Pese a la idea muy extendida de que es solo cosa de algunos, todo el mundo tiene hemorroides, dado que “son un conjunto de venas que tenemos en la parte fnal del intestino, en el canal anal, que foman parte del mecanismo de continencia”. Así lo explica a ELPLURAL.COM el doctor Kubrat Sajonia-Coburgo, especialista en Proctología del Hospital Ruber Juan Bravo de Madrid.

Hay hemorroides internas, “cuando están en el territorio de intestino”, y externas, a nivel de piel, y “se hacen sintomáticas en el momento en que aumentan de tamañano, pierden su localización anatómica inicial y se descuelgan”, aclara este médico.

Es ahí cuando comienzan los problemas. En un principio la sintomatología suele comprender prurito, picor, y sensación de peso. Sin embargo, con el paso del tiempo, acaba provocando dolor y sangrado. “Es entonces cuando hay que pensar en un tratamiento”, insiste el doctor Sajonia, que añade que lo primero y fundamental es “reeeducar el intestino”.

Reeducando el intestino

La clave es intentar ordenar “la frecuencia y consistencia de las deposiciones”, que sean homogéneas y constantes. Para ello hay que comer aquello que “nos hace ir al servicio de forma regular, y esto no es lo mismo para todos”. Las personas estreñidas son las que más problemas de hemorroides tienen, pero “también aquellos que sufren diarreas constantes las padecen”. Lo importante, por tanto, es lograr regularidad. En caso de que el problema sea de estreñimiento, es necesario tener una dieta rica en fruta y fibra, beber suficiente agua para hidratarse y hacer algo de ejercicio.

El baño no es un despacho

La segunda gran medida a la hora de abordar un problema de hemorroides tiene que ver con la higiene postural y de limpieza. “Lo ideal es utilizar agua, porque no traumatiza, no rasca, y limpia”, explica este médico del Hospital Ruber Juan Bravo. En España se hace menos, pero en los países orientales es muy frecuente”. Siempre que sea posible, hay que evitar el uso de papel higiénico y toallitas. Es conveniente, además, que el agua esté fría, puesto que el calor dilata las venas.

Del mismo modo no hay que pasar tiempo sentado en el inodoro. “No es un despacho en el que leer o contestar mensajes con el teléfono móvil”. La postura que se adopta, con el paso del tiempo, agrava en gran medida el problema. “El ano se abre, las venas se cargan de sangre y se descuelgan”.

Cremas y pastillas

En el mercado existen distintas formulaciones para la patología hemorroidal en forma de cremas y pastillas. No obstante, aclara el doctor Sajonia, “estos venotónicos no son la panacea. Ayudan, pero es mucho más importante seguir las indicaciones anteriores y prevenir.

En segunda línea de tratamiento están aquellos procesos “invasivos pero no definitivos”. En este apartado figuraría la esclerosis, “en la que se inyecta una sustancia que produce una quemadura química que hace que la hemorroide mengüe”, y la ligadura con banda elástica (Banding), “en la que lo que se hace es estrangular la hemorroide con una goma”.

Ambas técnicas las ha de realizar un especialista y han de estar indicadas, ya que “no todas las hemorroides pueden tratarse de este modo”.

La cirugía

Las hemorroides se clasifican en grados, de uno a cuatro. El primero se considera normal, el segundo hace referencia a cuando hay sangrado, el tercero a cuando, además de sangrar, las hemorroides prolapsan (salen al exterior) y el cuarto, cuando permanentemente están fuera o cuando alguno de los grados anteriores se manifiesta de forma más compleja.

Sin embargo, recalca este especialista, solo se deben operar cuando condicionan la vida del paciente, independientemente del grado. “Hay casos que con grado cuatro no tienen demasiadas molestias y casos de grado menor que, sin embargo, sufren un aténtico calvario.

La cirugía, recalca el doctor Sajonia, es el mejor de los tratamientos, pero es un proceso “incómodo y doloroso”. Ahora bien, “una cirugía correctamente indicada y realizada. es menos horrible de lo que, por norma general el paciente imagina. No se puede negar que duele, pero no ha de ser traumático”.

En este sentido, la cirugía láser presenta importantes ventajas, aunque “no deja de ser cirugía” aclara el médico, por lo que es muy importante ponerse en manos de un buen cirujano. El láser “no machaca los tejidos y no genera daño térmico”, no produce quemadura, lo que reduce el dolor y el tiempo de recuperación.

Por norma general, el paciente está en quirófano una hora, en el hospital, un máximo de un día y de baja laboral, una semana. “En este tiempo ya es persona”, pero esto no implica que haya de quedarse encerrado en casa hasta ese momento.

Los tejidos necesitan su tiempo de recuperación, de manera que se puede hablar de normalidad absoluta en 30-40 días.

“Todos los pacientes que se operan afirman que es menos doloroso de lo que esperaban”, concluye este especialista. “Todo lo que tiene de ingrata la cirugía lo tiene de ventajas a largo plazo”.