En los últimos años la cirugía ha experimentado una auténtica revolución buscando ser cada vez menos invasiva. Se persigue el acceso remoto; llegar al punto a tratar por medio de pequeñas incisiones que hacen menos complicado el postoperatorio y facilitan la pronta recuperación del paciente.

Los cambios han llegado a prácticamente todas las ramas, incluída la de la cirugía de la aorta, la arteria principal del organismo, la que, tal y como explica a ELPLURAL.COM Tomás Bolívar Gómez jefe asociado del Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Madrid, “se encarga de distribuir la sangre a todos los órganos y al cerebro”.

Este río de la vida, “sale del corazón y va cruzando el tórax y el abdomen hasta dividirse aproximadamente a nivel del ombligo, donde se originan las arterias ilíacas que dan suministro de sangre a las piernas”, detalla este especialista.

En ocasiones, aneurismas, “que son dilataciones”, y otras patologías, que se deben a una debilidad de la pared aórtica, como “úlceras penetrantes, hematomas intramurales y disecciones”, hacen necesario intervenir. “Se produce una ruptura de alguna de las capas de la aorta, normalmente la capa íntima, que es la que está más en contacto con la sangre”, detalla este médico. “A través de esa ruptura, la sangre entra y va separando las distintas capas, provocando despegamientos, hematomas o disecciones aórticas, que pueden acabar causando una rotura total o la falta de riego en algún órgano”.

Hasta hace aproximadamente una década, la cirugía abierta era la opción para este tipo de patologías. Sin embargo, desde hace unos años las técnicas endovasculares, basadas en catetéres, han cambiado los tratamientos.

Para excluir los aneurismas o reforzar la capa áortica, “se insertan los catéteres por las arterias femorales, a nivel de la ingle, o por las arterias del brazo y se forra la capa interna de la aorta con unas prótesis que van recubiertas por una estructura metálica y una malla de diferentes materiales”.

Recuperaciones más rápidas

De esta manera, se evitan grandes incisiones en el tórax y el abdómen, “que suelen ser dolorosas”, aclara el doctor Bolívar, y “se reducen las complicaciones postoperatorias: problemas respiratorios, sangrados, hematomas, ...” Habitualmente en 24-48 horas, el paciente recibe el alta y su recuperación suele ser más rápida.

Sin embargo, “aunque este tipo de terapias son, sin duda, el futuro de la cirugía vascular, hoy por hoy, no permiten tratar todos los casos”. Depende de distintos factores, como “la anatomía de la aorta, el estado del paciente, ...”. En ocasiones se utiliza la cirugía convencional como primera opción, porque “es en la que hay mayor experiencia acumulada”, subraya este cirujano del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Madrid. Otras veces se combinan ambas.

No obstante, los resultados a corto y medio plazo de las nuevas técnicas han sido satisfactorios. Ahora “es necesario realizar un seguimiento prolongado que permita valorar su eficacia a largo plazo”. “Hay veces en las que tenemos que reoperar para hacer pequeños arreglos”, indica el doctor Bolívar, algo que con la cirugía abierta no pasa.

El Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Madrid realiza anualmente unas 600 intervenciones, de las cuales, en el periodo comprendido entre 2013 y 2016, 73 fueron procedimientos de cirugía aórtica.