En los últimos meses el Gobierno de coalición se ha estremecido no pocas veces. Sin ir más lejos, el pasado noviembre atravesaba el que hasta la fecha era el momento más crítico por las discrepancias sobre la ley Trans, Trata y Familias. Los tres articulados tensaron los ánimos. Como anteriormente lo hicieron otras cuestiones: gasto en Defensa, Mordaza, Vivienda, reforma laboral, Pegasus, etc. Pero todo aquello queda en una pelea de recreo en comparación con el choque frontal provocado por la reforma de la ley del solo sí es sí. “El Gobierno de coalición progresista continúa. Ya le digo que no se va a romper. No se contempla”, ha despachado el presidente, Pedro Sánchez, este viernes desde Bruselas. Sus socios morados han ratificado, pero no esconden que la “importante” divergencia de opiniones ha afectado y de qué forma a la relación. Tal es el daño que la ministra de Justicia, Pilar Llop, lleva sin hablar desde el lunes con la de Igualdad, Irene Montero, a pesar de que tienen tarea pendiente. La pugna por la reforma del solo sí es sí es la más cruda desde que comenzó la legislatura y, para colmo, otras cuestiones salpimentan la batalla.

El pasado lunes el Grupo Socialista registró la Proposición de ley para reformar el solo sí es sí en solitario tras no lograr consenso durante el fin de semana. El cruce de reproches fue la tónica habitual. Ione Belarra, secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, llegó a decir que al PSOE “le han temblado las piernas” por las presiones de la derecha. “Registraron la proposición y ni avisaron por cortesía”, afea una fuente morada que admite que, desde ese momento, la interlocución es nula. No hay conversaciones abiertas ni a nivel monclovita, ni parlamentario, ni orgánico. Los socialistas esgrimen que su iniciativa únicamente recupera la horquilla de penas anterior a la ley para corregir sus “efectos indeseados”, mientras Unidas Podemos censura que introducir el subtipo agravado (artículo 178.3) mentando la violencia y/o intimidación rescata el “calvario probatorio” para las víctimas. El quórum se antoja tan lejano que los socilistas han virado de discurso y, tras negarse en redondo a hablar con el Partido Popular, ahora, le animan a que se sume.

Todo ha estallado en los últimos días, pero los contactos sobre la materia acumulan semanas. “Hay tensión, mucha, desde hace semanas. Y se nota”, admiten las mismas fuentes moradas que, no obstante, no contemplan la ruptura de la coalición: “Hemos superado otras crisis”. El mensaje de Sánchez de este viernes ha calmado los ánimos y Yolanda Díaz, que no se moja, insiste en cuidar y mimar el vínculo. Otras voces de Moncloa consultadas descartan que el líder del Ejecutivo se plantee expulsar a sus socios del Consejo de Ministros, “pero, oye, también en julio negó que fuera a haber cambios de Gobierno y 10 días después…”, ironizan.

Bienestar

La reforma de la ley del solo sí es sí es el principal caballo de batalla -como dijo Íñigo Errejón- de la coalición y concentra la práctica totalidad de los esfuerzos de PSOE y Unidas Podemos. Un punto que la coyuntura no logra contener la fricción. La agrava, más bien. Por un problema es menos problema si hay sintonía en el resto de asuntos. Y no la hay.

Este jueves el Congreso de los Diputados dio luz verde a la ley de Bienestar Animal. Un articulado que generó un consenso en la mayoría progresista como pocos y que el PSOE quebró con una enmienda para excluir a los perros de caza y otros canes con funciones especiales, como los policía. Los morados presionaron y presionaron, pero sus incursiones resultaron infructuosas. “Hemos llegado tan lejos como hemos podido con las fuerzas que tenemos. Seguiremos trabajando sin descanso por la protección de todos los animales, también los perros de caza”, espetó Belarra desde la tribuna de oradores. El día anterior, el miércoles su partido registró junto a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), EH Bildu y Más País una enmienda transaccional para suprimir la del PSOE, pero éstos no aceptaron y el último cartucho lo gastará ERC durante la tramitación en el Senado. “Hay partido”, garantizó el diputado del Grupo Republicano Joan Capdevila.

