Pregunta: ¿Cuándo nacieron tus ganas de escribir?

Respuesta: En realidad yo he escrito desde siempre, desde que tuve opciones para “juntar letras” en un formato de lectura colectiva. Lo hice en mi adolescencia en cualquier espacio que se me ofreciera. Más tarde comencé a colaborar con medios locales y provinciales. Fui, de alguna forma, uno de los pioneros en la llamada entonces “prensa gratuita”, siendo editor y director de hasta tres periódicos comarcales y una revista local. La gran oportunidad me vino de la mano de Enric Sopena, mi maestro y además querido amigo, nombrándome director de la edición andaluza de ElPlural.com, que yo inauguré con dos redactores, y yo mismo, en Sevilla.

P: ¿Qué fue lo que te lanzó a escribir esta obra, La factura de la democracia?

R: Esencialmente, han sido tres los motivos que me han llevado a esta aventura maravillosa y, a la par osadía, de publicar un libro y someterme al escrutinio público de la comunidad lectora. En primer lugar, la comprobación de que tras años de redactar columnas, análisis, noticias y relatos sobre la crueldad de la dictadura franquista, de entrevistar y publicar mis contactos con familiares de víctimas, hablar con ellos, plasmar mi presencia en alguna exhumación de fosas comunes, leer y documentarme profundamente sobre estos hechos, después de todo ello, compruebo que, casi sin darme cuenta, disponía de un amplio fondo documental propio que debería, modestamente, ser difundido para dar a conocer estos funestos hechos en forma de 380 páginas.

Y, en segundo lugar, lo que más incendió esa mecha divulgativa, fue, sin duda, las amenazas entonces y, ahora, realidades políticas palmarias, de la llegada de la extrema derecha española y también mundial, a las instituciones. Me agitó ver esa marejada convertida en tsunami que cambia y falsifica el relato real de la historia, que fomenta el negacionismo, las fake news, la posverdad, en definitiva, la mentira interesada y “de parte”. Es mi pequeña contribución a esa lucha contra la nueva forma de fascismo con rostro amable y elegante. Soy objetivo escribiendo y narro hechos reales, pero no soy neutral. Creo que no debemos, por higiene democrática, permanecer pusilánimes ni equidistantes ante este peligroso fenómeno. Como expreso en La factura de la democracia, la gran amenaza al conocimiento real del franquismo es la mentira, los intentos de reescribirlo, la creación de marcos irreales y reaccionarios, el negacionismo y los mensajes falsos que, como agua fina, calan.

Y, en tercer lugar, tal y como narro con ejemplos reales y actuales en el libro, denunciar la existencia de un franquismo sociológico. Un fenómeno heredado de muchos años sin libertad, miedo y represión, derivaciones en la educación, la influencia del nacionalcatolicismo y la poca adhesión de la derecha española actual a rechazar y condenar el franquismo, honrar a sus víctimas y apostar por la Memoria Democrática e Histórica.

P: Explícanos como se estructura el libro y sus contenidos.

