La voluntad del 45,58% de los ciudadanos extremeños que se expresaron en la urnas a favor del PP se ha impuesto a la del 53,37% que hubiesen preferido una opción política diametralmente opuesta. Si hacen cálculos se percatarán de que para redondear al 100% queda un 1,05%. Este porcentaje corresponde a los votos obtenidos por UPyD pero, a estas alturas de la película, confieso reconocer que desconozco si esta formación política es de izquierdas o de derechas o, simplemente, es de Rosa Díez.

La explicación a este contrasentido la ha dado -quizás sin pretenderlo porque desvela una de las claves fundamentales de su éxito- el portavoz parlamentario popular extremeño que, en su intervención en el debate de investidura ha aseverado que “hemos ganado las elecciones porque frente a la división de otros partidos, el Partido Popular ha permanecido unido”. Aunque, para ser más exactos con lo acontecido, habría que decir que la “división”, a la que se refiere el dirigente del PP, hay que hacerla extensible a todos los ciudadanos que tienen sensibilidad de izquierdas y no sólo a los partidos políticos que pretenden representarlos. Comportamiento que no deja de ser paradójico porque expresiones como “la unión hace la fuerza”, “el pueblo unido jamás será vencido” o “proletarios del mundo uníos” han sido la bandera y el acicate en las acciones del progresismo y de la izquierda en cualquier lugar de la Tierra.

Pero no adelantemos acontecimientos ¿Quién nos puede asegurar que el gobierno del Partido Popular no sea el que marque un nuevo rumbo en la política extremeña iniciando un proceso definitivo para la implantación de la dictadura del proletariado bajo la dirección ideológica y el control político de Izquierda Unida? ¿Quién osaría poner en duda que el Partido Popular, aupado al poder por la abstención de IU, no sea el partido que acabe para siempre con las aberrantes políticas capitalistas, la explotación y el latrocinio que han sumido a Extremadura y a España en la indigencia? ¿Quién se atrevería a recelar de que el nuevo Ejecutivo extremeño no inicie la lucha por la liberación definitiva de los obreros, los campesinos y los oprimidos en general, hasta ahora sometidos por el capitalismo salvaje, considerando que este gobierno va a estar permanentemente vigilado por la izquierda “pura” representada por IU e inspirado por el espíritu revolucionario de Manuel Fraga y por el pragmatismo enriquecedor de Jaume Matas, Carlos Fabra, Francisco Camps o Eduardo Zaplana?

Los latifundistas extremeños están realmente amedrentados estos últimos días, hasta tal punto, que se están viendo reflejados en el despótico señorito Iván de “Los santos inocentes” y tratan con especial cariño a cualquier pajarraco que sobrevuele sus tierras y les recuerde a la “milana bonita” de Azarías para no acabar tan tristemente como aquél pero, en esta ocasión, a manos del nuevo presidente de la Junta, el popular José Antonio Mogado. Sobre todo, porque saben que en esta vendetta justiciero-proletaria contaría con el beneplácito y el apoyo de Izquierda Unida.

Gerardo Rivas Rico es Licenciado en Ciencias Económicas