María Guardiola ha sacudido al PP de Extremadura con unas listas que renuevan más de la mitad de sus nombres y dan entrada a perfiles ajenos al partido. La decisión de la presidenta autonómica y aspirante a la reelección ha encendido las críticas internas, donde muchos interpretan esta estrategia como un casting improvisado que margina a la militancia histórica.

La renovación afecta al 53% de las candidaturas del PP de Extremadura para las elecciones del 21 de diciembre, en una apuesta de María Guardiola por combinar experiencia institucional con incorporaciones externas sin militancia previa. En las listas por Cáceres y Badajoz figuran nombres como el atleta paralímpico Joaquín “Kini” Carrasco, la creadora de contenido Zulema Romero, varios consejeros actuales y dirigentes provinciales del partido. Durante su presentación en Mérida, Guardiola defendió esta fórmula como una propuesta de “seriedad y solidez” que refuerza la identidad extremeña y busca sumar confianza para revalidar el gobierno.

Nombres polémicos que reabren viejas heridas

Sin embargo, este enfoque ha generado un notable malestar entre los sectores más veteranos del PP regional. La inclusión de personas sin trayectoria en el partido, como Carrasco y Romero, ha sido recibida con sorpresa y descontento. Algunos militantes consideran este movimiento como un “casting” que desprecia la trayectoria de quienes han trabajado desde dentro, “pateándose los pueblos” y manteniendo la estructura del partido durante sus años más difíciles en la oposición.

Además del componente simbólico, las críticas se centran en la falta de experiencia política y de gestión pública de algunos de los nuevos nombres. En sectores internos se cuestiona si figuras como Carrasco o Romero estarán preparadas para asumir responsabilidades parlamentarias y representar adecuadamente “los postulados del PP” en un entorno legislativo complejo.

Guardiola “blinda” a sus consejeros ante un posible revés electoral

Otro de los focos de tensión es la decisión de Guardiola de incluir en puestos de salida a todos los consejeros y consejeras que la han acompañado durante estos dos años y medio de legislatura. Este movimiento es interpretado por voces del partido como un intento de “blindaje político” ante un posible resultado adverso en las urnas. Según esta lectura, la presidenta busca asegurar a su núcleo duro una continuidad institucional como diputados autonómicos, incluso aunque el PP no consiga formar gobierno tras el 21 de diciembre. La estrategia ha despertado recelo entre quienes consideran que se está anteponiendo la fidelidad personal a la meritocracia interna del partido.

La polémica también ha salpicado a nombres concretos. En el caso de Badajoz, ha generado inquietud la elección de Manuel Naharro como número tres. Naharro ha estado vinculado a distintos escándalos durante la legislatura, lo que ha llevado a parte de la militancia a cuestionar su permanencia en una posición tan destacada. Para ser más precisos, el dirigente popular llegó a ofrecer un puesto de chófer en la Asamblea de Extremadura a cambio de “echar un polvo”, entre otras lindeces.

Las prisas y la improvisación también se han hecho evidentes en algunos errores de forma. Uno de los episodios más comentados fue la inclusión inicial de Laura Pascual Nebreda como número 7 por Cáceres. Horas después de difundirse las listas, el PP tuvo que corregir la candidatura al conocerse que Pascual no estaba empadronada en la comunidad autónoma, un requisito legal para concurrir en las elecciones. La rectificación forzada ha sido vista como un síntoma de falta de rigor en el proceso de selección.

A ello se suma otro fichaje que ha levantado ampollas: el de María Rosa Quintero García, incluida como número 24 por Badajoz. Hasta hace pocas semanas, Quintero era militante de Juventudes Socialistas y es hija de una histórica dirigente de UPA vinculada al PSOE extremeño. Su fichaje ha causado un fuerte malestar entre los afiliados, que la tildan de “chaquetera” y ponen en duda sus motivaciones para integrarse en el PP. Fotografías suyas en actos junto a dirigentes socialistas como Alfredo Pérez Rubalcaba, Guillermo Fernández Vara y Miguel Ángel Gallardo han circulado entre las bases como ejemplo del malestar generado.

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