Dentro de la gran crisis que padece el PSOE no todo son malas noticias. La cooptación del asturiano Javier Fernández al mando de la Gestora debe ser y es un motivo para la esperanza. El Partido Socialista con casi 150 años de historia no es una anécdota en el quehacer de España.

En efecto. El presidente del Principado de Asturias concita muchos de los consensos básicos que han estallado tras el bochornoso y aún obsceno Comité Federal de un sábado reciente. Fernández no es un recién llegado al partido-su abuelo fue fusilado por las tropas franquistas y su padre sufrió exilio-y no es menos de izquierda que otros que propugnaron la continuidad de Pedro Sánchez en muchos casos como plataforma para asegurarse su futuro político y económico.

Realismo

Fernández tiene dos características sumamente importantes en la actual coyuntura que padece la socialdemocracia española: realismo y sensatez. Como buen asturiano sabe que detrás de la niebla se esconden los picachos y que en un demócrata que se precie los votos son los votos. Lo ha dicho claramente: la opción del “gobierno frankestein” (Rubalcaba dixit) es pura entelequia.

Junto a Javier Fernández aparecen otros nombres de singular importancia por lo que representan en el vasto y ahora cariacontecido mapa socialista. Desde Mario Jiménez, el hombre de Susana Díaz a Ignacio Urquizu, el diputado/sociólogo por Teruel, profesor de la Universidad Coplutense, que estos días recorre todos los platós y estudio de radio para mantener viva la llama PSOE.

Podemos

Todos ellos saben que la gran amenaza que se extiende para su partido es PODEMOS. Pero el PSOE, en sus peores momentos, ha mantenido el 22,6 por ciento de los votos y ese suelo da para mucho. Dicho en román paladino: el PSOE es mucho PSOE. Daría la sensación de que el complejo ante las huestes que atenazaron las fuerzas de Pedro Sánchez puede saltar por los aires. Pero, en efecto, es una amenaza nada teórica.

Fernández reivindicó ayer en el diario El Pais la vigencia de la socialdemocracia frente a los “populismos” a los que definió como una “simpleza” política que no admite matices. Para inmediatamente argumentar que la cultura del partido que ahora mismo tiene entre sus manos es “representativa” alejada de lo “plebiscitaria”. Resulta toda una declaración de intenciones.

Posicionamiento

En este contexto, el hecho cierto es que tras una semana de aterrizaje la Gestora va tomando cuerpo. Es verdad que algunos de los más conspicuos “sanchistas” están virando posiciones. Cosa lógica. Los mismos que defendían que el Comité Federal era solvente y la instancia máxima para fijar posiciones ahora reclaman una decisión de la militancia.

¿Por qué? Sencillamente porque consideran que el defenestrado Pedro Sánchez todavía tiene opciones de volver al puente de mando.

Así están las cosas.