El sábado 22 de noviembre llevaba tiempo marcado en magenta en las agendas de los integrantes del Movimiento Sumar. En una semana de zozobra política, con la condena al fiscal general del Estado y nuevos informes de la UCO sobre el caso mascarillas, la plataforma que encabeza Yolanda Díaz zarandea el tablero con vistas al ciclo electoral cuyo pistoletazo de salida se dará desde Extremadura el próximo mes de diciembre. El partido mayoritario del Grupo Plurinacional en el Congreso ha reforzado su hoja de ruta de cara a la concatenación de comicios que se avecina. En una conferencia política celebrada en Madrid, la fuerza progresista moderniza su apuesta por impulsar una alianza de movimientos de izquierdas que trascienda lo meramente electoral. Es decir, una coalición “estable” a la izquierda del Partido Socialista que no se ciña a un matrimonio de conveniencia, sino que desarrolle un trabajo y un proyecto “comunes”. Idea que llega de la mano junto a un ramillete de propuestas de calado social que pivotan – especialmente – sobre los más jóvenes, y que sacan lustre al argumentario de la plataforma a modo de llamada para dar la batalla cultural en el terreno digital y mediático, al margen de incluir medidas que quedaron en el tintero como la creación de una renta básica de 550 euros al mes entre los 18 y los 21 años.

Todas las fuerzas políticas buscan resignificarse ante la nueva llamada a las urnas, con la que podría aterrizar un presumible adelanto de las generales. El momento es fundamental para todos, pero especialmente para el espacio – hoy roto – a la izquierda del PSOE. Sobre esas mismas ruinas, los magentas pretenden reconstruir no sólo una alianza de partidos que confluya al unísono electoral, sino que supongan los cimientos para edificar una casa común de las fuerzas progresistas. En definitiva, un proyecto político compuesto por una izquierda “plural, democrática y cooperativa”, capaz de ser el pegamento de todas las sensibilidades políticas, territoriales y sociales. Eso sí, debe articularse bajo unas “reglas comunes”. La idea que manejan en Sumar es que cada organización que se cobije bajo este techo mantenga su seña de identidad, pero con unos “objetivos, principios” y mecanismos de funcionamiento “compartidos” que se construyan desde el “respeto a las realidades de cada nación y territorio” y predomine una “vocación política común” que tenga como finalidad “consolidar un sujeto político estable”.

Una nueva hoja de ruta

En su concepción, Sumar asienta sus bases sobre cuatro ejes, que han de arrancar por el blindaje y apuntalamiento de la Mesa de Partidos – organismo que a día de hoy ya funciona – a modo de “primera fase” de un espacio “confederal de decisión y coordinación”. Un lugar en el que todas las fuerzas integrantes estén perfectamente representadas. Para ello, apuestan por que tal órgano tenga un mandato que se oriente a la construcción de espacios para “la reflexión y acción conjunta” en todos los estratos y que, a su vez, emane de ella una propuesta de “candidatura común” para reforzar poder institucional y “revalidar” la alianza con los socialistas en el Gobierno en el 2027.

Al mismo tiempo, los magentas apuestan por un trabajo rutinario que sirva como preludio de una eventual “fase constituyente”, abonada con campañas, conferencias políticas, foros abiertos… En definitiva, movilización e “implicación” activa de la militancia de todas las sensibilidades que compongan el futuro proyecto. Tan sólo así, esgrimen desde Movimiento Sumar, se construirá un camino hacia la consolidación de una “cultura común” a todo el espacio progresista. De ahí parte la siguiente arista, que pivotará sobre cómo engrasarán los engranajes a todos los niveles – estatal, autonómico y municipal -, hasta hacerlos girar como parte de un todo que, a su vez, evite “competencia electoral” y garantice “tanto la representación conjunta” como la “cooperación con los procesos territoriales más asentados y con más hegemonía” en función de cada territorio. En último término, según expresan en el texto, se reafirman en la “vocación de permanencia” en el tiempo de esa casa común progresista. Siempre – subrayan - de manera acompasada y organizada.

Estas son las líneas maestras de un plan al que todavía rodea mucha incertidumbre. Especialmente por otros actores políticos. Está por ver qué partidos están dispuestos a reeditar la alianza con los magentas y, sobre todo, pululan las incógnitas de Podemos y de Izquierda Unida. Dos piezas claves en el engranaje que pretenden construir. Los morados, por su parte, concurrirán de la mano de IU en Extremadura e incrementan con vehemencia su apuesta de Irene Montero como candidatura. Por otro lado, será Antonio Maíllo, coordinador federal de IU, quien encabece la lista del espacio progresista para la Junta de Andalucía.

Emancipación de jóvenes y trabajadores

Juego político mediante, en Sumar han resignificado sus líneas maestras en materia de derechos. Nuevos horizontes que conquistar que culminan en la erradicación de la desigualdad, que identifican como una “fábrica de votos de la antipolítica” y, al mismo tiempo, aliado de confianza de las derechas. El acceso a la vivienda cobrará una importancia especial, pero también resucitan la prestación por crianza y percuten en otras iniciativas como la reducción de jornada laboral – esta vez a 32 horas -, a pesar de que el Congreso tirara a la basura la propuesta del Ministerio de Trabajo.

Entre el rosario de propuestas que ponen sobre el tapete los magentas, destaca la implantación de una renta básica juvenil de 550 euros mensuales desde los 18 hasta los 21 años. Al menos, así servirá como “punto de partida” para la creación de una “renta básica de ciudadanía para el conjunto de la sociedad”. En este sentido, redoblan su apuesta por la conquista del electorado más joven, escorado a Vox según las encuestas, y lo etiquetan como una “prioridad política y social”. Dicho de otro modo, una llamada a dar la batalla cultural tanto en las redes sociales como en el ecosistema mediático, con el objetivo de contrarrestar y confrontar los discursos del odio de la ultraderecha y de recuperar la calle como plataforma de “organización, acción y responsabilidad”.

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