Andrés Villena  es tal vez la persona que más a fondo y con detalle ha estudiado el origen, el desarrollo, la realidad y el poder de las élites económicas y políticas en España. Inició un primer escarceo en las redes de poder con un anterior libro, ¿Cómo se gobierna España?.  Ahora, tras numerosas investigaciones, consultas, lecturas, entrevistas y muchísimas horas de trabajo, convertido ya en uno de los grandes especialistas de este tema, publica una obra muy madura, detallada y concretizada que va a dar que hablar y que se situará en breve como lectura obligada para quienes quieran conocer y adentrarse en cómo actúan las élites en España, qué influencia tienen, cómo se entrelaza el poder económico y político y quiénes son las familias y los protagonistas de esta red de poder privilegiada.

Con nombres y apellidos, poniendo sobre el tapete tanto a los gobiernos del PSOE como del PP, Villena descubre todo el entramado de grupos, entidades financieras, universidades e instituciones que conforman estos grupos de presión y de toma de decisiones que integran una élite que socava incluso los principios de la soberanía popular. Andrés Villena hace un ejercicio de investigación profunda  y valiente con Las redes de poder en España: Élites e intereses contra la democracia. Y lo hace con un lenguaje y un estilo narrativo claro y ameno que le da al libro un plus de interés para leerlo. Lo recomiendo, Villena no defrauda.

Como avance para abrir boca le hemos entrevistado con el libro recién salido del horno de Gutenberg. Una obra de quien es una de las cabezas mejores amuebladas que conozco combinada de distintas disciplinas formativas y académicas pero siendo rigurosamente un humanista muy “humano”.

Andrés Villena
Andrés Villena, autor de Las redes de poder en España

PREGUNTA: Usted compatibiliza su labor de escritor con la responsabilidad laboral en una institución, con artículos, estudios… ¿De dónde saca el tiempo y cuándo escribe, cómo, método, horarios, lugar…?

RESPUESTA: Cuando escribí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga, tuve que analizar las relaciones entre todos los miembros de un gobierno de Rajoy y los de un ejecutivo de Zapatero mediante métodos de análisis de redes y ecuaciones estructurales. Terminé aquella tarea en dos años y pico, cuando se suele hacer en unos cinco. Además, tuve que impartir clases e irme de estancia a dos universidades extranjeras. Considero que la autoexplotación no es precisamente lo ideal, pero pasar una etapa de tu vida afrontando este tipo de situaciones te educa para administrarte el tiempo y, sobre todo, para aprender a valorarlo. Por eso y porque el tema de las élites del poder me apasiona, he sacado tiempo de donde no lo había para escribir este ensayo y para todo lo demás.

PREGUNTA: La lectura del libro nos puede llevar al fatalismo, en el sentido de que podríamos concluir, que votemos lo que votemos, los futuros gobiernos no sirven para nada al estar limitada su acción a las élites y a las familias que usted tan clara y detalladamente saca a la luz en su obra. De hecho la afirmación del profesor Juan Torres de que su libro es “la demostración de que la democracia española es en una carcasa que sirve para proteger los intereses de una élite reducida que viene manejando los hilos de la sociedad española desde hace decenios” es poco esperanzadora. Díganos un motivo para seguir creyendo en la fuerza transformadora del voto y la eficacia de las elecciones.

RESPUESTA: Hay espacios democráticos persistentes en España. Uno de ellos se manifiesta en que haya una editorial valiente, como Roca, que se atreva a publicar este libro y que lo promocione con toda su ilusión. Y que un medio como El Plural me permita decir lo que estoy diciendo y lo que voy a decir en el transcurso de esta conversación.

Tu pregunta es pertinente y necesaria, es en parte muy cierta. La democracia española es un mecanismo de control, como lo es la Iglesia, el fútbol televisado, el teléfono móvil o el hecho de poder comprar muchas cosas en nuestra vida cotidiana. Es una institución más para que tengamos una vida ordenada, previsible, funcional. ¿Por qué? Cuando el PP pierde las elecciones en 2004, los que habían protestado contra la guerra de Irak, el Prestige, etc., se sienten enormemente reconfortados.

Pero se desmovilizan. La red mediática de protesta, casi todos aquellos periodistas de oposición a los peores años del PP obtiene posiciones destacadas en RTVE, después, en La Sexta… El nuevo gobierno absorbe esas energías críticas y las emplea a su favor. Lo que frecuentemente llamamos ‘el sistema’ es, en realidad, un conjunto de elementos relacionados. Esa red de relaciones es una red de poder que se va reconfigurando con cada cambio que se produce. Independientemente de quién gobierne.

