Este miércoles, a mediodía, saltaba la sorpresa: el actual líder del Partit del Socialistes de Catalunya (PSC), Miquel Iceta, será el próximo presidente del Senado y sustituirá a Pío García Escudero, del Partido Popular, que llevaba afincado en el cargo desde la llegada al poder de Mariano Rajoy. Un anuncio que se ha fraguado en el más absoluto secreto entre el dirigente catalán y el presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez. Tanto que, tras despejarse los fuegos artificiales del asombro, se abre una duda importante: ¿Quién liderará el PSC?

El fichaje de Iceta tendrá una primera consecuencia paradójica. Para ser presidente de la Cámara, antes tendrá que ser elegido senador y no ha sido así en estas elecciones generales. La única vía que queda es que sea elegido por designación autonómica, es decir, por el Parlament de Cataluña. Y para eso, antes tiene que salir otro senador, en este caso José Montilla, el que fuera presidente de la Generalitat con el PSC, el cargo al que hasta ahora aspiraba Iceta.  

Resuelto el problema del hueco en el Senado, falta resolver qué pasará con el vacío que Iceta deja en el PSC en un momento dulce para los socialistas catalanes. En la práctica, Iceta podría seguir ejerciendo de primer secretario del PSC mientras es presidente del PSC, aunque este tipo de bicefalias no son del agrado en el PSOE. Pero, incluso en ese caso, lo que parece del todo inviable es que vuelva de presidente del Senado para intentar ser presidente de la Generalitat en un nuevo asalto electoral. Más aún, cuando esta posiblidad parece cercana. La pésima relación entre JuntsXCat y ERC, que aspira a arrebatar por fin la hegemonía del independentismo a los convergentes, amenaza con elecciones cercanas en Cataluña, quizás en otoño.

Esto pillaría al PSC con el pie cambiado en uno de sus mejores momentos de los últimos años. Tras varias años perdiendo músculo, inmersos en el fuego cruzado entre independentistas y nacionalistas españoles, los últimos resultados en las generales han devuelto las sonrisas al Casal Joan Reventós, la nueva sede. En 2011, aportaron 14 escaños con 922.547 votos al cómputo socialista, pero en 2015 quedaron terceros con 8 diputados y menos de 600.000 votos. En la repetición de 2016 bajaron a 7 escaños y perdieron 30.000 votos más. Pero en estas elecciones, el PSC aporta 12 diputados a Sánchez y roza el millón de votos, con 958.343 papeletas.

Entre los socialistas catalanes, el silencio es absoluto. Pero es inevitable volver la vista hacia Meritxell Batet, una de las mujeres fuertes de Pedro Sánchez en el Ejecutivo y quien ha ganado protagonismo en el PSC al encabezar la candidatura al Congreso de los Diputados por Barcelona y protagonizar infinidad de actos junto a Iceta. Fue la número dos de Sánchez en la lista por Madrid en las elecciones de 2015 y quien lideró las negociaciones, luego fracasadas, para conformar un gobierno al margen de Mariano Rajoy. En la nueva etapa, es la ministra de Política Territorial y Función Pública y una de las caras visibles en el diálogo con los independentistas catalanes.

Otro de los nombres con varias papeletas es otra Nuria Marín. Es la alcaldesa de Hospitalet de Llobregat desde 2008, tras sustituir a Celestino Corbacho. Sería el recambio natural, pues ejerce de adjunta a Iceta en la Primera Secretaría del PSC. Además, tiene el cargo que rechazó Parlón en Ferraz y es secretaria de Cohesión Social e Integración en Ferraz.

Sin embargo, las anteriores posiblidades cuentan con la desventaja de no ser diputadas en el Parlament de Catalunya. Si acudimos al grupo parlamentario que encabeza Iceta, encontramos como su número dos a Eva Granados, con nueve años de experiencia parlamentaria a sus espaldas, los cuatro últimos como portavoz del PSC. Además, en la cúpula del partido ejerce de secretaria de Política Institucional, Económica y Social. Y a su favor suma experiencia en UGT, donde estuvo en el Secretariado Nacional durante ocho años, y su pertenencia al patronato de la Fundación Rafael Campalans, lo que le da un cariz ideológico muy marcado.

Una terna de candidatos para suplir la incógnita que se ha instalado en el partido catalán pero que arroja una posible certeza: por primera vez, parece que el PSC lo liderará una mujer.