Más de dos meses después de que tuvieran lugar las elecciones al Parlamento de Navarra, María Chivite ha conseguido sacar adelante su Investidura tras un pacto con Unidas Podemos, Geroa Bai e Izquierda-Ezkerra.

La candidata socialista ha contado con el apoyo de sus socios, consiguiendo 23 votos favorables, y el rechazo de Navarra Suma y dos diputados de Bildu (22). La abstención de los miembros necesarios de estos útimos ha sido definitiva. La formación abertzale sometió el sentido de su voto, debatiéndose entre la abstención o el no a Chivite, a sus bases el pasado martes. La militancia votó mayoritariamente por la opción que facilitaba que los intereses de las fuerzas de izquierda consiguiesen imponer su mayoría sobre la fórmula a tres de la derecha (PP, Cs y UPN).

La obligatoriedad aritmética de contar con los votos de la izquierda nacionalista vasca ha levantado ampollas tanto a nivel autonómico como general. El propio Pablo Casado dijo que el PSOE ha confirmado su deriva pactando con los “herederos de Batasuna”, lo cual es “una vergüenza para las víctimas del terrorismo”.

Pero no ha sido el único, ya que tanto los populares como los liderados por Albert Rivera han sacado a relucir su máximo grado de belicosidad en los discursos a fin de destapar las vergüenzas que, a su juicio, guarda el entendimiento. “Hoy y mañana vamos a vivir aquí en Navarra la traición del PSOE tanto a Navarra como a España, una traición que se va consumar porque Chivite va a ser la presidenta gracias al apoyo de Bildu-Batasuna", alegó la recién nombrada portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo.

Chivite ha tenido que defenderse de esta misma premisa durante todo el debate de Investidura. Sabiendo por dónde vendrían los ataques, la socialista no dudó en recriminar a sus rivales que “UPN coincidió en un 51% de las iniciativas legislativas con Bildu. Y lo volverán a hacer, votarán con ellos porque forma parte de la normalidad democrática”.

Además, frente al miedo que han querido infundir en la sociedad las tres derechas, la dirigente se comprometió a llevar a cabo una gestión que “no será extraña, ni sectaria, ni supondrá ninguna catástrofe".

Así las cosas, la nueva inquilina de la presidencia Navarra vuelve a recuperar la vara de mando regional para el PSOE 23 años después