Consciente de que la celebración del bicentenario de la “Pepa” no debe ser partidista ni sectaria, porque todos los que formamos parte de la civilización occidental -sin distinción de ideologías políticas- somos sus orgullosos herederos, el expresidente se hizo acompañar para la ocasión por el actual ministro de Exteriores y por todos los políticos “conservadores” que han dirigido esta cartera ministerial durante nuestra reciente historia democrática: Matutes, Piqué, Palacio y Pérez-Llorca. De tal forma que exministros socialistas que dirigieron la política exterior de nuestro país, como Morán, Solana, Moratinos o Jiménez, ni estaban ni se les esperaba. Aunque, a fuer de sinceros, ¿podría concebirse otro comportamiento de José María Aznar de cuya estatura política tenemos más o menos una idea pero de cuya bajeza, a pesar de lo que llevamos visto, nos queda mucho por conocer todavía?

Después del acto celebrado en el Oratorio gaditano por el expresidente de Gobierno, la prensa se hizo eco de sus palabras y sirvan los titulares que se reproducen como botones de muestra para dar una idea del jaez de su intervención: “Aznar afirma que España ha 'erosionado' en los últimos años 'sus activos' en Iberoamérica” o “El nuevo Gobierno se ha puesto ya 'manos a la obra' para 'recomponer' la situación creada por los socialistas en Iberoamérica” o, por último, “Aznar hace un guiño a la disidencia cubana”.

Estos titulares de prensa evidencian con meridiana nitidez que la actitud del expresidente, al que se le supone por esta condición una cierta altura de miras, no ha sido ajena al sectarismo ni a la maledicencia, y ello, a pesar de que sus palabras fueron pronunciadas en el lugar donde se aprobó una Constitución que permitía abrigar esperanzas en la consecución de valores como la unión y la concordia.

En un momento de su intervención José María Aznar dijo con aparente convicción que “España necesita un impulso nuevo, renovador y reformista, heredero de los principios de Cádiz y fundamentado en tres pilares básicos: la Nación, la Constitución y la Libertad”. Pero del concepto de “Nación” desconocemos si ya ha abjurado de aquella “Una, Grande y Libre” que preconizaban sus admirados Franco y José Antonio, de la “Constitución” -a pesar de que renegó de ella en aquellos famosos artículos suyos publicados en La Nueva Rioja- se sabe que ahora es defensor de su contenido hasta el fanatismo -la fe del converso llaman a este fenómeno-  y en cuanto a la “Libertad”, la penúltima vez de la que existe algún registro público que da fe de que pronunciase esta palabra fue para decir que “Fraga Iribarne [exministro franquista] trabajó como pocos y cuando más difícil era hacerlo para que los españoles pudiéramos tener la libertad que ahora disfrutamos”.

La misma tarde del día que José María Aznar había protagonizado su particular tributo al bicentenario de la “Pepa” mi mujer visitó el Oratorio con unas compañeras de la Universidad gaditana  y me comentó en broma que aún olía a azufre en el recinto. Yo tengo el convencimiento -no obstante su chirigota- que a azufre no, porque este olor es más propio de impíos rojeras pero que algún resto de “anhídrido pernicioso” habría dejado su presencia en el ambiente ¡de ello estoy plenamente convencido!

Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas