La obesidad se ha convertido en un auténtico problema de salud pública. Las cifras de incidencia no dejan de crecer y se habla ya de pandemia.

Esto ha cambiado la realidad del día a día de las consultas médicas, en todas las especialidades, y obliga a sentarse a analizar sus efectos.

Con este fin el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid ha puesto en marcha un curso centrado en la obesidad y la mujer.

La primera parte de estas jornadas, que se ha desarrollado hace pocos días, ha servido para analizar las cifras en España, el porqué de las mismas-cambio en los hábitos de vida, factores genéticos condicionantes y aspectos propios del paciente, como la microbiota- su repercusión a nivel social y laboral y, sobre todo, cómo afecta el sobrepeso en la capacidad reproductiva de las mujeres.

Tratando de concebir

“A la hora de concebir, las mujeres obesas tienen mayores dificultades”, aclara a ELPLURAL.COM el doctor Manuel Albi González, jefe del departamento de Obstetricia y Ginecología del HUFJD. Aunque las medidas a adoptar varían en función de cada caso, el objetivo debe ser intentar llegar al embarazo en las mejores condiciones de salud.

Del mismo modo, hay que modificar algunos aspectos, pues, por ejemplo, “parece claro ya que las mujeres necesitan una dosis mayor de ácido fólico”, explica este especialista.

Por otro lado, si se precisa un tratamiento de reproducción, “hay que modificar los tratamientos de estimulación”, aclara el doctor Albi. El abordaje será distinto. “Habrá que estimular más sus ovarios, con la consecuencia de que habrá algún efecto secundario mayor, y el pronóstico será peor; la respuesta será incluso inferior a la de una mujer con un peso normal”, subraya.

El embarazo

Una vez logrado el embarazo, la mujer obesa exige mayor control. “Se considera de riesgo”, apunta este médico de la Fundación Jiménez Díaz. Las mujeres obesas “tienen malformaciones fetales características de la obesidad y con mayor frecuencia que las mujeres que no lo son”, sostiene. A esto hay que sumar que “la capacidad diagnóstica es peor”, explica. “Lo hacemos casi todo a través de ecografías y no vemos”, afirma el doctor Albi.

“El panículo adiposo hace que la imagen obtenida sea de mucha peor calidad”, recalca, por lo que hay más posibilidades de que se pase por alto alguna anomalía. Los mismo ocurre con otras pruebas como el Test No Invasivo de Aneuploidías, cuya capacidad diagnóstica también es menor en mujeres obesas.

Por otro lado, en este tipo de pacientes son más frecuentes otras patologías que se dan en el embarazo y que lo complican, como la diabetes y la hipertensión.

El parto

A la hora de planificar el parto también es necesario tener en cuenta “que nos enfrentamos a un proceso distinto”, insiste este ginecólogo. “Las mujeres obesas tienen niños más grandes”, destaca. Asimismo, “hay tejido adiposo en el canal del parto, las piernas y los genitales”, lo que va a dificultar el procedimiento.

Las probabilidades de que se practique una cesárea son casi del doble que en mujeres no obesas y a la hora de llevarla a cabo “técnicamente es mucho más difícil de hacer”, apunta el doctor Albi. “Se tarda más en abrir la cavidad abdominal y se ve todo mucho peor”, por lo que son cesáreas menos seguras. “Actualmente, se están desarrollando nuevas estrategias para realizar las incisiones en los distintos planos de la pared abdominal”, avanza a este medio este médico.

Consecuencias en el bebé

Los hijos de madres obesas se adaptan peor a la vida extrauterina en el momento de nacer. “Controlan peor su glucosa, porque han vivido en un ambiente constante de exceso y hay muchas posibilidades de que tengan que vivir con un metabolismo exagerado orientado al depósito de la misma”, explica este especialista. “Es muy posible que en su infancia y adolescencia desarrollen obesidad, e, incluso, enfermedad cardiovascular siendo jóvenes”, advierte.

Cambiando protocolos

Todo lo expuesto permite afirmar que la mujer obesa que se queda embarazada asume un riesgo mayor para ella y para sus hijos. “Esos riesgos hay que cuantificarlos y no se trata de asustar, sino de concienciar y ver cómo podemos asistir mejor a algo que antes no se veía con tanta frecuencia pero que ahora vemos cada vez más”, afirma el doctor Albi.

Es necesario cambiar los protocolos, las indicaciones, la forma de trabajo y la asistencia. Hay que intentar reducir el número de mujeres obesas y, al mismo tiempo, “prepararnos para estar entrenados para poder atenderlas”, concluye.