Ver, oír, votar y callar, en vez de gritar, se le exige a la clase trabajadora, pensionistas incluidos, para que la fiesta de las tijeretadas y del peso fiscal la disfrute la mayoría. La antigua estrategia de saquear al pueblo para beneficiar a los que llevan la batuta.

Por eso es preciso esgrimir el arco y las flechas de Robin Hood y echarse al bosque ante un lúgubre panorama que aumenta con afán de consolidación en cuanto a la quiebra de los derechos. Como para mirar al tendido y que siga el mismo jolgorio instalado…

Vale recortar, ajustar y reformar lo necesario. Sólo para soltar lastres, dar vigor a la actividad económica, a la economía productiva y estimular un crecimiento sostenible. Eliminar gastos inútiles, anular los privilegios desorbitados, vengan de donde fuere, y que paguen de verdad los que más tienen, además de perseguir y prevenir los fraudes de cualquier índole.

Cataluña, Valencia y Madrid constituyen, por este orden, las comunidades autónomas más endeudadas. Artur Mas, experto en recortes ciudadanos, seguido por Alberto Fabra, y anteriormente por el imputado Camps, y la presidenta Aguirre. Los tijeretazos en sanidad, educación o servicios sociales se destinan para cubrir los agujeros de una clase dominadora que utiliza los triunfos a su antojo y a la que debemos parar los pies.

Pues sí. Nos jugamos el futuro. Ganan por goleada y no parece que exista capacidad de reacción ante el despotismo reinante. De manera que el vendaval antidemocrático y el desorden político continúan perfectamente en danza y sin que nadie lo remedie.

Manifiesta el escritor Vargas Llosa que “el verdadero progreso no pasa por el estatismo ni por el colectivismo sino por la democracia política, la propiedad privada, la iniciativa individual, el comercio libre y los mercados abiertos”. Hágase un breve análisis.

¿Éste es de verdad el auténtico sistema democrático? ¿Las más destacadas propiedades no se acumulan en los brazos de quienes las han obtenido con el sudor de la frente ajena? Dadas la serie de circunstancias de ayer, hoy y siempre, los liderazgos y el liberalismo económico, a no ser que se gestionen de otro modo más equitativo, incluso en tiempos de crisis, sólo favorecen a los que ostentan el papel de dueños de la vida de los demás.

La única obsesión de Mariano era poner el trasero en La Moncloa. Lo ha conseguido a base de fumar puros y de infamias, actitud que los populares dominan estupendamente. Y el invento funciona. ¿Qué pasará en las elecciones andaluzas del 25 de marzo? Basta comprobar lo que ocurre en Valencia, Madrid, Castilla-La Mancha o ahora con Rajoy en el sillón para darse cuenta de por dónde circula la derecha extrema del PP.

De momento, el “Molt Honorable Senyor”, tratamiento vitalicio de Francisco Camps, y el ex presidente de Baleares, Jaume Matas, en banquillos separados. La prevaricación, el cohecho o la malversación de caudales públicos despiertan la adhesión incondicional de los hinchas más acérrimos. Los señoritos denigran a la población, de una u otra forma, y muchos les aplauden con calentura.

En este paisaje tan poco gratificante, Chacón y Rubalcaba pelean por la secretaría general del PSOE. Ambos equipos se colocan frente a frente, si bien las primarias no deben convertirse en una guerra fratricida o en división interna. Hace falta un grupo que recargue las pilas sin retraso. Que corrija errores y esté al servicio de esta dolorida y confusa sociedad con propuestas viables y progresistas.

Los dos tienen que abrir un tiempo nuevo y combinar experiencia y juventud, fuerza y valía. No se trata de dar un giro de timón bruscamente, aunque sí deberán reconstruir el Partido Socialista y buscar una salida de la crisis lo más justa posible. Una alternativa realizable y que dé la réplica a la segadora de Rajoy y a la medalla anticrisis con el eslogan “Hoy te aprieto más que ayer, pero menos que mañana”.

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos