Si hacemos un paralelismo entre la vida del rey Alfonso XIII y la de su nieto, el ahora monarca emérito Juan Carlos I, encontraremos una serie de curiosas coincidencias que hacen pensar en el conocido refrán “de casta le viene al galgo ser rabilargo”, que viene a explicar que los hijos en ocasiones heredan las flaquezas de los familiares de los que descienden.

En este caso, hablamos de dos personajes de la realeza, el rey Alfonso XIII y su nieto y heredero de la Corona española, D. Juan Carlos I, que se vio obligado a abdicar del trono por su mala cabeza.

Alfonso XIII

 Alfonso XIII
 

En muy resumidas cuentas, y empezando por el final, D. Juan Carlos ha “apostado” por trabajar en común con algunas casas reales árabes con las que ha propiciado negocios en los que supuestamente podrían haberle producido algún beneficio, extremo este que se indaga. Del mismo modo que no ha tenido demasiados problemas, al parecer, en que sus intereses económicos se localizaran en algunas sociedades de las que se encuentran en paraísos fiscales o no se hubieran declarado al fisco. El antiguo monarca se ha visto en la tesitura de regularizar cantidades de dinero ante Hacienda antes de que cayera sobre él el peso de la ley tributaria. Aun así, sobre las cuentas personales del anterior jefe de Estado, diversos partidos están planteando una comisión de investigación en el Congreso de los Diputados. En el tramo judicial de momento la Fiscalía es proclive a archivar el procedimiento abierto por esta causa por prescripción, por entrar en el plazo en que aún era inviolable según marca la Constitución o por falta de pruebas.

En su caso su abuelo, Alfonso XIII protagonizó también algún caso sonado que requirió asimismo la creación de una Comisión y que tuvo de fondo la asistencia a paraísos fiscales. Pongo por caso como Alfonso XIII, tras mucho insistir al gobierno de Primo de Rivera en 1930, logró, junto con sus socios en Club Deportivo Galguero Español y otra serie de entidades, la concesión de apuestas para las carreras de galgos (ilícitas hasta entonces) gracias a lo cual obtuvieron sendos dividendos que en principio estaban destinados a la conservación y estudio de la raza del galgo español, pero que finalmente desencadenaron una “Comisión dictaminadora del caudal privado de don Alfonso” en 1931.

Las apuestas de galgos destaparon todo un escándalo de corrupción que acabó con el rey Alfonso XIII, el duque de Alba y el general Mola

Las apuestas de galgos destaparon todo un escándalo de corrupción que acabó con el rey Alfonso XIII, el duque de Alba y el general Mola implicados en la Sala de lo Criminal. Finalmente, el Tribunal Supremo sobreseyó el caso.
 

Dicha comisión tuvo su origen en las pesquisas del juez Mariano Luján, titular del Juzgado de Instrucción número 10 de Madrid, quién llevó el caso al Tribunal Supremo donde el rey y el duque de Alba aparecían como principales sospechosos, casualmente aquello quedó en nada y aunque se expropiaron propiedades del rey, la fortuna permaneció en manos del monarca gracias a un entramado de paraísos fiscales de Suiza, Francia y EEUU.

Los tropiezos de los padres, tienen efecto sobre los hijos. El actual soberano renunció a cualquier ventaja económica derivada de las complicadas historias de su padre, un año después de conocer que su progenitor había legado en él y sus hijas los beneficios de las cuestionadas Fundaciones en que se manejaban sus fondos. Felipe VI se ha distanciado de su padre, sin que – por lo que se sabe- se haya producido situación alguna de ruptura entre ambos.

En el caso de su abuelo, la historia fue diferente: El heredero al trono, el que hubiese sido Alfonso XIV, se desvinculó de la corona casándose con una joven del pueblo llano, Edelmira Sampedro (apodada la Puchunga). Esto suponía un matrimonio morganático (y por lo tanto ilegal) por lo que el príncipe hubo de renunciar a sus aspiraciones al trono. Posteriormente se divorciaría de Edelmira y se casaría con la modelo Marta Esther Rocafort, lo que de nuevo supuso un matrimonio morganático, de hecho, el matrimonio de Felipe VI y Letizia también lo sería. La diferencia es que nadie puso obstáculos a este matrimonio.

Alfonso de Borbón y Battemberg, heredero legítimo de Alfonso XIII, perdió el trono por casarse con una plebeya

Alfonso de Borbón y Battemberg, heredero legítimo de Alfonso XIII, perdió el trono por casarse con una plebeya.

Afición por la caza y más

Desde tiempos medievales la caza ha sido la afición predominante entre los reyes (más que la lectura o la ciencia).  La cacería de elefantes en Botsuana en abril de 2012, supuso el principio del fin en la consideración pública de D. Juan Carlos I. De ahí se supo de este hobby tan poco edificante y que llevaría unos meses después a prohibir la caza de paquidermos en el país africano. Y también supimos de la inclinación del entonces rey de España a una señora llamada Corinna cuyo nombre estaba silenciado hasta entonces por los medios de información si bien era al parecer, un secreto a voces. Con mucha resistencia, pero ya sin más remedio que aceptarlo, abdicaría apenas un mes después, presa del escándalo.

Su abuelo no le iba a la zaga. Algunas cacerías de Alfonso XIII se hicieron famosas como la del puerto de Saja (Cantabria) en agosto de 1915 donde mató un oso pardo o en la India junto con el Maharajaj de Mysore donde en marzo de 1933 mató un tigre.
 

Las cacerías han sido una constante en la historia de la realeza desde tiempos medievales

Las cacerías han sido una constante en la historia de la realeza desde tiempos medievales.
 

En cuanto al entusiasmo por las señoras, también coinciden abuelo y nieto. En el caso de D. Juan Carlos, de haberse producido algún fruto fuera del matrimonio motivado por tal tendencia, es difícil confirmarlo. En cambio, los hijos ilegítimos fueron una constante en el reinado de Alfonso XIII, y aún de su propio padre, Alfonso XII engendró dos hermanos mayores (Alfonso y Fernando) fruto de las relaciones ilícitas con la actriz Elena Sanz.

Siguiendo la estela familiar, Alfonso XIII tendría hijos no reconocidos con la también actriz Carmen Ruiz Moragas que obviamente pelearon por su reconocimiento como fue el caso de Leandro Alfonso, quien consiguió obtener el tratamiento de alteza real.

El tiempo dirá si el nieto eclipsa al abuelo con sus hazañas o ambos borbones quedan en tablas.