R: Tiene siete capítulos con elementos de análisis previo en cada uno de sus apartados. Tras la interesante presentación del profesor de la Complutense, Andrés Villena y mi introducción, se entra en materia. Son relatos breves correspondientes a materia de cada capítulo. En “Sobre héroes y tumbas” le cojo prestado el título a Ernesto Sábato relacionándolo con el informe que emitió la Comisión de los desaparecidos en Argentina que él presidió. Se narran vicisitudes y hechos penosos sobre nuestros “desaparecidos”, exiliados, asesinados o represaliados más relevantes. Machado o Lorca en sus últimas horas, Dióscoro Galindo, un maestro bueno fusilado y esposado junto al poeta de Fuentevaqueros y que yace en la misma fosa común que se busca. Miguel Hernández y su terrible periplo por Andalucía, detenido en la frontera de Portugal. Casos como el de Porfidio Smerdou el Schindler español en su labor humanitaria como cónsul de México en España. También el artista y “rey de la copla”, Miguel de Molina, al que el incipiente franquismo le hizo la vida imposible a base de palizas y amenazas, incluso en su forzado exilio en Argentina, por ser homosexual y ser una voz incómoda. Norman Bethune, el médico internacionalista canadiense que arriesgó su vida para salvar las de otros durante la Desbandá. El exilio inglés del gran periodista sevillano, Manuel Chaves Nogales, un moderado republicano y objetivo narrador de lo que sucedía en España y en el mundo. La gran representante del exilio cultural, la filósofa María Zambrano que vuelve a España tras su larga estancia obligada, cansada y enferma. Y como tantas otras mujeres represaliadas, exiliadas y olvidadas, la enorme pintora surrealista, Remedios Varo, de raíces cordobesas y con museo de homenaje permanente a su enorme obra en México. También con vinculaciones a Córdoba, el poeta Pedro Garfias. Y, por último, Juan Romero, el último superviviente español en los campos de concentración nazis, fallecido en octubre de 2021 tras ser designado Hijo Predilecto de la Provincia.

El capítulo segundo narra la cruel represión franquista y su extrema dureza en Andalucía con casos concretos, mostrados en pequeños relatos, que muestran el carácter genocida, e incluso sádico, en algún caso de los dirigentes rebeldes. Destaco la denuncia del golpe de estado del 36, señalándolo como lo que fue, un golpe fascista a secas, sin paliativos ni minusvaloraciones. La cruel represión antes y después del golpe. No olvidemos que, a diferencia de otros dictadores, Franco murió en la cama tras cuarenta años de tiranía y fusilando y encarcelando gente hasta casi en la hora de su bendito óbito.

Dedico un apartado especial a las mujeres, como fueron objeto de una doble represión y, lamentablemente, relegadas en la historia. También se concreta en el libro en cortos relatos de casos notables como el de Encarnación Magaña en Almería, fusilada con apenas 20 años por luchar contra Franco y Hitler. Los andaluces, como los madrileños, también contamos tristemente con nuestras “13 Rosas”, me refiero a “Las 16 Rosas de Zufre” o “Las 17 Rosas de Guillena”. Ahí se narra junto a otros casos de un cruel dramatismo como son “Las rapadas de Montilla”.

P: Mención aparte merece la Desbandá, uno de los crímenes más sanguinarios del franquismo.

R: No podía pasar por alto la mayor masacre, sino matanza, sobre población civil ocurrida en la guerra. Como bien dices, es la Desbandá, el éxodo obligado de centenares de mujeres, niños y mayores en la carretera de la muerte de Málaga a Almería. Criaturas que huyen del terror de un sádico y energúmeno como es el general Gonzalo Queipo de Llano. Por cierto, un personaje que aparece transversalmente en distintos capítulos del libro y que cumple todas las reglas de lo que está declarado internacionalmente como “criminal de guerra”.

Lo que significó la simbiosis de la política con la jerarquía de la Iglesia y que se tradujo en el “nacionalcatolicismo”, es tratado en profundidad y, sobre todo, como perdura hasta nuestros días, con actitudes de determinados obispos y sacerdotes, e incluso políticos, impropios de un país aconfesional.

Como periodista recojo también diversas entrevistas sobre los temas propios de La factura de la democracia a personas relevantes y que tienen mucho que aportar. Por destacar, entre otros, Ian Gibson, Joaquín Urías o cantautores comprometidos. Guardo especial recuerdo de mi entrevista a Carmen Pacheco, quien fuera una niña de la Desbandá y que con 12 años estuvo en esa carretera de la muerte. Nunca habló de ello y yo tuve el privilegio de que me contara como vivió ese horror. Tras la entrevista, Carmen volvió a callar. Tristemente, Carmen, falleció hace poco tiempo. Una voz dormida que habló una vez del terror de ese genocidio y que ya se silencia para siempre.

