En estas fechas tan propicias para hablar de difuntos nos adentramos en cómo crear un fantasma, pero no vamos a recurrir a fórmulas nigrománticas, ni a invocar a los espíritus del más allá. Vamos a diseccionar uno de estos relatos espectrales para ver qué aviesas intenciones se encuentran detrás de algunas historias de fantasmas.

Las historias de fantasmas son de todo tiempo y de todo lugar

Las historias de fantasmas son de todo tiempo y de todo lugar. Pero ¿qué se busca con ellas? ¿Hay una intención secreta detrás de estas leyendas?

Quienes conocen la intrahistoria de Madrid saben que hay varios edificios marcados por las leyendas fantasmagóricas (en este documental damos cuenta de ellos). Uno de ellos se encuentra en el epicentro de la capital, a escasos metros de la Plaza de la Villa.


Se trata del palacio del Marqués de Cañete, actualmente sede del Centro Sefarad-Israel (entre otras instituciones), cuya historia fantasmal es la siguiente:
Una mañana del verano de 1654, el palacio era un continuo entrar y salir de funcionarios, sirvientes y emisarios… en definitiva, la bulliciosa casa de un noble de la época. Lo que nadie esperaba es que en aquella fatídica jornada el marqués fuese herido de muerte en la escalera de su inmueble. En esos momentos reinó el desconcierto e incluso un sirviente cayó por una ventana acabando “pierniquebrado”, pero nadie le dio importancia pues todas las miradas se centraron en el sacerdote que al parecer se llamaba Antonio Amada (o Amado), con el que precisamente el marqués acababa de tener una acalorada discusión.

Realmente hay un fantasma en este palacio por un crimen sin resolver

¿Realmente hay un fantasma en este palacio por un crimen sin resolver?

Rápidamente la justicia apresó al sacerdote y sin apenas investigar, y antes de que acabase el mes de agosto el pobre Antonio Amada fue llevado a la Plaza Mayor donde se le amputó salvajemente la mano derecha, que para más desgracia no fue cercenada de un golpe, si no que supuso todo un martirio para el pobre condenado.
Una vez muerto (a base de darle garrote) su mano fue clavada en el palacio del Marqués de Cañete, sirviendo de escarmiento a aquellos que pretendiesen repetir tal vileza. Lo que nadie imaginaba es que desde entonces el palacio se convertiría en foco de todo tipo de manifestaciones paranormales que hacieron huir a la marquesa. Y más allá de sus muros los misterios se extienden por doquier. Los verdugos del sacerdote murieron de manera sorpresiva en diciembre de ese año e incluso el “padre Eusebio” un religioso sabio y docto recibió la visita fantasmal del sacerdote ejecutado.

Este último podría ser el padre jesuita Juan Eusebio Nieremberg especialista en asuntos extraños en el siglo XVII

Este último podría ser el padre jesuita Juan Eusebio Nieremberg especialista en asuntos extraños en el siglo XVII.

Pero todo esto es mentira y lo vamos a ver con toda facilidad: La única fuente en la que se sustenta esta leyenda es contemporánea a los hechos: los Avisos de Jerónimo de Barrionuevo pero también enormemente falsa. Los cronistas de aquella época son los predecesores de los actuales periodistas, y con la misma soltura que algunos del presente, mentían como bellacos cuando les interesaba. Este es un caso ejemplar.
Barrionuevo dice que en 1654 muere el marqués de Cañete, es decir, Alonso Fernández de Velasco. Ahora bien, este marqués no murió hasta 1672, por lo tanto podría decirse que o bien era el anterior marqués (Juan Hurtado de Mendoza) o el siguiente (Antonio de Velasco Manrique de Mendoza) pero ninguno muere en esa fecha y mucho menos asesinado.
Algo que, de ser cierto, hubiese dejado registro en infinidad de tribunales y más aún si desembocó en la ejecución de un sacerdote, algo harto improbable en un país ultracatólico como era España entonces.
El padre Juan Eusebio Nieremberg, si es el al que se refiere Barrionuevo, no dejó ninguna mención a esa aparición fantasmal, y eso que escribió a cerca de temas sobrenaturales pero jamás mencionó esa experiencia.
¿Por lo tanto qué sentido tendría toda esta paparruchada?
La explicación es sencilla. En el fondo el interés de esta leyenda es cargar tintas contra la justicia que en realidad es la verdadera culpable del crimen. Esos magistrados que sin investigar firmaron la sentencia, condenaron a un pobre sacerdote inocente y ¡oh casualidad! Resulta que el máximo responsable de la justicia en ese momento era… el marqués de Cañete, un aristócrata malvado al que Barrionuevo presupone en el infierno.
Quiere esto decir, que aquel cuento del fantasma no es otra cosa que una paparrucha, una noticia falsa fabricada en el siglo XVII para difamar a este noble pero que sigue coleando en nuestros días. Y es que ya se sabe, de la mentira siempre queda algo, aunque sea, como en este caso, una entidad fantasmal.

Jerónimo Barrionuevo, su intención de difamar a un noble del siglo XVII se ha transformado en una leyenda de fantasmas en el siglo XXI

Jerónimo Barrionuevo, su intención de difamar a un noble del siglo XVII se ha transformado en una leyenda de fantasmas en el siglo XXI.