Tania Sánchez salió a la tribuna de la Asamblea de Madrid el pasado día 12 para pedir que la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, explicase su propuesta de devolver al Estado las competencias autonómicas. Sin embargo, era imposible conseguir una respuesta ya que la lideresa no estaba presente en el Pleno.

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El nepotismo del PP
A pesar de su ausencia y la de la mayoría de los diputados del PP, la diputada de IU siguió adelante con su intervención y criticó la "patriótica" propuesta de Aguirre. "La presidenta ha decidido que le sobran las competencias", aseguró Sánchez, quien añadió que, según la lideresa, "los políticos (nos tendremos que ir) a casa porque también sobramos... Desde luego no los de su familia que han corrido raudos y veloces a colocarse a dedo, eso sí, en las instituciones donde van a seguir trabajando".

Los pins rojigualdas
Sánchez también señaló que aunque se devolviesen las competencias, "seguirá habiendo un parlamento vacío como éste en el que clamar en el desierto". "Ustedes no son patriotas ni defienden al pueblo a pesar de que lleven unos pins rojigualdas preciosos en la solapa", espetó la diputada izquierdista a los pocos representantes del PP que se dignaron a escucharla.

Un consejero sin fuerzas
La diputada también señaló que según la Organización Mundial de la Salud el derecho a una asistencia sanitaria  sólo puede garantizarse con justicia social y equidad. Sin embargo, el consejero de Sanidad se negó a responder sobre esos aspectos con un burlón: "No me encuentro ahora con fuerzas para contestar"

Las risas del consejero
En su réplica, Lasquetty se mostró condescendiente con la diputada y continúo riéndose de ella como había estado haciendo desde la tribuna. Incluso llegó a decirle que "cuando cite a Robespierre tenga cuidado".

Interrupciones continuas
Tampoco fue mucho mejor la actuación del presidente de la Asamblea de Madrid, José Ignacio Echeverría Echániz, más conocido como el exconsejero de Transporte que no sabía lo que era un Metrobús. Durante la intervención de la diputada llegó a interrumpirla hasta en tres ocasiones cuando oía algo que no le gustaba, aunque usaba razones tan peregrinas como informarle de que "lleva ya gastados dos minutos de los cinco y luego no le voy a dar más".