Pedro Sánchez ha sido el último de los tres candidatos a ocupar la Secretaría General del PSOE. Primero fue Susana Díaz, después Patxi López y este lunes ha sido Pedro Sánchez el que se han sentado frente a Pedro Piqueras para defender sus propuesta para los socialistas. “Aspiro a ser el secretario general de los 200.000 afiliados y afiliadas del PSOE” porque “nadie mejor que yo sabe lo que significa estar cuestionado permanentemente a nivel interno y, eso, lo único que consigue es dar armas a la derecha y al PP”, ha dicho.

Creencia, credibilidad, coherencia, cambio, militantes y afiliados han sido las palabras que más veces ha repetido Pedro Sánchez durante la entrevista para demostrar que su proyecto es el único que puede integrar estos conceptos en el nuevo PSOE; un partido que “los afiliados reconstruirán con sus votos”.

Y es que, una vez más, Sánchez ha jugado la baza de presentarse como el único que respeta a los militantes, como el que les escucha y les representa, dejando caer que el resto de candidatos prefieren centrase en otras cosas. “El 22 de mayo el PSOE se juega ser la segunda fuerza política o la tercera” porque, tal y como ha asegurado, la mayoría de las encuestas dicen que su proyecto es el ganador, el que prefieren los militantes.

Este martes Sánchez presenta su candidatura de forma oficial, una candidatura que se enfrenta a Susana Díaz apoyada por muchos dirigentes de peso. Quitándole importancia a este gran detalle, Sánchez ha dicho: “Estoy seguro que muchos de ellos, con 35 años menos, estarían defendiendo lo que defiende nuestro proyecto político” y no lo que supone Susana Díaz.

La guerra interna en el PSOE

“Una  auténtica guerra interna que puede terminar con víctimas políticas”. Así ha definido Piqueras la situación que, desde el verano pasado, se ha vivido en el PSOE, una descripción que no comparte este candidato.

“No es una guerra interna. Es un proceso de democracia interna, la democracia interna nunca es un obstáculo, es el camino para reconstruir el PSOE”, ha planteado insistiendo en que “no hay un choque de trenes” entre Díaz y él. Eso sí, no ha dudado en lanzar un dardo a su principal oponte, la que ha definido como la “candidata de la gestora”.

En su opinión hay dos ideas antagónicas: la que él representa que supone un “partido coherente” y la de Díaz que pretende mantener “un partido que se ha quedado en tierra de nadie”. 

Su final como secretario general del PSOE

Aunque él también ha recibido dardos. “Pedro Sánchez, candidato, de nuevo candidato” remarcaba Piqueras en su presentación para acto seguido recordar con imágenes el día en el que gran parte de la Ejecutiva presentaba su dimisión para forzar su salida. Ese mismo día, el 1 de octubre de 2016, Sánchez tenía una entrevista en Telecinco, una entrevista a la que nunca acudió.

Y mientras tanto, Sánchez aguanta la sonrisa a cámara aunque con gesto torcido. “Fue un día en lo personal muy duro, pero creo que la entrevista tiene que centrarse en lo político”, se ha atrevido a decir. Ha definido el 1 de octubre como un día en el que se produjo “un derrocamiento” y dice que eligiendo un nuevo secretario los socialistas van a poder refrendar ese “impuesto por las bravas”.

¿Y tras elegir a un nuevo secretario general?

Tras el 22 de mayo, día en el que se votará en primarias quién es el nuevo secretario o la nueva secretaria general de los socialistas, Sánchez ha pedido “lealtad con el mandato del resultado elegido por los afiliados”.

Si él gana, integrará a sus rivales Susana Díaz y Patxi López. Pero con una advertencia, si se integra no es para luego derrocar desde dentro, Si los militantes escogen a un secretario general hay que respetarlo, ha repetido.

¿Más cerca de Podemos? y el 'Tramabús'

Ante las voces que le acusan de girar hacia la izquierda de Podemos, Pedro Sánchez ha dicho que “todo eso son clichés que se usan en campañas electorales” porque “yo no soy presidente del Gobierno por el voto contrario de Pablo Iglesias”.

Pero no es la única vez que ha hablado de Podemos. También lo ha hecho para defender la figura de Felipe González, una de las figuras que se han plasmado en el nuevo autobús reivindicativo, esta vez de Podemos, con el que pretenden denunciar la corrupción entre políticos y empresarios.

“Hay que criticar y yo lo hago. Uno puede discrepar con Felipe González siendo líder de otra formación política. Pero lo que no se puede hacer, a mi me repugna, es vincular a Felipe González con tramas corruptas como la de Bárcenas o Rato que son del PP”.

“Se puede criticar sin cuestionar la honorabilidad de presidentes del Gobierno”, ha dicho para acusar a Podemos de estar más preocupado porque no gobierne la izquierda que la derecha. Si no fuera así, le habrían apoyado para llegar al Gobierno.