La polémica sobre los inicios de la historia del país oceánico no se ha contado toda la verdad, sostiene William Coleman, profesor asociado de la universidad nacional de Canberra. Los libros de texto recalcan que el bautismo de Australia, como nación independiente se fraguó en 1901, cuando se unieron las colonias británicas de Nueva Gales del Sur, Victoria, Australia del Sur, Queensland, Australia Occidental y Tasmania.

Sin embargo, el académico escribe en su libro titulado Federation of Australia, que la unión de las distintas demarcaciones coloniales dista mucho de ser un estado o nación independiente con todos los poderes que implican de cara al interior y al exterior. El académico australiano añade, que el gran acontecimiento de los inicios del siglo 20 fueron en realidad una chapuza junto a un gran despliegue propagandístico, para ensalzar el imperio británico en lugar del nacionalismo australiano

En este aspecto, subraya que el hecho que las autoridades de la época izaran la bandera de Unión Jack, representada por los santos patronos de Inglaterra, Escocia e Irlanda, demuestra a las claras, las intenciones del Imperio. Una demostración y un símbolo que las autoridades británicas enarbolaron en un centenar de escuelas, y al mismo tiempo, seguir avanzando en sus ideales de extender los dominios Imperiales que, por aquella época, conformaban: Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Sudáfrica y la isla de Terranova.  Cada país, cada gobierno se administraba por sí mismo, pero, bajo la mirada de un superstar internacional, que dominaba a sus anchas el imperio británico. Un imperio que se extendía a lo largo y ancho de la quinta parte del mundo, según relata en su libro el profesor Coleman.

Otro de los argumentos que propone el autor sobre el desarrollo histórico de Australia, es seguir al pie de la letra la gobernanza de los dos mandamientos principales del sistema de Westminster: las fuerzas del ejército y las relaciones internacionales

Reacciones a favor y en contra del autor del libro

Michael Easson, en su publicación resalta que las ideas de William Coleman son radicales y no reflejan el entusiasmo y el nacionalismo australiano que se vivió a principios del siglo, cuando dio comienzo el periodo de la Federación. Además, sugiere que las perspectivas del autor van acordes con los sentimientos de marxistas, feministas y aborígenes. En este sentido, portavoces y grupos de presión que defienden los derechos de los nativos recalcan que hasta 1967, cuando por primera vez tuvieron derecho a votar en las elecciones generales, sufrieron contagios y enfermedades devastadoras y la pérdida de sus tierras. Por su parte la publicación independiente Connorcourtrefleja dos opiniones apoyando la tesis del profesor australiano como auténtica realidad de los hechos narrados en el libro. Por otro lado, Deborah Garret, profesora de historia de la Universidad de Notre Dame, también sintonizaba con las ideas del libro de William Coleman, en lo que respecta a la falta de valores identitarios. Valores y sentimientos australianos, que comenzaron a reverdecer a comienzos de la Segunda Guerra Mundial.

Australia Occidental, enfrentada con el Gobierno federal

Las autoridades de la demarcación estatal, que cubre aproximadamente un tercio del inmenso continente isla, desde sus comienzos fueron, a contracorriente, en sus relaciones con las autoridades federales. En principio lamentaban que les discriminaban por entender que no recibían las mismas prestaciones que el resto de las demarcaciones estatales, a pesar de las cuantiosas contribuciones que hacían al gobierno de la nación. Puestas así las cosas en 1933, las autoridades estatales decretaron un referéndum para separarse de la Administración Central. Sin embargo, y a pesar que la ciudadanía votó a favor de la consulta el gobierno federal, junto a las autoridades del imperio británico decidieron anular los resultados del referéndum. 

La académica Deborah Garret, comentando las frustraciones de los habitantes de Perth, así como el resto de ciudades y zonas comarcales de la demarcación occidental, dijo que además de los problemas que tuvieron que lidiar con el gobierno central se sentían muy aislados del resto del continente. Su situación geográfica era muy complicada. Solo se podía entrar en barco, excepto claro, que algún viajero o explorador quisiera llegar a través del Outback. Por otro lado, añadió que, durante muchos años las autoridades estatales, profesaban más admiración por Gran Bretaña, que al régimen federal australiano. Y para demostrarlo ordenaron la milicia, para que los jóvenes apoyaran a Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial. Una medida que el resto de los gobiernos estatales se negaron a poner en práctica.

Dejando atrás el desarrollo de los acontecimientos a través de la historia la demarcación estatal de Occidente, hoy en día se ha convertido por sus riquezas en la envidia del resto de Australia y el mundo. El producto interior bruto el año pasado fue del orden del 4,3%, un porcentaje por encima de los países más desarrollados, siendo las aportaciones actuales del gobierno federal de alrededor de 100000 millones de dólares por las explotaciones mineras, según informa la Cámara de Comercio de Energía y Minerales. Son, mayormente, más de 50 explotaciones mineras, incluyendo carbón, hierro, gas, aluminio, níquel, bauxita, diamantes y oro.