El Gobierno se prepara para el 28 de mayo y lo hace en un momento de suma fragilidad. Moncloa mantuvo el tipo con la moción de censura, exhibiendo relativa unidad con Yolanda Díaz en calidad de sastre de la coalición. Pero los remiendos no han resistido la necesidad de Podemos de marcar perfil propio y desligarse de todo argumentario gubernamental. La irrupción de Sumar en el tablero y las urgencias electorales en según qué territorios obligan a los morados a recargar su discurso y elevar el tono de confrontación con el PSOE. En paralelo, buscan el modo de contener el auge de la marca de la vicepresidenta segunda, a la que fuerzan a retratarse y abandonar la zona de confort que ha construido con equidistancia y silencio.

Hace mucho tiempo que las ondas de los socios de la coalición no vibran en la misma sintonía. A medida que se acerca la fecha electoral, PSOE y Podemos han escenificado numerosos choques con luz y taquígrafos. El sólo sí es sí es una buena prueba de ello. Un escollo que ha incrementado la distancia y la discrepancia, elevando sobre manera los niveles de tensión intramuros de Moncloa con un enfrentamiento perenne entre el Ministerio de Justicia y la cartera de Igualdad, bajo la tutela de Irene Montero, del que han salido relativamente indemnes los morados. Al menos así lo entienden en sendas formaciones, pues en Ferraz admiten desde hace un tiempo que el conflicto les ha perjudicado. Un motivo que refuerza el discurso cuasi guerracivilista de un Unidas Podemos que está dispuesto a subir el nivel aún teniendo por delante proyectos importantes tales como Vivienda, la reforma de Llop de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual o la cesta de la compra.

Prácticamente cualquier cuestión está encubierta un espeso manto de disenso, alejado de la unidad que Sánchez y Díaz escenificaron en la moción de censura fallida de Vox. Las heridas no cicatrizan y una vez superada la pugna con la ultraderecha, cada batallón regresa a sus trincheras. Los morados lanzaron un órdago a la grande este mismo lunes, con la incorporación de nueve enmiendas al proyecto de reforma del sólo sí es sí, en consonancia con las presentadas por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y EH Bildu. Toda la presión para un PSOE que apenas tardó una hora en desdeñar públicamente la maniobra de su socio minoritario al entender que sus propuestas “no solucionan el problema”.

Desde Ferraz, la portavoz socialista y ministra de Educación, Pilar Alegría, se encargó de poner cara y voz a la negativa del PSOE. Insistió hasta la saciedad en rueda de prensa que las nueve enmiendas moradas no liquidarían los eufemísticos “efectos indeseados” -los cuales han provocado más de 800 rebajas de condena y en torno a 70 excarcelaciones de agresores sexuales-. Las diferencias son insalvables y desde Igualdad y Justicia se encargaron de representarlo por si no hubiera quedado lo suficientemente claro.

Si bien fuentes del departamento que encabeza Pilar Llop exhiben su “frontal” oposición a las tesis podemitas, en Igualdad exhiben su hartazgo con las “constantes contradicciones” en el argumentario socialista. “Cada día un nuevo argumento”, denuncian a este periódico fuentes próximas al socio minoritario del Ejecutivo, que a su vez entienden el articulado de Justicia como un regreso al 2015 y un perjuicio a un “80% de las víctimas” al reintroducir “la heridita de Llop”. En la otra esquina del ring, Justicia arremete con el “grave error” que comporta afrontar el cambio desde el artículo 180 del Código Penal, en lugar de reformular los preceptos 178 y 179 del mismo. “No cambian nada y abren un camino a penas desproporcionadas en algunos casos”, se quejan desde el entorno socialista.

El no por el no

La coalición ha entrado en una deriva peligrosa, que se angostará a medida que se acerque la fecha electoral y que pone en peligro la supervivencia de articulados clave como la Ley de Vivienda. El texto comporta un compromiso adquirido, fundamental tanto para PSOE como Podemos. Sin embargo, pese a que no se ha registrado ningún frenazo en seco, las conversaciones no avanzan por el puerto deseado. Otro punto de fricción para la colección, que no deja de crecer.

En este punto, prácticamente a cada decisión o paso hacia adelante lo acompaña un acalorado debate interno y ante el calor del foco mediático. La intervención del mercado del alquiler, la propuesta de Podemos para el cambio de hipoteca de tipo variable a otra de tipo fijo, la cesta de la compra, las relaciones con la “dictadura” de Rabat o incluso las citaciones para la comisión Kitchen. Todo ello ensancha la brecha entre los dos socios y congestiona un calendario legislativo que, más que una palanca, amenaza con ser un dique electoral para las expectativas de unos y de otros.

Entre medias, Díaz

La estrategia de choque de Podemos adquiere otra dimensión, pues esta historia de desencanto tiene a Yolanda Díaz como el último vértice del triángulo amoroso. La vicepresidenta segunda del Gobierno, desde que asumió el encargo impuesto por Iglesias, ha reiterado que ella es “libre”. Una máxima que reiteró en la puesta a punto de Sumar en el Magariños, dejando claro que su proyecto estaba exento de “tutelas” externas.

Precisamente esa libertad es la que ha arrinconado a la líder gallega hasta unas posiciones de ambigüedad que ahora Podemos pretende explotar. Díaz se ha puesto de perfil en temas de calado como la propia Ley del sólo sí es sí, navegando entre dos aguas y sin mojarse en sus comentarios en público, asumiendo que su voto irá en la misma dirección que marque el Grupo Confederal, donde no cuenta con un peso específico notorio como para plantear un debate interno.

“Tú, que no te callas”

Todas estas píldoras quedan bien reflejadas en el vídeo que Podemos lanzó el martes para publicitar -a primera vista- la Fiesta de la Primavera. Un extenso clip que, en una lectura más reposada, no hace sino evidenciar esta estrategia de los morados, además de no entenderse en exclusiva como una promoción del gran cónclave podemita de este sábado, sino que pretende ensanchar su impronta de cara a movilizar a su electorado frente a un PSOE servil con el establishment y a una Yolanda Díaz que ha traicionado los principios básicos de la verdadera izquierda; la que se rebela, alza la voz y eleva los decibelios ante las injusticias que vive la calle.

En definitiva, el espíritu del vídeo es precisamente ese, recuperar la esencia del Podemos del 2015 que conquistó a una ciudadanía ignorada por un bipartidismo enclaustrado en su jaula de oro. Desde ahí, cimentan su desconexión con el Gobierno actual, asumiendo como un error aceptar la mano tendida de un PSOE que dibujan de desleal para con el pueblo. La voz de Daniel Guzmán se entremezcla con infinidad de imágenes de personas corrientes, de estampas del 15M que evocan ese regreso a los orígenes que pretenden los morados para un ciclo electoral en el que se juegan el todo por el todo.

Pero, sin duda, Yolanda Díaz se lleva la palma en cuestión de reproches, comenzando por el mismo eslógan: “Tú, que no te callas”. Podemos se desliga de la connivencia socialdemócrata que atribuyen a Sumar y a la vicepresidenta segunda, con recuerdos también a quien años antes tomara un camino similar al suyo: Íñigo Errejón. “Podemos es Ione Belarra, diciendo que Juan Roig es un capitalista despiadado, pero si Ione pudo decir eso es porque un jubilado gritó él solito en su centro de salud que Ayuso es una corrupta”. Directo a la mandíbula de Díaz, quien en su día evitó el cuerpo a cuerpo con el gran mogol de Mercadona, entre otros recados.