Parece que 2023 es un año que va a quedar inevitablemente marcado por la Guerra de Ucrania, conflicto que ya dura 266 días de horror. No obstante, también parece estar marcado por el número setenta. Setenta años de reinado de Isabel II, setenta años recién cumplidos del presidente Vladimir Putin y setenta la década a la que parece el mundo volver por sus semejanzas con la guerra fría.

Las voces de alarma se han disparado ante un Putin arrinconado y acorralado en el transcurso de una guerra que tiene visos de alargarse en el tiempo. Un Putin con un poder nuclear que, tal y como ha advertido el presidente de los EEUU, Joe Biden, no hay que menospreciar. Ante el temor generalizado de una amenaza nuclear, con la búsqueda masiva de pastillas de yodo para evitar la radiación, la pregunta que pasa por las cabezas resulta obvia ¿Cuánto poder nuclear tiene Putin? Y ¿Qué pasará si decide apretar el famoso ‘botón rojo’?

El armamento nuclear ruso

Aunque desde la Administración rusa no existen datos oficiales, la inteligencia estadounidense estima que Rusia tiene en su poder hasta 5.977 ojivas nucleares, a las que hay que restarle al menos 1.500 que se encuentran inactivas y en proceso de desmantelamiento.

De las aproximadamente 4.500 restantes, la mayoría se consideran armas nucleares estratégicas, que generalmente se asocian con la guerra nuclear, que pueden ser dirigidas a largas distancias. Armas nucleares de las cuales, 812 estarían asignadas a misiles balísticos terrestres, 576 a misiles balísticos lanzados desde submarinos y unas 200 a bases de bombarderos pesados.

Además, el régimen de Putin ha ido mostrando orgulloso durante los últimos años algunas de la armas con las que se ha modernizado su ejército, muchas de ellas suponen un gran poder armamentístico al poder portar explosivos nucleares y convencionales. Entre las armas más destacadas de los militares afines a Putin se encuentran:

  • Submarinos equipados con misiles balísticos de clase Borei. Estos misiles tienen un alcance de 8.000 kilómetros y con capacidad de transportar entre 6 y 10 cabezas nucleares
  • Misiles intercontinentales Yars con un alcance estimado de 12.800 kilómetros.
  • Misiles hipersónicos Avangard con un alcance de aproximadamente 10.000 kilómetros que, de acuerdo con el propio Putin, son capaces de superar el escudo antimisiles estadounidense. Pueden alcanzar las capas más densas de la atmósfera y superan 20 veces la velocidad del sonido, pudiendo llegar a territorio estadounidense en 15 minutos.
  • Misiles de alta precisión Kalibr. Con un alcance de entre 2.000 y 2.600 kilómetros, que pueden ser instalados en submarinos militares
  • Misiles de corto alcane Iskander. Con un alcance de entre 280 y 400 kilómetros, son misiles transportables por tierra en camiones para su despliegue táctico.
  • Misiles balísticos Sarmat. Misiles balísticos intercontinentales de un alcance "prácticamente ilimitado" (aproximadamente 17.000 kilómetros), según el propio Putin, lo que, de nuevo, le permitiría traspasar el escudo antimisiles estadounidense.

Como activaría Putin la guerra nuclear

No obstante, la decisión del mandatario ruso no puede ser tomada por sí mismo sin ningún mecanismo de consulta ni de control. Sin embargo, a la hora de hablar del inicio de la guerra nuclear, el primer protagonista indiscutible es el maletín.

El maletín que acompaña a Putin en todos los desplazamientos -como si de una mascota se tratara- responde al nombre de Cheget, un monte de la cordillera del Cáucaso. El maletín nuclear es portado por un teniente coronel que ha de estar siempre en el campo visual del mandatario en caso de que este desee ordenar el ataque.

Pensar en Cheget es pensar en el famoso ‘botón rojo’ que arrancaría la guerra nuclear. Sin embargo, lo cierto es que ni tal botón es rojo, ni único. El maletín cuenta con una serie de botones en los que Putin deberá de introducir una serie de códigos que serán recibidos en un centro militar que es el que tomaría la decisión de efectuar el ataque.

No obstante, hay tres maletines nucleares. El primero en manos de Putin, mientras que los otros dos estarían en el poder del ministro de Defensa ruso y del jefe del Estado Mayor, Serguéi Shoigu y Valeri Guerásimov, respectivamente. Hasta que los tres no introduzcan sus códigos la orden no se efectuará, aunque parece ser que el Gobierno ruso se haya supeditado a los deseos de Putin.

Si pasa el filtro, la orden llegaría al Centro Militar del Estado Mayor, que tendría que decidir qué bombas se lanzan y hacia dónde. Una vez tomada la decisión se desplazarían los efectivos al lugar que el centro militar decida.