Recordemos que aquellos años fueron los de la ‘teoría de la conspiración’, la ‘ruptura inminente de España’, ‘ETA en las instituciones’… Todos esos ‘escándalos’ tapaban reformas neoliberales de un gobierno en el que Pedro Solbes, el ex comisario de finanzas de la Unión Europea, controlaba que los ministros socialistas no aumentaran el gasto social. ¡Nadie se enteraba de esto! ¿Por qué? ¿Por qué no dijimos nada los medios de comunicación? Porque estábamos atrapados en ese mecanismo de control: el PSOE es bueno, el PP es malo… Por supuesto, el PP de entonces merecía haber quedado en la marginalidad, allí es donde nace Vox, precisamente su primer senador es Francisco Alcaraz, quien por entonces decía que ZP era el “embajador de ETA”… Todo aquel espectáculo hueco, todos aquellos gritos no sirvieron sino para que Zapatero repitiera en 2008 y no nos diéramos cuenta de la enorme crisis que venía y de la que no nos hemos recuperado. Eso es déficit democrático y creo que con eso es con lo que nos tenemos que quedar.

PREGUNTA: Usted ha hecho un trabajo sobre las élites, los grupos de presión y las familias que secularmente mandan en las decisiones políticas y económicas de España. Desvela y revela cómo se entrecruzan amigos, familias, centros de poder, sedes de las élites, desde el colegio hasta la Universidad, hasta llegar a los gobiernos o a las grandes empresas. Tal vez nunca se ha desvelado y explicado con tanto detalle. ¿Ha tenido miedo en algún momento de su elaboración? ¿Ha pensado que “las redes de poder en España” es una caja de revelaciones que no va a ser nada agradable para determinadas personas? ¿Ha recibido algún “aviso” o recibido algún “mensaje” disuasorio”?


RESPUESTA: En Estados Unidos, Charles Wright Mills desveló mucho más en 1956 y persiste como un autor inolvidable de la Sociología contemporánea. Tendemos a tener mucho miedo por si determinadas personas se molestan pero, si no tienes nunca miedo, es que no estás haciendo periodismo, estás haciendo otra cosa. Y sí, hay consejos’ disuasorios: hay muchas formas de restarte apoyo, de decirte que estás equivocado, que no sabes de quién estás hablando, que estás cegado por una ideología… El mejor mecanismo para anularte es impedirte salir en medios de comunicación, haciendo que no existas. Pero, en mi opinión, el dominio ideológico del neoliberalismo mantenido por las élites actuales es tal que no tienen prácticamente nada por lo que preocuparse: este tipo de libros pasan a ser productos de consumo de personas bien informadas que siguen demasiado aisladas como para organizarse. Vivimos en ‘la muchedumbre solitaria’, como decía en los años cincuenta David Riesman.

PREGUNTA: Sostiene en su libro que durante el mandato del socialista Rodríguez Zapatero se da una especie de “fusión de élites” junto a una “fuerte continuidad profesional”. Cuesta creer que un Gobierno como fue el de Zapatero profundizase en esta estructura de redes económicas y élites. ¿Son tan poderosas y hábiles como para “infiltrarse” en cualquier gobierno o en realidad todos los dirigentes políticos son seducidos y no pueden librarse de este fenómeno?

RESPUESTA: Hay muchas razones por las que los gobiernos de Zapatero terminaron desbordados por estas élites aunque, no lo olvidemos, con Zapatero se impulsan importantes reformas, como las de la identidad LGTBI, la paridad, la ley contra la violencia de género… que representan un refuerzo a una serie de movimientos emergentes que, a su vez, podrían desbordar el statu quo en el futuro.

En primer lugar, Zapatero renueva la estructura del partido pero necesita a los altos cargos funcionariales –economistas del Estado, administradores civiles, diplomáticos, inspectores de Hacienda– para casi todos sus ministerios. ¿De dónde vienen estos? De los gobiernos de Felipe González. De esta forma, exministros como Carlos Solchaga o Javier Solana, entre otros muchos, representan centros de reclutamiento de altos cargos para Zapatero, por muy rupturista que quisiera parecer. El mismo Jordi Sevilla, ministro de Administraciones Públicas, había sido asesor y jefe de gabinete de Pedro Solbes; Elena Salgado había trabajado con Boyer, Solchaga y Borrell... Al final en España es muy difícil gobernar sin los funcionarios que conocen el Estado, y estos tienen una ideología pragmática que hace que los cambios acaben siendo pocos. Esto tiene sus ventajas, pues, en un entorno de inestabilidad, aportan previsibilidad a otros grupos de poder que no son elegidos, como la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, grandes empresas del Ibex-35, etc. La mayoría de los dirigentes políticos acaban atrapados en la ‘ley de hierro de la oligarquía’: primero quieres cambiar las cosas pero la burocracia estatal te atrapa y al final muchos medios se acaban convirtiendo en fines. Para nuestros dirigentes también es muy difícil.

