Es sólo la precampaña, pero ya andan muy calientes las bocas... En un mitin del PP en Madrid, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, por una vez y sin que sirva de precedente, se pusieron de acuerdo en no atacarse entre ellas, y buscaron un enemigo común, Manuela Carmena. Pero el tercer invitado a la fiesta popular, que por cierto tiene mucho papel en cómo va a ser la campaña del PP, Pablo Casado, cambió de tiro: el prefirió apuntar a Ciudadanos.

Casado sosteniendo la mano de Cifuentes mientras critica a Ciudadanos... Ni pagado, ni agradecido. Foto EFE



Incluso se había trabajado y mucho su metáfora. Quería vender, lo que parece que va a ser una de las claves de la campaña 'popular', el llamado 'voto útil'. Y echó mano de esta figura, con el billar como tema: "Hay que meter la bola azul, porque a lo mejor dando a la bola naranja se acaba metiendo la bola roja o negra".

La carambola ésta es la que pone de los nervios al PP  en realidad. Que 'sus' votantes desilusionados, según las últimas encuestas son varios millones que podrían desertar y concretarse en la pérdida de hasta 60 diputados, se vayan al partido de Albert Rivera. Pero con comentarios como ése podría también apuntarse que Casado cava su tumba. Y es que precisamente es esa bola, la naranja, la única posibilidad que pueden tener los populares de no irse por el hoyo, por seguir con el símil de billar.

Y para saberlo, y aquí lo sorprendente del atrevimiento y la ingratitud de Casado, no tenía el favorito de Rajoy más que mirar a su lado, donde estaba, como decimos, Cristina Cifuentes, que gobierna, precisamente, por la complicidad de Ciudadanos, que la mantiene en el poder.