Mariano Rajoy ha declarado que las encuestas le dan "moral", pero que lo que más le importa es "ser un buen gobernante".  Alfredo Pérez Rubalcaba, por su parte, habla del “desconcierto” de su electorado tanto por “el duro mes de agosto” vivido en los mercados, así como por la repercusión de la reforma constitucional que dice que a él mismo le produjo reticencias, pero que se va a dedicar “a fondo a explicarla al electorado”.

Rajoy encuentra “un estímulo”
“Lo que me importa es, si los españoles quieren que yo gobierne, tener una buena valoración como gobernante”. Con esta modestia ha recibido Rajoy las encuestas, aunque, en una entrevista en Tele 5 ha reconocido que “me dan moral”. Su preocupación por la valoración personal tiene, por otra parte, lógica, porque aunque sigue contando con esa sustanciosa ventaja, aún aparece por detrás de Rubalcaba en valoración. A él los españoles le dan una nota de 3,9 sobre 10. Y, aunque el candidato socialista también suspende, lo hace con un 4,3.

Ser el líder de la oposición, ha explicado Rajoy para justificar en parte su nota, lleva a “adoptar un papel más incómodo y desagradable”. Y como prueba de lo que decía ha echado mano al dato de que cuando participaba en el gobierno de José María Aznar “era el ministro mejor valorado”.  En cualquier caso, ha insistido “a mí lo que me importa es ser un buen gobernante”.

Rubalcaba ve “elementos coyunturales evidentes”
El candidato socialista ha buscado explicar el resultado de las encuestas en los “elementos coyunturales”. Básicamente, ha dicho en una entrevista en RNE, en el “desconcierto” que ha producido entre su electorado la reforma de la Constitución y el “muy duro” mes de agosto que se ha vivido en los mercados en toda Europa y, desde luego, en España.

En cuanto a la reforma constitucional, el propio Rubalcaba ha reconocido que él mismo "tenía reparos" sobre la reforma, aunque ha explicado que sus potenciales votantes  están más molestos con las formas que con el fondo. En este sentido ha anunciado que va a dedicarse a explicar “al electorado socialista la reforma en sí y sus propias reticencias”,  al tiempo que ha insistido en que no había tiempo para convocar un referéndum sobre los cambios, tal como se está demostrando con la persistente presión de los mercados.