Y luego hay otros factores: a Zapatero lo acosan determinados medios de comunicación, un Partido Popular que no había aceptado la derrota de 2004, los mercados financieros, que no quieren experimentos, una Comisión Europea de la que viene Pedro Solbes, que llega decidido no solo a cumplir los criterios del Pacto de Estabilidad y Crecimiento –que ignora el objetivo pleno empleo–, sino a conseguir un superávit presupuestario… Ignorando que según la teoría de los balances sectoriales, un superávit público equivale a un déficit privado. Y ahí estábamos, con el Estado ahorrando mientras familias y empresas se endeudaban cada año más. Esto último no se ha contado, ni se quiere escuchar, ni mucho menos entender. Y ahí está la última razón: el dominio neoliberal ha llegado incluso a convencer a quienes se oponen a las políticas de austeridad; la mayoría de la izquierda hoy en día no tiene un programa económico alternativo al dominante. Por esto pasa lo que pasa.

PREGUNTA: Y al Gobierno de Pedro Sánchez han llegado? ¿Se han estructurado? ¿Se repiten nombres y familias anteriores en la nueva administración socialista? ¿Cómo ve en futuro?

RESPUESTA: Las élites son consustanciales a la estructura social, a la sociedad. Todo gobierno se funde con élites no democráticas, no electorales. Con Pedro Sánchez se repite la estructura tecnocrática del gobierno Zapatero: Nadia Calviño, también economista del Estado, su preparador de oposiciones… Román Escolano, ex ministro de Economía con el PP y ex directivo del BBVA. Calviño, hija del ex director de RTVE José María Calviño, ya había estado con Solbes en un ministerio de Economía de Zapatero. Su número dos, Ana de la Cueva Fernández, sobrina de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ex gobernador del Banco de España. Es una estructura que se reproduce a sí misma. Esto no quiere decir que nos gobiernen enchufados: a la cualificación profesional se une el hecho de estar profundamente conectados. Pero esto fomenta lo que se conoce como ‘pensamiento gregario’: todos piensan igual y, por tanto, piensan cada vez menos… al final se separan demasiado de la realidad, de la gente, de los votantes. Luego viene el malestar y las soluciones violentas. Para mí, Vox es una de esas respuestas, profundamente equivocada.

Las Redes de Poder en España
Portada de Las redes de poder en España

PREGUNTA: ¿Hay élites en Vox?

RESPUESTA: Mucho más que eso: Vox representa una escisión decadente de la clase dominante. Nada más que hay que ver el perfil de sus principales dirigentes: influyentes grupos religiosos, grandes empresas, la mayoría provienen del Partido Popular. Un ejemplo es el de Iván Espinosa de los Monteros, el hijo del ex secretario de Estado de la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, marqués de Valtierra y uno de los dirigentes empresariales más integrados, no ya en el Ibex-35, sino en lo que los norteamericanos denominan el ‘inner circle’, el núcleo de los núcleos empresariales. Fíjate qué casualidad que lo nombraran para potenciar la internacionalización de las empresas españolas: ¡está en todas partes y conoce a todo el mundo! Cuanto más en el centro estás, más ‘patriota’ te vuelves porque defiendes más y más intereses capitalistas. En resumen, es poco creíble que un partido político que organiza mítines en hoteles de lujo de Madrid, como ha hecho Vox, pueda representar a los españoles que menos tienen, que se están quedando sin casa, o que no pueden llegar a fin de mes.

PREGUNTA: Por último, en el libro hace mención a Rodrigo Rato, Luis Bárcenas, Pujol y sus hijos, Alvaro Lapuerta, Rodríguez-Ponga… ¿Hay relación directa entre corrupción política, gestiones o negocios dudosos y las redes sociales?

RESPUESTA: Todos los seres humanos vivimos en sociedad, y todos formamos redes de confianza. Cuando necesitas a un especialista determinado, sueles preguntar a personas a las que conoces y de las que sabes que te pueden informar bien. Eso es lo normal. El problema es cuando las redes de poder degeneran en una casta endogámica que además se ha aislado de la realidad, se ha ahogado en dinero y en prepotencia. La ilusión de la impunidad lleva a toda esta pornografía política y judicial que estamos viviendo. Luis de Guindos, nuestro ministro de Economía, vendía cuotas participativas de la CAM desde Lehman Brothers. ¿Sabes quién trajo las cuotas participativas desde los paraísos fiscales cuando era número dos de Rato? El mismo De Guindos, un poco más joven. ¿Sabes quién está de número dos del BCE en estos momentos? El mismo. Ese es el problema: gente que no cae, que sigue en la cúspide de la sociedad lo haga bien o lo haga mal. No conocen castigo o frustración, no aprenden y siguen ahí, ‘innovando’, ese es el verdadero peligro. Y el periodismo tiene que informar de eso y dejarse de cortinas de humo. La gente se merece saber lo que está pasando.