Y concluye el libro explicando el por qué todo esto constituye una factura de la democracia, la existencia y explicación de lo que es el franquismo sociológico actual heredado de esa negra etapa y como se reproduce en forma de gestos reaccionarios, tics nostálgicos, contradicciones políticas y en la pervivencia de signos y muestras que nos retrotraen a actitudes heredadas de una etapa que no deberían estar aún presentes.

P: ¿Qué reacción esperas de los lectores?

R: Pues para algunos, más concienciados y conocedores de lo relatado, espero que confirmen sus convicciones. Para el gran público, el que aún tiene reservas, especialmente jóvenes, deseo que les sirva de reflexión para saber que en España hubo un golpe de Estado injustificable y sangriento y no un “Glorioso Alzamiento Nacional” o un incruento pronunciamiento militar. Que, derivado del fracaso del golpe del 36, los rebeldes provocaron una guerra entre hermanos con más de medio millón de muertos, miles de fusilados, centenares de fosas comunes y enterramientos anónimos en las cunetas. Que también generó medio millón de exiliados. Que dejó huérfanos, viudas, familias destrozadas… Que tras la guerra no vinieron los “Años de paz de Franco”, sino un régimen atroz y cruel que siguió encarcelando y fusilando. Que perdimos el tren de la historia y del desarrollo económico. Que fuimos la vergüenza y la ignominia de Europa…
Por último, espero que sirva para estar ojo avizor sobre aquellos que persisten en la mentira, el negacionismo y en reescribir la historia. Decía Saramago que “La historia se escribe desde el punto de vista de los vencedores, los vencidos nunca han escrito la historia”. Por ello se tiene que escribir, leer y hablar más, mucho más, sobre la verdad para enterrar la mentira.

P: ¿Tienes en mente escribir un nuevo libro? ¿Cuáles son tus futuros proyectos?

R: Este libro es una parte, la que se refiere a mi tierra, Andalucía, aunque los relatos y noticias recogidas o las entrevistas realizadas, son válidos para cualquier parte del territorio español. Solo se diferencia algo en que la represión, la inversión en represión, en término acuñado por Paul Preston, fue superior por el deseo de Franco de ejemplarizar y meter miedo al resto de España, así como por la oposición encontrada en una población con importante conciencia política. Mi idea es dar forma definitiva, corregir, ampliar y actualizar el segundo libro de ámbito nacional y tenerlo preparado para su publicación este próximo verano.

P: ¿Cree que el fascismo, de una u otra forma, podría venir, podría regresar?

R: La pregunta que hay que hacerse es, ¿qué pasaría si la ultraderecha obtuviese mayoría en las cámaras y se extendiera a Europa y a Estados Unidos? ¿Qué ocurriría si, en España, Vox obtuviese mayoría en el Parlamento? Hace poco tiempo era impensable que lograra cincuenta y tantos escaños, en cambio, hoy es una fuerza sin la cual le resultará imposible gobernar a la derecha tradicional, al PP. Me preocupa el giro que el Partido Popular ya atisba y que se puede consolidar hacia posiciones más cercanas a Abascal. No es ningún recelo caprichoso, pues ahí está el trumpismo, el bolsonarismo, Le Pen, Orbán o los movimientos de extrema derecha europeos. En su libro Extrema derecha 2.0, Steve Forti, mantiene que esta extrema derecha, alejada de los fascismos que asolaron Europa y desde el estilo populista que permea nuestro presente, está alcanzando una dimensión de fenómeno global. Disfrazada de democrática, la extrema derecha no solo ha entrado en las instituciones y comienza a tener un mayor peso, sino que pulula por internet y gangrena las redes sociales, normalizando así su discurso e ideología para corroer la democracia desde dentro.
También coincido con Eduardo Galeano cuando avisaba de que los fascistas ahora visten normal, tienen gestos modernos y rostros amables… pero están ahí. El futuro y el comportamiento en supuestos gobiernos que controlase la ultraderecha, es una incógnita en términos de su estrategia llegado el momento. Pero no serían buenas noticias para la democracia, eso sin duda. Meloni, en Italia, de momento lleva poco tiempo y solo ha enseñado la patita además de depender de los Fondos Europeos. Esperemos que la admiradora de Benito Mussolini se quede ahí.

