No hubo veto a la cuestión de confianza, pero Junts ha elevado la apuesta pequeña en esta mano que se disputa con el PSOE. O se disputaba. El expresident de la Generalitat Carles Puigdemont se ha mostrado tajante ante los medios de comunicación tras la reunión de la permanente de su partido, anunciando que toda “negociación sectorial” con los socialistas queda automáticamente suspendida. Esto implica que, entre otras cuestiones, los juntaires cierren la puerta al proyecto de Presupuestos del Gobierno de manera definitivo. Al menos, a priori. Sin embargo, mantiene la línea con Ferraz y Moncloa para desencasquillar las carpetas de la amnistía y del catalán en la Unión Europea, aunque advierte que el riesgo de ruptura es real.
No es un game over, pero sí quizás el último paso hacia el fin de la partida. Junts per Catalunya endurece el tono contra el Gobierno, pero no rompe las negociaciones y ni mucho menos pone en jaque a la legislatura. Al menos, no por el momento. Desde Bruselas, el presidente de los neoconvergentes anunciaba la suspensión de las negociaciones en materia presupuestaria y de otros asuntos de índole sectorial con el PSOE, mientras impulsan la convocatoria de una reunión urgente del “mecanismo de Suiza” para que ejerza la mediación y “verificación de los acuerdos”. “Suspendemos las negociaciones con el PSOE”, verbalizaba el exdirigente catalán.
Relaciones suspendidas
La cuestión de confianza es el detonante de una nueva pataleta de Junts, que durante este primer año de legislatura se ha sabido con capacidad para erosionar la fortaleza de un Gobierno que mengua en cada pleno del Congreso de los Diputados. Puigdemont araña, pero no rasga las vestidura de Sánchez, que mantiene el camisón intacto pese a todo. El líder independentista sabe que el presidente del Gobierno le necesita y precisamente por ese motivo ha anunciado una suspensión de las negociaciones y no una ruptura de negociación. Defiende que los juntaires han tomado la determinación levantarse de la mesa de negociaciones para forzar al PSOE a adoptar una medida concisa a la proposición no de ley de los neoconvergentes para urgir al presidente a someterse a la confianza de la Cámara.
Esta -la cuestión de confianza- es de hecho la crítica troncal de los neoconvergentes, que activan de inmediato su palanca de la reunión en Suiza con un mediador para estudiar el cumplimiento de los acuerdos de investidura suscritos con Sánchez. Hasta entonces, todo queda en el aire, incluyendo los Presupuestos Generales del Estado. Todo lo que no tenga un “carácter sectorial” se paralizará. Es decir, tan sólo mantiene vivas la ley de amnistía y las negociaciones para impulsar el catalán como lengua oficial de la Unión Europea.
En este sentido, el expresident aclara que las cuentas públicas no se van a negociar. Tampoco decretos e iniciativas legislativas. “Que no nos busquen”, remató el líder de los juntaires. Así, la decisión adoptada tras la reunión de la permanente “es política” y no “una mentira” o una “amenaza”.
Recuperar la confianza
Al margen de las amenazas sobre una ruptura eventual de los puentes con Moncloa, el líder de Junts ha reivindicado que el primer paso para encauzar la situación pasa por “recuperar la confianza”. “Lo que no se puede hacer es reconocer que hay un conflicto político e histórico en el acuerdo de Bruselas, que nos pongamos de acuerdo en que hay que resolverlo y que, por otro lado, el mismo partido, cuando gobierna en Cataluña, dice que no existe, que aquí paz y mañana gloria”, espetó.
Lo que sí ha descartado es que una foto con Sánchez en Waterloo solvente la situación. Admite que tendría un “valor simbólico”, pero cree que recuperar la confianza sin necesidad de verse con el presidente del Gobierno es plausible. Insiste en que “ayudaría”, pero siempre y cuando permita desbloquear “los incumplimientos”.
Moción de censura
También ha cerrado la puerta a una eventual moción de censura del Partido Popular con el apoyo de Vox. Una situación que para los juntaires se antoja de difícil digestión y así lo ha verbalizado el propio Puigdemont desde Bruselas. “Creemos que un Gobierno con el apoyo de un partido como Vox es un poco difícil de explicar”, deslizaba, al tiempo que sugería que si el actual Ejecutivo “no puede seguir gobernando” no debería esperar a “una moción de censura”. Sobre esta idea se ha detenido el líder neoconvergente, destacando que cuando se pierde la mayoría en el Congreso hay otras salidas al margen de la herramienta constitucional.
En cualquier caso, Puigdemont ha negado que se hayan reestablecido los puentes con el Partido Popular para la presentación de una moción de censura. “No hay ningún contacto”, ha profundizado el expresident, quien sí insta a Sánchez a que convoque elecciones si no cuenta con la confianza de la Cámara Baja.
Discreción en Ferraz
Era previsible que la comparecencia de Puigdemont levantara ciertas ampollas en la política nacional. Especialmente en el principal partido del Gobierno. Sin embargo, los socialistas apuestan por evitar cualquier declaración grandilocuente mientras parchean la situación. No valoran el anuncio del expresident, precisando que las conversaciones con los independentistas continuarán bajo llave. “Discreción”, resuelven fuentes del partido.
Aferrados a su modus vivendi en tiempos de negociación, Ferraz subraya que en cuanto haya algún acuerdo, lo anunciarán. Hasta la fecha, sin embargo, guardarán silencio y mantendrán fuera del foco las conversaciones con la fuerza secesionista.