Según el comunicado publicado por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el drama del Mediterráneo sigue dejando datos demoledores. Las cifras hablan por sí mismas: unas 2.275 personas murieron o desaparecieron cruzando el Mediterráneo en 2018. Seis muertes al día. En la ruta de Libia a Europa, una persona perdió la vida por cada 14 que lograron llegar, según se desprende del informe 'Travesías desesperadas' publicado por la organización.

Esta crisis humanitaria toca de cerca a España. Más de 56.000 personas desembarcaron en nuestras costas, lo que nos convierte, por primera vez, en la ruta principal por mar para huir de la desprotección de los países de origen de los refugiados, tal y como ha apuntado la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

Este factor ha provocado que el Mediterráneo occidental haya cuadriplicado sus víctimas. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, conocedor de las cifras y del cambio de rutas elegidas, decidió obviar este dato en el debate sobre el estado de la Unión Europea. “Nuestros esfuerzos han dado frutos y, actualmente, el número de refugiados en la zona del Mediterráneo oriental se ha reducido en un 97%. A lo largo de la ruta del Mediterráneo central, la disminución ha sido del 80%”, dijo. 

Ante la evidencia de lo que esta crisis constituye, es necesario aclarar cuáles son los antecedentes y los últimos pasos dados por las organizaciones competentes . Si el Derecho Internacional y Marítimo reconoce la ilegalidad que supone no amparar a las personas en busca de asilo que se encuentran a la deriva, ¿qué está fallando? 

El Sistema de Dublín

El Sistema de Dublín, que obliga a los países que rescatan a los demandantes de asilo a acoger, proporcionar el hospicio momentáneo y tramitar el proceso burocrático para su residencia final o vuelta al país de origen, es una de las medidas más criticadas por todas las organizaciones de rescate. Su carácter no equitativo, haciendo que el mayor peso caiga sobre los países costeros, ha provocado la queja reiterada de los que cuentan con mayores tasas de acogida. La Unión Europea ha intentado en varias ocasiones fomentar políticas absolutas que permitan un reparto justo entre sus países miembros, pero, a día de hoy, la inoperancia y pasividad han marcado el proceder frente a esta situación de emergencia.

Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, ya ha advertido en varias ocasiones de la necesidad de colaboración integral. “Podemos poner fin a estas tragedias teniendo el coraje y la ambición de mirar más allá del próximo barco y adoptar un enfoque a largo plazo basado en la cooperación regional, y centrada en la vida y la dignidad humanas”, ha expresado. 

El pacto de la vergüenza

Una de las medidas que sorprendió y ruborizó a la comunidad internacional fue el pacto europeo con Libia en febrero de 2017. En un intento de reducir el número de refugiados que se embarcan con dirección a nuestras costas, Europa decidió formar a los guardacostas libios y darles más poder de actuación con el fin de frenar esta diáspora. El memorando, al igual que el fijado previamente con Turquía, supone intercambiar dinero por detenciones. La justificación: tratar de reducir el flujo migratorio y reducir el poder de las mafias que se aprovechan de la esperanza de las familias desplazadas.

“Podemos poner fin a estas tragedias teniendo el coraje y la ambición de mirar más allá del próximo barco y adoptar un enfoque a largo plazo basado en la cooperación regional, y centrada en la vida y la dignidad humanas”

Todas las organizaciones humanitarias rechazan este discurso, ya que, precisamente, se pone a la cabeza del mando de operaciones a un país dominado por milicias armadas que se aprovechan -torturando, secuestrando, violando, extorsionando…- del miedo de los que inician este éxodo.

Palmarias son las pruebas de que el agente internacional con el que la UE ha decidido asociarse incumple, sistemáticamente, los Derechos Humanos. Detenciones arbitrarias y todo tipo de torturas imaginables han sido documentadas desde que el pacto se hizo efectivo.

Más de 50 organizaciones, redes y plataformas humanitarias han pedido, a través de una carta dirigida a todos los países miembros de la UE, que se deje de poner piedras en el camino a los buques salvavidas que operan en el Mediterráneo. La connivencia con Libia ha dejado más de 5.000 muertes desde que se implantó, por lo que los firmantes de la misiva solicitan, con extrema urgencia, que se deje trabajar en las funciones de rescate, que se fijen tiempos seguros para desembarcar -garantizando una posterior responsabilidad compartida-, y que finalice el retorno forzoso de los migrantes a Libia.

Sam Turner, responsable de actividades en Trípoli de Médicos Sin Fronteras, critica con fuerza este pacto: "Es de un cinismo extremo que la Unión Europea y sus Estados miembros sigan implementando políticas basadas en la interceptación y el retorno forzado de personas vulnerables para que sean detenidas de nuevo en Libia. Al mismo tiempo, continúan obstruyendo deliberadamente los buques de búsqueda y rescate que salvan vidas y que son desesperadamente necesarios”.

Mientras, desde España

El PP, Unidos Podemos, Compromís y ERC pidieron el pasado lunes que el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, comparezca ante el Congreso para explicar la retención de los barcos humanitarios Open Arms y Aita Mari. Ante esta solicitud, José Zaragoza, portavoz del PSOE en la Diputación Permanente de la Cámara, ha asegurado que el titular de la cartera de Fomento comparecerá el próximo 7 de febrero para responder todas las preguntas que este tema genere.

Por ahora, a expensas de las respuestas de Ábalos, el PSOE justifica la retención del Open Arms alegando que se han incumplido leyes internacionales en reiteradas ocasiones. Por su parte, los socialistas dicen que en el caso del Aita Mari -pesquero modificado para llevar a cabo acciones humanitarias- el problema es burocrático y que pronto podrá abandonar el puerto de Pasaia (Guipúzcoa).

Marcelo Expósito, diputado en el Congreso de En Comú Podem, se mostró crítico con la ‘hipocresía’ de la derecha. Promoviendo un ideario de cierre de fronteras, críticos con los rescates realizados hasta el momento y constantemente induciendo al miedo de la sociedad con el “efecto llamada”, el portavoz morado no se creía que el Partido Popular reclamara explicaciones al gobierno del PSOE: "Uno tiene que escuchar a los hijos putativos del 'Santiago y cierra España' gesticular y decir frases ocurrentes como si la fosa común del Mediterráneo fuera una cuestión de 'cierra España' y de hacer titulares chistosos". También crítico con la gestión del gobierno del PSOE, Expósito remarcó no creerse las excusas concedidas por el Ejecutivo: “El Gobierno alega que el bloqueo se debe a cuestiones técnicas, pero está claro que es una cuestión política”.

Y es que el Partido Popular, previamente, había criticado fuertemente los “bandazos políticos” del PSOE en sus labores de Gobierno.  Contradicciones que, a juicio de los populares, provocan una inmigración descontrolada.  

"Me asombra que partidos que defienden valores cristianos estén hablando de efecto llamada, criticando que no se pueda rescatar a personas y a niños que ahora mismo están cruzando el Mediterráneo", defendió el portavoz parlamentario de Compromís, Joan Baldoví.