Estos días estoy pensando mucho sobre cómo se está articulando la preparación de la Huelga del 8M, sobre cómo engarzamos movimiento feminista social, autónomo, con esos lugares de posibilidad política que existen en las instituciones y que podríamos llegar a utilizar en provecho de nuestros objetivos.

Pienso que los Consejos Locales de Mujeres (donde los haya) pueden utilizarse como instrumentos de presión hacia los Gobiernos y Administraciones Locales y, por extensión, hacia otros niveles político-administrativos.

Sin embargo, hay quien opina que la “arquitectura de igualdad” es una farsa y, por ende, los Consejos Locales de Mujeres se presentarían como inservibles. Estas voces recalcan que la desigualdad de género es inherente a las instituciones. Pero yo creo que la arquitectura de igualdad sí puede acompañar los avances feministas “desde dentro”. Los Consejos Locales de Mujeres son un perfecto instrumento para introducir enfoques feministas en los Gobiernos y Administraciones Locales.

La creación de los Consejos Locales de Mujeres puede partir de la voluntad del Gobierno Local o de las asociaciones de mujeres inscritas en el registro municipal. Su creación se inspira actualmente en el artículo 78 de la Ley Orgánica de Igualdad 3/2007 que, en referencia a la Administración General del Estado, habla del Consejo de Participación de la Mujer como un:

“Órgano colegiado de consulta y asesoramiento con un fin esencial de servir de cauce a la participación de las mujeres en la consecución efectiva del principio de igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres, y la lucha contra la discriminación por razón de sexo”. 

Diferentes voces subrayan el papel de los Consejos Locales de Mujeres como “instrumentos de coordinación” de las reivindicaciones feministas en lo local (Dulce Gallego, 2004) o de “cauces de participación” entre las mujeres y los poderes públicos locales (Soledad Murillo, 2003).

En este sentido, los Consejos Locales de Mujeres son agentes indispensables en la Gobernanza de Género. El principal fin que deben asumir es el de actuar como referente de participación ciudadana en la elaboración e implementación de las políticas de igualdad de género.

Este fin determina sus principales funciones:

1. Los Consejos Locales de Mujeres como canal de participación
Los Consejos Locales de Mujeres pueden concebirse como referentes de participación feminista en los municipios. Aunque pueda parecer lo contrario, su naturaleza colegiada y plural puede ser de gran utilidad para articular las demandas feministas. Además de personalidades y asociaciones o colectivos feministas, pueden formar parte de los Consejos Locales de Mujeres representantes de otros movimientos de base u organizaciones locales que, sin ser manifiestamente feministas, representan a sectores o ámbitos sociales que tienen un impacto directo sobre las relaciones de igualdad entre mujeres y hombres en la vida del municipio (asociaciones empresariales, sindicatos, ámbito educativo, ecologista, etc.).

El carácter colegiado de estos órganos les concede una naturaleza plural que puede tener enormes beneficios para profundizar en los debates de igualdad de los municipios y articular diferentes demandas sociales. Sin duda, esta naturaleza plural y colegiada puede llegar a suponer una dificultad en la articulación de un discurso feminista integral por parte del Consejo Local, pero nos engañaríamos si pensáramos que una composición uniforme de personalidades o entidades feministas estaría exenta de conflicto. La experiencia nos avala.

2. Los Consejos Locales de Mujeres como Órgano consultivo
Los Consejos Locales de Mujeres están concebidos para funcionar como órganos consultivos e informativos para los Gobiernos Locales y la administración municipal. Dependiendo del interés manifiesto de cada corporación, los Consejos Locales tendrán un protagonismo mayor o menor en el diseño de políticas públicas. Obvio.

Ahora bien, el alcance de los Consejos Locales de Mujeres, su influencia en la toma de decisiones locales y en la generación de discurso, no sólo depende de las oportunidades que se les brinde sino, sobre todo, de los impedimentos que se le pongan.

Un consejo Local de Mujeres puede permanecer a la expectativa de la consulta o actuar con proactividad en el funcionamiento institucional municipal. Eso sólo puede depender de sus integrantes, de las sinergias internas que se consigan crear y de la concepción sobre el lugar que se ocupa. Que cada cual reflexione sobre lo suyo.

3. Los Consejos Locales de Mujeres como instrumento de presión
Los Consejos Locales de Mujeres pueden utilizarse como instrumentos de presión hacia los Gobiernos Locales.

Tanto por su carácter participativo como por su naturaleza consultiva, estos órganos podrían llegar a funcionar como auténticos órganos de presión local, desde dentro del propio engranaje institucional. Dicho así, se pueden llegar a convertir en utilísimos catalizadores del cambio y del avance feminista.

Ejercer presión desde dentro no debe descuidarnos de seguir ejerciendo una presión todavía mayor desde fuera. Ningún avance feminista va a lograrse si no cuenta con la inspiración y el apoyo de los movimientos feministas autónomos y de base, lo cual nos dirige directamente hacia la primera de las funciones aquí señaladas. Que las asociaciones o colectivos feministas formen parte de los Consejos Locales de Mujeres no debe implicar que dejen de ser combativas, muy al contrario.

Hay quien dice que en el momento en el que los Consejos Locales de Mujeres empiezan a volverse incómodos para las instituciones locales comienzan a ser relegados por ellas. Puede que sí. O puede que, habiendo definido ya su lugar y su ritmo, sea difícil deshacerse de ellos.

Somos nosotras quienes elegimos en qué lugar queremos estar, dónde sentimos que tenemos más capacidad de ejercer presión en cada momento. Pero no seamos tan torpes de negar las ubicaciones en las que no estamos, pero están otras.

“La ubicación es clave para construir liderazgos con incidencia. El ‘ubis’ es el sitio, el lugar donde ocupamos una posición: es el lugar normado, con cultura específica, circunstanciada. Allí hay que aprender a ocupar el espacio. La clave es hacerlo con conocimiento de su estructura y su dinámica, su historia y su situación actual, reconocer y valorar los construido y, a diferencia de la tradición política, no denostar ni destruir lo anterior y hacer un liderazgo positivo y progresivo” (Marcela Lagarde de los Ríos, El feminismo en mi vida, 2012).

*Ana Fernández de Vega es consultora de género, bloguera y divulgadora feminista en búsqueda de excusas para formar redes.

Este artículo es una colaboración de Tribuna Feminista