El estado de salud de Joe Biden ha sido el culebrón de los últimos tiempos en el Partido Demócrata. En numerosas ocasiones, el máximo mandatario estadounidense luce desubicado, se traba al hablar y parece moverse con dificultades, problemas propios de su avanzada edad que han hecho correr el rumor de si podría ser sustituido en plena carrera electoral. Sin embargo, la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, ha querido desmentir estas dudas, intensificadas especialmente después del debate televisivo de la pasada semana, donde la actuación de Biden fue, cuanto menos, cuestionable, aunque desde las filas demócratas lo achacan únicamente a "una mala noche por un resfriado", una teoría que no termina de convencer.
El ruido va en aumento, con una presión cada vez mayor sobre el candidato, y The New York Times llegó a publicar que el propio Biden está "sopesando si seguir en la carrera", según un allegado que decidió permanecer en el anonimato, información que ha sido desmentida rotundamente por la Casa Blanca. "Esa afirmación es absolutamente falsa. Si The New York Times nos hubiera concedido más de siete minutos para comentar, se lo habríamos dicho", argumentó un portavoz de Washington.
De hecho, la pieza del diario neoyorquino recoge que "si Biden sigue cometiendo lapsus como los del debate frente a Donald Trump, con frases sin acabar, titubeos y falta de agudeza mental, en un par de actos más esta misma semana, podría no ser capaz de salvar su candidatura", según la misma fuente anónima. Sin embargo, también asegura que Biden quiere mantenerse como candidato, pero que "es conocedor de que si vuelven a pasar estas cosas, no lo conseguirá".
Contra las cuerdas y sin demasiada alternativa
Después del debate, es cierto que Biden ha sido capaz de demostrar algo más de entereza en sus intervenciones públicas, pero le quedan aún pruebas por superar. Este viernes concederá una entrevista a George Stephanopoulos, de la cadena ABC, y la rueda de prensa que dará la semana próxima en la cumbre de la OTAN será una prueba de fuego para comprobar si puede leer un texto en pantallas al mismo tiempo que compone un discurso coherente y no se atasca. Del mismo modo, probablemente persiguiendo transmitir esa misma sensación de entereza, Biden ha intensificado su agenda con actos de campaña en Madison (Wisconsin) y Filadelfia (Pensilvania), dos Estados clave.
Si el presidente es incapaz de responder a las preguntas de Stephanopoulos o titubea en los mítines, la presión aumentará y el Partido Demócrata tendrá que tomar una decisión, en palabras de la fuente cercana a Biden. Su rendimiento en estos actos servirá para aclarar si el problema del debate, que ya viene repitiéndose con anterioridad, es algo puntual o no.
Karine Jean-Pierre fue preguntada en rueda de prensa si Biden padece alzhéimer, demencia o alguna otra enfermedad neurodegenerativa. "No. Y espero que le estén haciendo la misma pregunta al otro tipo", respondió contundentemente, en referencia a Donald Trump. El Times firmaba también que "los lapsus que sufre parecen ser cada vez más frecuentes, más pronunciados y más preocupantes. Esos episodios no son predecibles, pero parecen más probables cuando se encuentra en medio de una gran multitud o cansado tras un programa especialmente agotador".
Las dudas crecen y los problemas se acumulan en el Partido Demócrata. Por un lado, es evidente que el estado de forma de Biden no es óptimo y, de hecho, está muy lejos de serlo, pero por otra parte, no existe una alternativa clara y con el suficiente calado como para asumir tal responsabilidad. El presidente se aferra a tres vías discursivas para no retirarse: que la intención de voto no ha caído mucho pese al desastre del debate, que la mayoría de los votantes demócratas quieren que siga y que las alternativas tampoco podrían ganarle a Donald Trump. Un asesor demócrata, Dmitri Mehlhorn, aseguró que su sucesora natural, Kamala Harris, no cala. "Es más amenazante para esos votantes indecisos que un Joe Biden muerto o en coma. Así que si Joe tiene que irse, será Kamala y si es Kamala, será más difícil", argumentó.
¿Michelle Obama?
Una buena parte de los votantes estadounidenses valora que Biden debería retirarse de la carrera electoral, pero la mayoría de los demócratas aún le respalda. En concreto, dos de cada tres votantes demócratas considera que debería continuar, mientras que la contraparte, uno de cada tres, opina lo contrario. Sin embargo, ningún demócrata electo podría medirse electoralmente a Donald Trump, según una encuesta de Reuters/Ipsos.
Solamente un nombre parece tener posibilidades en un hipotético enfrentamiento directo: Michelle Obama. La ex primera dama superó a Biden y aventajó a Trump por un 50% a 39%, pero ha manifestado en reiteradas ocasiones que no pretende presentarse a las elecciones. Harris, por ejemplo, aventajó a Trump en un punto porcentual, 42% a 43%, una diferencia comprendida en el margen de error de 3,5% de la encuesta, lo que lo convierte en un dato similar al que obtendría Biden.
Por su parte, el gobernador de California, Gavin Newsom, una de las figuras del Partido Demócrata que podría asumir el liderazgo de la formación en el futuro, obtuvo unos resultados ligeramente peores, con un 39% frente al 42% de Trump, y la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, se situó por detrás de Trump con un 36% frente a un 41%, mientras que el gobernador de Illinois, J. B. Pritzker, obtuvo un 34% de apoyo frente al 40% del republicano.
Así las cosas, la situación es difícil de predecir para los Demócratas. Con un candidato en una situación muy comprometida y sin que parezca haber un relevo natural lo suficientemente fuerte como para derrocar a Trump, el teléfono de la Casa Blanca se encuentra en máximos de actividad, trazando estrategias para llegar en buen estado a las presidenciales de noviembre.