Mordaza

“Ya hablaremos de Mordaza, porque tiene tela”, le alertó el portavoz parlamentario de Esquerra, Gabriel Rufián, a Pedro Sánchez durante la sesión de control al Gobierno de este martes. Y la tiene. Era uno de los compromisos de Gobierno de coalición, uno de sus buques insignia. Y sin embargo, pintan bastos. Tiene todas las papeletas para decaer. Fuentes de Unidas Podemos critican que “dijeron que la iban a derogar y luego cambiaron de parecer. ‘Los aspectos más lesivos’… Quedan cosas que resolver”. Podemos comparte la opinión de Esquerra, EH Bildu, Más País y compañía de que los cuatro artículos que el PSOE se niega a modificar suponen un problema. La diferencia, admiten, “es que no podemos dejar caer una ley que sale del Consejo de Ministros, como ha pasado con Bienestar Animal y, salvando las distancias, como ocurrió con la reforma laboral. ¿Queríamos más? Sí. ¿Nosotros iríamos más lejos? Por supuesto. Pero nuestra correlación de fuerzas es esta y avanzamos tanto como podemos”.

Los morados están haciendo de árbitro. Presiona al PSOE, sí, pero al mismo tiempo, urge a los socios a tragarse el sapo. En una entrevista en ElPlural.com Jon Iñarritu, de EH Bildu, advirtió que tal y como está la ley, no saldrá con su bancada porque “no seremos cómplices de una ley Mordaza light”. Compleja situación para Unidas Podemos, que deambula en tierra de nadie. Fuentes parlamentarias de los socios les afean que “ellos han tragado porque han tragado, pero nosotros no lo haremos. Si votamos lo que votamos en la reforma laboral, imagínate, aquí no nos va a temblar el pulso”. Y toda esta tensión, evidentemente, salpica a la coalición.

Más madera

Menos mediáticos y, por supuesto, menos sangrantes, son las discrepancias en otros asuntos como el tope de las hipotecas. Desde Unidas Podemos insisten en topar las de tipo variable estableciendo un diferencial del Euribor del 0,1%, toda vez que se trate de préstamos inferiores a 300.000 euros. El PSOE no está por la labor. “Hay que ser serios y trabajar las cosas bien”, despachó el secretario de Organización de Ferraz, Santos Cerdán, asestando un golpe notable en la línea de flotación morada.

Y siguiendo el símil bélico-marítimo, las discrepancias en torno a la Política Exterior no se han resuelto ni mucho menos. La decisión de Sánchez de enviar tanques Leopard a Ucrania no es del agrado de sus socios, como tampoco lo fue el envío de material armamentístico. Para más inri, tanto UP como el resto de aliados parlamentarios pidieron al presidente que consultara al Congreso la decisión para que la Cámara Baja votase un asunto tan crucial. Caso omiso.

Unidas Podemos, por último, también se bajó de la comitiva monclovita que acudió a la cumbre de Rabat. María Jesús Montero, ministra de Hacienda, restó importancia al gesto de sus compañeros: “No hay que darle interpretación ninguna a las personas que van o no van”. Pero sí la tenía. “Para nuestro espacio no se dan las condiciones para participar en una cumbre de esas características después de ese giro unilateral del PSOE respecto al Sáhara. No lo compartimos”, explicó Belarra. Sánchez se plegó al plan de Marruecos mientras Podemos insiste en un referéndum de autodeterminación para el Sáhara Occidental. Posturas contrarias, como en todos los antecitados asuntos. La reforma del solo sí es sí es el pulso más crudo, pero no el único. Y queda ultimar los flecos de Vivienda, cuyo horizonte sí es más halagüeño.