P: ¿Qué le diría a quienes se oponen a las políticas de Memoria Democrática o recelan de la nueva Ley?

R: Primero, que se la lean en profundidad como yo he hecho y que abandonen la lectura minimalista de los titulares. Tenemos una mala costumbre de criticar leyes y normas sin leerlas, solo las conocemos de oídas o de lecturas realizadas en determinados púlpitos ultras o reaccionarios. Que le pregunten a Benita Navacerrada, como dijo el ministro Félix Bolaños tras abrazarla en el cementerio de Colmenar Viejo. A sus 90 años ella ha visitado cada día los trabajos de exhumación. Ejecutaron a su padre cuando ella tenía siete años en las tapias de este cementerio, donde fueron fusilados 107 hombres y una mujer en 1939, tras ser condenados a muerte por ser dirigentes sindicales y políticos o, simplemente, familiares de “rojos”. Yo he estado allí, en las exhumaciones, en dos ocasiones. Es emotivo ver a los familiares allí esperando nerviosos, con cierto nivel de angustia trufada de esperanza. Las sensaciones que transmiten son de humanidad, amor a un familiar, pero para nada inquinas vengativas o rencores como el relato reaccionario quiere imponer. Es la antítesis del odio, lo que en una fosa común que se abre se respira en el ambiente.

Les diría, eso que también dice Eduardo Ranz, un gran abogado que se ha volcado literalmente en la defensa de la Memoria Histórica: “Que miren la cara de alegría, de descanso final y de cerramiento de una herida cuando los familiares de represaliados ven aparecer los restos de su abuelo o de su padre. Que miren esas caras de paz”.

Pero, siendo esto importante, La Ley es mucho más, muchísimo más. Es un paso histórico que recoge muchos apartados más. Es una gran ley con contenidos, mandato imperativo y dotación presupuestaria. La derecha española tiene dos almas. Espero que una de ellas. Parafraseando a Machado, no siga helándonos el corazón y camine, más temprano que tarde, hacia la asunción del hecho memorialista. De la otra alma, la que está infectada del virus del franquismo sociológico, esa que hace que no censure o le cueste una enormidad condenar la dictadura. No espero nada. De Vox y de la ultraderecha, ni hablamos, está en su ideología filofranquista y en parte de su electorado.

P: Estás en plena gira de promoción y de presentaciones, ¿cuál es la ruta?

R: Sí. El libro se presentó, simbólica y testimonialmente, solo dos días después de su publicación en la Ruta del Exilio republicano en Francia en Argelès-sur-Mer, frente a la playa que sirvió de campo de internamiento para nuestros exiliados y, en Toulouse, ante autoridades francesas y memorialistas españoles. Se lo dejé y dediqué a Don Antonio, Antonio Machado, en su tumba de Colliure. Ahora, buscando hueco libre en mi trabajo, he iniciado una “gira” de presentaciones que me han llevado ya, en viajes exprés, a Torremolinos y a Rincón de la Victoria en Málaga. A Córdoba, a mi pueblo, Cabra, iré por la cariñosa invitación del Ateneo Ciudadano el 7 de febrero. Hay dos presentaciones organizándose en Madrid y otras en las capitales de Córdoba y Málaga y en Cádiz, tal vez. Cerraré en Sevilla, estando ahora estudiando el formato y la fecha. Serán presentaciones y charla-debates para que sean amenas, así como participativas. De alguna manera pretendo expandir el mensaje que el libro transmite, que no se falsee la historia, que se conozcan las barbaridades y atrocidades perpetradas por Franco mostrándolos en casos concretos y, por último, avisar de que las amenazas de la extrema derecha, ahora crecida y con poder, comienzan a convertirse en realidad.