Las protestas han vuelto a las ciudades rusas desde que Vladimir Putin anunciara el que es el primer reclutamiento militar desde la Segunda Guerra Mundial. Este sábado se ha saldado con al menos 821 personas detenidas en protesta contra la orden del presidente ruso ante su notable debilitamiento en la guerra que inició contra Ucrania hace ya siete meses.

El grupo independiente de monitoreo de protestas OVD-Info ha dicho que está al tanto de las detenciones en 34 ciudades diferentes, desde San Petersburgo hasta Siberia. Y es que las manifestaciones no autorizadas son ilegales según la ley rusa, que también prohíbe cualquier actividad que se considere que difama a las Fuerzas Armadas.

En este contexto, las autoridades han endurecido la normativa y ahora consideran que acudir a una manifestación es sinónimo de “desacreditar” al ejército, un delito que desde la aprobación de las leyes represivas de marzo puede castigarse con hasta 15 años de privación de la libertad.

Fue horas antes de que comenzaran las protestas cuando el propio Putin firmó un paquete de enmiendas sobre el servicio militar, donde señala que se pueden imponer de penas de prisión de hasta 10 años por no comparecer para el servicio militar obligatorio. También se han planteado castigos similares para aquellos que acudan al frente y se rindan voluntariamente ante el enemigo o deserten.

Detenciones este sábado

El mayor número de detenciones se ha producido en la capital, Moscú, donde la policía antidisturbios ha detenido a casi 400 personas y donde se desplegó un ingente dispositivo policial que ha detenido hasta a ciudadanos que simplemente pasaban por el bulevar Chistíe Prudy, el lugar donde se había convocado la concentración, tal como informa Efe.

En San Petersburgo, la segunda ciudad más grande del país, la cifra de detenidos ha ascendido hasta los 142. Aquí, la policía ha utilizado porras y táseres, según informan medios locales, para desmontar la manifestación que ha transcurrido bajo el lema “Asamblea de mujeres de negro”. “¡Mujeres, basta ya de aguantar! ¡Basta de callar! No queremos que nuestros hombres mueran por juegos de los políticos. ¡Salid de negro a las plazas!”, llamaban a la convocatoria.

En la jornada anterior de protestas, ya que la de este sábado era la segunda, fueron detenidas en torno a 1.400 personas en todo el país. Esta concentración se celebró el pasado jueves, justo un día después de que el jefe del Kremlin anunciara la movilización parcial de la población rusa. “Usaremos todos los medios para defendernos, y no estamos fanfarroneando”, aseguraba Putin, añadiendo que se defenderán “con todos los medios” con los que cuentan en Rusia.

A la caza del pobre

Las localidades más desfavorecidas de Rusia protagonizan las imágenes más tétricas de esta fase de la guerra; reclutas cabizbajos afrontando con resignación y pesar su incierto destino. Blagoveshchensk es una de esas ciudades, una región próxima a la frontera con China, cuyos vecinos han rellenado un autobús con dirección a la incertidumbre del frente.

En regiones como Artem o Daguestán, las lágrimas y los abrazos imperan tras la llamada del Kremlin. Los nuevos soldados tienen una hora para preparar su macuto y desplazarse hasta los centros de reclutamiento. La tristeza no esconde el sentimiento de ira de parte de la ciudadanía rusa, que incluso se atreve a plantar cara a un funcionario que narraba las bondades de la guerra. “No tenemos un presente, ¿de qué tipo de futuro están hablando?”, replicaba un hombre a una mujer que medió en la disertación.

Entre tanto, en Moscú, fuerzas del orden patean las calles en busca de nuevos soldados. Ataviados con tablets y en grupos de dos o cuatro, paran en el metro a todos aquellos viajeros que carezcan, al menos, de apariencia de eslavos. Muchos de ellos son extranjeros y algunos pueden marchar previa inspección de sus documentos. Ciudadanos de regiones orientales de Rusia, en ocasiones inmigrantes laborales, también son objeto de análisis exhaustivo, comprobando si sus nombres están o no en la lista negra, donde, por cierto, sí se encuentran los detenidos en las primeras protestas contra la guerra tras el anuncio.