El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha comprometido ante la OTAN a incrementar el gasto militar hasta llegar al 2% del PIB. Una iniciativa que ya avanzó a mediados de marzo con motivo de la guerra en Ucrania, pero que permaneció en el cajón. Hasta ahora. El líder del Ejecutivo ha justificado que el contexto apremia y que, además, la influencia de los países en el tablero global dependerá de sus inversiones en Defensa. Postura diametralmente opuesta mantienen sus socios de Unidas Podemos. Contrarios a la Alianza Atlántica, han mantenido un perfil bajo durante la cumbre para no boicotearla, pero sin comprar sus conclusiones. Los morados han rechazado de plano el incremento del presupuesto militar. Malas noticias para el PSOE, puesto que el PP ha supeditado su apoyo a los acuerdos con Joe Biden a que Moncloa exhiba una postura conjunta. Así las cosas, mientras Sánchez hace las veces de equilibrista para no quebrar su relación con UP y trabajar el respaldo de los de Alberto Núñez Feijóo, los morados estudian cómo tragarse el sapo sin descalabrarse.

Dos son los acuerdos de Sánchez en la cumbre de la OTAN que el Congreso habrá de aprobar: el incremento en gasto en Defensa hasta el 2% del PIB y el despliegue de dos nuevos buques destructores estadounidenses en la base de Rota (Cádiz). Ninguno de los dos atesora el aval del socio minoritario del Ejecutivo, pese a lo cual, el presidente mantiene la calma. “No habrá problema. Estoy convencido de que lo vamos a sacar”, ha afirmado un Sánchez convencido de que los populares los apoyarán. Sin embargo, hay un pequeño inconveniente.

La secretaria general del PP y número dos de Feijóo, Cuca Gamarra, ha supeditado su voto a que Moncloa tenga una postura conjunta. En el caso del dictamen que permitirá un mayor despliegue de EEUU en Rota, hay voces moradas que entienden que se trata de una oportunidad para los trabajadores gaditanos. Además, el asunto se votará de forma independiente. Y ese es el principal obstáculo para el incremento del gasto militar, que ha de hacerse vía Presupuestos y los populares a buen seguro no prestarán su bancada para una senda económica cuyo paso lo marca Sánchez.

Cuestión de cintura

El portavoz parlamentario de Unidas Podemos, Pablo Echenique, publicó una ilustrativa imagen en su cuenta oficial de Twitter. “Lo que se gasta en esto (un tanque) no se gasta en esto (un hospital)”. Ese es el principal argumento de todas las fuerzas a la izquierda del PSOE. Todos los aliados progresistas sin excepción censuran que todos los recursos que se destinen a las partidas militares dejarán de invertirse en servicios públicos e iniciativas sociales.

La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, insiste en que aspira “a convencer al PSOE de que España lo que necesita son rentas garantizadas, que atiendan en atención primaria en 24-48 horas y que no necesitamos más tanques y más armas”. Tarea harta complicada.

Es impensable un escenario en el que el Gobierno presente ante la Cámara unos Presupuestos que no cuenten con el apoyo de ambas formaciones, por lo que finalmente, la negociación entre ambos no será si aumentar el gasto en Defensa o no, sino cuánto. Ese es el quid de la cuestión. Sánchez ha diluido las expectativas fijando el año 2029 como el deadline para cumplir con el 2%, por tanto, hay mucho margen.

Para hacer más llevadero el mal trago, Podemos espera que la cuantía se incremente lentamente y la inversión social, por el contrario, crezca exponencialmente. De esta manera, podrán vender un gasto social sin parangón. Que comiencen las negociaciones. Con todo, será complicado. Es un asunto espinoso. Prueba de ello es que en una entrevista en ElPlural.com, el ex eurodiputado de Izquierda Unida, Willy Meyer, anunció que su formación impulsaría movilizaciones en cuanto el PSOE plantee el debate.