante un mitin en Villepinte en el norte de París (Francia).
Marine Le Pen durante un evento político en Francia. EP

No obstante, la visión femenina de esta ideología no tiene nada en común con el movimiento feminista más vinculado al progresismo. Ángeles Álvarez lo tiene claro: “Ellas no son feministas, son antifeministas declaradas”. De este modo, la política explica que no importa tanto si el cargo de mayor rango lo ocupa Marine Le Pen u otro hombre, sino que lo perjudicial en realidad “son las políticas que proponen a las mujeres”.

Tal es el arraigo que estos partidos comparten con la tradición religiosa cristiana que la concepción que tienen de la figura de la mujer se ve severamente influenciada por ello, tendiendo a “santificarlas”, especialmente cuando el “objetivo” de las mismas se centra en ser madres.

El “machismo organizado” de Vox

El partido de Santiago Abascal es el espejo que refleja estas políticas en España. No hay que ubicarse muy lejos para poder apreciar las últimas posturas que han causado revuelo en estos meses de pandemia. En primer lugar, con la celebración del 8M y el evento de Vistalegre, el partido ultraderechista español convocó a todos sus votantes el mismo día que la marcha feminista en forma de contraataque y con un lema claro: “No hables por mí”, defendiendo así, según explica Asunción Bernárdez sobre la postura de Vox a este diario, que la lucha contra el machismo “es la de cualquier mujer”, restándole así importancia al movimiento feminista y todos los logros que han conseguido.

Durante el confinamiento, el Gobierno central, conformado por PSOE y Unidas Podemos, propuso en un pleno del Congreso de los Diputados aprobar un decreto ley que tildaba de esenciales los servicios de atención a las víctimas de violencia machista, garantizando así la protección de las mujeres afectadas. La convalidación de la medida salió adelante, pero Vox se limitó a dar la espalda y votar en contra.

Asimismo, ya que el partido de Abascal niega la violencia de género como tal, su discurso de ataque hacia los partidos progresistas y su denuncia de estos abusos y agresiones sigue sustentándose en las denuncias falsas que se producen al año, un porcentaje muy inferior a las denuncias por maltrato machistas. Según la Memoria 2019 de la Fiscalía General del Estado, de las 168.057 denuncias que se presentaron, sólo 7 fueron falsas.

Es así como Ángeles Álvarez resuelve la incógnita que circula alrededor de esta cuestión, argumentando que en Vox se concentra el “machismo organizado y rancio” de España, algo que ya venía antes de que se crease dicho partido: “El machismo organizado y Vox buscan poner en cuestión la palabra y la veracidad de las mujeres”, afirma.

La papel del Ministerio de Igualdad

Cabe destacar el papel que toma el Ministerio de Igualdad en este asunto. El pasado 25 de noviembre se celebró el Día de la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres, el cual estuvo marcado por un evento al que asistió Irene Montero en el que hizo un especial llamado a “la unidad” femenina por esta causa.

En dicho evento, la ministra protagonizó un emotivo momento en el que no pudo evitar que las lágrimas le recorriesen el rostro de conmoción por las mujeres que han fallecido por esto. La respuesta de Vox fue tajante: "Me río de vuestras lágrimas feministas", llegó a decir Carla Toscano, diputada de dicho partido, asegurando que el llanto de Montero era falso.

Recabando en todas estas premisas, queda claro que el discurso en apoyo a las mujeres de la extrema derecha, tanto en España como en otros países europeos, sigue siendo una tarea pendiente para evitar que la violencia de género siga campando a sus anchas sin medidas de contención que cuenten con un consenso político común.