Ni los juicios sobre la Gürtel o las tarjetas black -creadas por los ‘gestores’ que el PP puso al frente del PP de Caja Madrid-, ni los inoportunos intentos por colocar al ‘panameño’ José Manuel Soria, ni una recuperación económica que no acaba de ser percibida por los españoles, ni las dificultades para encontrar socios de Gobierno… de repente todos los nubarrones políticos que se ciernen sobre Mariano Rajoy parecieron disolverse con la guerra interna del PSOE. Tan crecidos están en el PP que hasta tensan la cuerda con los malheridos socialistas y amagan con ir a terceras elecciones si no les dan carta blanca para sus presupuestos en los próximos años. 

Rajoy puede presentarse de nuevo ante los suyos como el infalible gestor de tiempos que consigue todo limitándose a esperar, pero haría mal en encender el puro antes de tiempo. Cuando mejor tenía el panorama llegan de nuevo los tambores de guerra de las facciones ‘liberales’ de su partido.  

Movimientos de Aguirre y Aznar y tranquilidad del PP ante el congreso
Esperanza Aguirre ha irrumpido de repente en los medios calentando un congreso del PP que no está ni convocado. Primero en El Mundo anunciando que si no produce la necesaria regeneración de la formación “algo haríamos”, en respuesta a la posibilidad de crear su propio partido. Y también ha pasado este miércoles por los micrófonos de Radio Nacional de España, donde ha alertado de que el próximo congreso de su partido, que "está retrasadito", deberá acometer una regeneración "a fondo" en términos ideológicos, de principios y de estructura interna, de democracia y de personas". Durante esta ronda en los medios la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid ha dejado claro por donde pretende que vayan los cambios, al menos los ideológicos, llamando a convertir el PP en el referente liberal de la política española y pescando en “el caladero de votos” de Ciudadanos. También ha dado por hecho que Rajoy no será presidente más allá de una legislatura más y el partido debe abordar el debate de la sucesión para encontrar “un líder que ilusione, que sea alguien”.

Los estatutos del PP marcan que los congresos deben ser cada tres años y el último fue en Sevilla en 2012, es decir, que correspondía en 2015. Pero desde Génova 13 apuntan a ELPLURAL.COM que “no es la primera vez” que se retrasa un congreso por circunstancias especiales. En este caso no parece que Rajoy vaya a convocar el congreso antes de que quede resuelto el asunto de la gobernabilidad del país y si reedita gobierno o hay terceras elecciones.

Aguirre ha abierto ya el melón del congreso y lo ha hecho en una dirección ideológica muy determinada. No es el único movimiento significativo que se ha producido en ese terreno en el partido en los últimos días, y es que se acaba de aprobar la desvinculación del PP de la que ha venido siendo su fundación ideológica de referencia en los últimos lustros, la FAES que preside José María Aznar, quien el año pasado ya reclamó un congreso para “repensar” el PP. El divorcio se ha presentado como amistoso y con posibilidad de “seguir colaborando en el futuro desde sus respectivos ámbitos de actividad” pero llega tras años de discrepancias públicas entre Aznar y a quien en su día eligiera como su sucesor, Rajoy. La fundación renuncia al dinero público y no tendrá ya vocales natos del PP en su dirección, aunque los cambios se consumarán el año que viene. Aguirre forma parte actualmente del patronato de la fundación junto a entre otros Pedro Schwartz, el que fuera su mentor político en la Unión Liberal.

Arenas movedizas e intereses cruzados en el terreno liberal
El debate liberal que intenta abanderar Aguirre en el PP -y que tradicionalmente recaía también en la FAES- será en cualquier caso complejo. Lo primero por el hecho de si tras su gestión en la Comunidad de Madrid realmente tiene una proyección pública para representar el ‘no intervencionismo’, lo mismo que se puede achacar al propio Aznar. Lo segundo porque es un terreno en el que tiene competencia en el mismo PP de Madrid. Además de hacer ya la competencia con su discurso a Ciudadanos, Cristina Cifuentes se llevó por ejemplo el gato al agua con el fichaje de Daniel Lacalle, un economista neoliberal con tirón mediático al que Aguirre pretendió sumar a su equipo. Lacalle comparte con Schwatz presencia en la dirección de Civismo, otro de los think tanks de la órbita del PP que reivindican los argumentos neoliberales y que mantiene una buena relación con Aguirre, que se cuenta entre los galardonadas por esta fundación.

Durante las disputas relacionadas con el Congreso de Valencia en el que los aguirristas intentaron moverle la silla a Rajoy la dirección del partido ya reivindicó sus propias voces liberales como José María Lassalle. Una ruptura del PP en ese sentido no sería nada fácil. En cualquier caso ya se produjo una escisión con Vox, en esa ocasión también con cargos vinculados a Aznar de por medio y con las diferencias en política antiterrorista como principal motor, aunque la iniciativa no ha cuajado electoralmente. Alejo Vidal-Quadras, el principal promotor de Vox junto al también expopular Santiago Abascal, sigue por cierto figurando en el patronato de FAES, no así Baudilio Tomé, suspendido de sus funciones tras pasarse a las filas marianistas.