El pasado jueves 4 de noviembre tuvo lugar en Madrid un encuentro poético organizado por la UNED en su mítica sede de las Escuelas Pías. Quien no conozca este edificio habrá de imaginarse una mezcla perfecta entre ruina y modernidad, en la que tuvo lugar la mesa redonda que hoy nos ocupa.
Dicho evento estaba presentado por el genial Gonzalo Escarpa. Este poeta es conocido a lo ancho y largo de la Villa y Corte, pero por si alguien acaba de despertar de un coma que le tuviese aislado del mundo en los últimos años diremos que es la figura que los adolescentes del siglo XXII estudiarán en literatura.

Biblioteca de la UNED en las Escuelas Pías

Biblioteca de la UNED en las Escuelas Pías

A su mesa se sentaron Fernando Lobo, Jonathan Pocoví, Luis María Pérez Martín, Víctor Lesmes, Enfero Carulo, y Alexis Díaz Pimienta.
De este último hay que decir que también será estudiado, pero por la ciencia ya que el talento de Alexis Díaz Pimienta para la improvisación métrica sobrepasa las facultades humanas.
El resto de poetas no se quedaban atrás y en una especie de lanzamiento de versos crearon estrofas como quien hace pases en una jugada deportiva para terminar reventando el marcador de las musas con un número incontable de décimas.
En aquel encuentro se mencionó varias veces el Siglo de Oro, y como espectador supuse que los encuentros entre los grandes literatos de los siglos XVI y XVII serían bastante parecidos a lo que se estaba viviendo allí. Pero el culmen de aquel acto vino cuando Fernando Lobo explicó que es la “Guasa Decimal”.

La Guasa Decimal debe su nombre a la décima, una estrofa de octosílabos en la que fue maestro Vicente Espinel, poeta y músico del Siglo de Oro

La Guasa Decimal debe su nombre a la décima, una estrofa de octosílabos en la que fue maestro Vicente Espinel, poeta y músico del Siglo de Oro.

Esta genialidad consiste en un grupo de WhatsApp donde unos cuantos poetas y músicos lanzan versos para que de manera colectiva se vayan generando décimas a raudales. A los anteriores poetas se les suman otras figuras como Jorge Drexler, Rozalén, El Kanka, en definitiva, poetas de nuestros días que se retroalimentan gracias a la tecnología digital.
Esto ha convertido a la “Guasa Decimal” en un grupo en el que todos querrían entrar, pero al que solo unos elegidos tienen acceso. Con ello, no sé si consciente o inconscientemente, los poetas actuales han resucitado una actividad del Siglo de Oro: Las academias de ociosos.
Las academias de Ociosos consistían en reuniones de literatos patrocinadas por un gran aristócrata que disfrutaba de tales encuentros en su casa.

Antes del WhatsApp las reuniones poéticas necesitaban de un lugar que habitualmente era cedido por grandes nobles como el conde de Lemos

Antes del WhatsApp las reuniones poéticas necesitaban de un lugar que habitualmente era cedido por grandes nobles como el conde de Lemos.

Diego Gómez de Sandoval y Rojas (conde de Saldaña),  Francisco de Silva y Mendoza (hijo de los Príncipes de Éboli) son algunos de los nobles que cedieron sus palacios para tales reuniones donde, como ahora en la “Guasa Decimal”, se componían versos y había animados piques literarios.
Al igual que en los grupos de WhatsApp, también entonces se necesitaba un administrador, que decidía quien entraba y quién no en la academia. Tal administrador solía ser el secretario del mecenas que ponía la casa. En este sentido podríamos poner de ejemplo al poeta Lupercio Leonardo de Argensola (secretario del duque de Lemos).

 

Lupercio Leonardo de Argensola como secretario del duque de Lemos actuaba de administrador del grupo

Lupercio Leonardo de Argensola como secretario del duque de Lemos actuaba de administrador del grupo pudiendo “eliminar” literatos o añadir otros nuevos a aquellas academias de ociosos.

Cervantes por ejemplo fue uno de los rechazados de estos grupos, aun así no perdió nunca el sentido del humor porque siempre había lugar en algún caserón madrileño como por ejemplo la Academia Salvaje. O incluso los que se fueron al destierro, como Lope que  fue a  Valencia y acabó siendo admitido por la Academia de los nocturnos… donde las justas poéticas se mezclaban con la camaradería y el humor con el talento.
A falta de la opción para renviar mensajes con la que compartir el contenido de esos grupos, Lope de Vega recurría a las cartas con las que contaba todos los pormenores de las otras academias a su señor, el duque de Sessa.
Hoy en día, los poetas no se reúnen en palacios porque los espacios en los que ahora nos movemos son digitales, pero esos encuentros entre grandes genios siguen candentes y así lo demuestra la Guasa decimal donde en estos mismos momentos seguramente se debata cómo concluir una décima o ya se esté componiendo otra nueva.