11 niños han sido encontrados en un campamento en el condado de Taos, Nuevo México (EE.UU) en condiciones deplorables. Hacinados en un chamizo y rodeados por neumáticos, sin electricidad y con escasez de agua y comida, los menores eran entrenados con armas de fuego para así en el futuro atentar en colegios.

El País recoge las declaraciones de Jerry Hogrefe, sheriff del condado: “Las condiciones de pobreza más tristes que he visto en mi vida”. La policía descubrió la desoladora estampa, varios niños desnutridos y vestidos con harapos, de entre 1 y 15 años, uno de ellos muerto. “Parecían refugiados del tercer mundo”, apunta. Para conocer el origen de la historia debemos remontarnos a diciembre del pasado año.

Una mujer de Atlanta denunció que su marido, Siraj Ibn Wahhaj, había secuestrado a su hijo de 3 años. El hombre, antes de irse, dijo que el niño necesitaba un exorcismo porque estaba poseído por el demonio. Y desapareció. Ocho meses más tarde, gracias a la investigación del FBI, se descubrió el escondite de Siraj Ibn Wahhaj. Cerca de un pueblo minúsculo llamado Amalia estaba Ibn Wahhaj, en compañía de otro hombre y tres mujeres, presumiblemente las madres de los 11 niños, todos amparados por la protección de cuatro pistolas y un rifle de asalto AR-15 con 30 cargadores.

Tras investigar la zona, la oficina del sheriff anunció el descubrimiento del cuerpo sin vida de un niño. Todo hace pensar que es el pequeño de 3 años, secuestrado el pasado diciembre. La policía señaló a los autores del delito como “extremistas de creencia musulmana” y a Siraj Ibn Wahhaj como líder de una extraña secta.