Luis Rubiales está contra las cuerdas. El presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) arrastraba polémicas que tienen que ver con los ‘pelotazos’ por la Supercopa de nuestro país junto a Gerard Piqué, orgías pagadas con dinero de la entidad, acoso laboral y otros exabruptos en los que se le ha acusado y que ha salido airoso. Ahora, tras el beso a la futbolista Jennifer (‘Jenni’) Hermoso, todos esos fantasmas sobrevuelan en el ambiente de la entidad y quién sabe si podría ser la última de la que el máximo responsable de la misma se libra.

Según la Cadena Ser, Rubiales no tiene intención de dimitir y espera recibir el apoyo de parte de la Asamblea General Extraordinaria del próximo viernes convocada con carácter urgente. Sin embargo, la presión que hay sobre su figura es muy alta, hasta el punto de que probablemente estemos hablando del ejemplo más claro dentro del balompié nacional en el que una cuestión social no se queda en la crítica de la calle.

Uno de los puntos más claros de inflexión llegó el pasado martes, cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibió a las campeonas del mundo en el Palacio de La Moncloa. Ahí ya se pudo apreciar el semblante serio entre ambos. Un gesto, si no torcido sí demasiado formal después de la hazaña conseguida en Australia que se tradujo en un mensaje muy contundente en rueda de prensa: lo ocurrido es “inaceptable” y las disculpas, “insuficientes”.

Ya por la tarde, Sumar interponía una denuncia por infracción grave ante el Consejo Superior de Deportes (CSD), dependiente del Ministerio y con capacidad para inhabilitar a una persona para ejercer su puesto en instituciones deportivas si ha cometido infracciones muy graves, ateniéndose a la ley del deporte. En el texto, la formación de Yolanda Díaz señala que el presidente de la Federación cometió un acto que “podría calificarse de agresión sexual”, por lo que solicita que sea apartado del cargo y “que se ponga en marcha el protocolo de actuación frente a la violencia sexual”.

No ha sido la única denuncia que ha llegado en las últimas horas. El árbitro de Primera División, Xavier Estrada Fernández, también ha elevado a los responsables deportivos un documento en el que alega que el beso es “inaceptable”, “inadmisible” y “bochornoso”. El colegiado de VAR, que también ejerce la acusación en el caso Negreira, asume que Rubiales ha ejercido “un evidente abuso de autoridad” y recuerda que el protocolo de la Federación contra la violencia sexual contempla como tal en uno de sus puntos “besar a la fuerza” a una deportista.

Y una tercera denuncia ha recaído sobre el presidente de la RFEF; la de Miguel Ángel Galán, presidente del Centro Nacional de Formación de Entrenadores de Fútbol (Cenafe) y afiliado a la entidad. En su caso, acusa a Rubiales de “incumplir” la ley 39/2022 del Deporte por el “acto sexista”. “Según la Disp (osición). Final 1ª de dicha ley, ‘se trata de un acto sexista intolerable en el deporte”, subraya a la vez que vuelve a mencionar el protocolo.

En la cuerda floja

El CSD tiene la capacidad de trasladar las denuncias al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD). No lo hizo en otras ocasiones como el Supercopafiles, pero habrá que esperar para ver si da o no el paso en la presente ocasión, algo que no es para nada descartable si se tiene en cuenta además que el gobierno en funciones encuentra en la violencia de género una de sus principales banderas.

Y si esto fuera -no es el caso- insuficiente, hay otras derivadas que pasan por el bochorno internacional y la imagen que Rubiales ha emitido de España al mundo con este tipo de comportamientos, reiterados en el tiempo y, más concretamente en la final, pues también en Sídney se llevó la mano a la entrepierna para celebrar la victoria en presencia de la reina Letizia, la infanta Sofía y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino.

Disculpas escasas y presiones a ‘Jenni’ Hermoso

El presidente de la RFEF se grabó un vídeo pidiendo disculpas por el beso, pero bastante matizado y después de haber insultado abiertamente a quienes criticaron la imagen. “Hay un hecho que tengo que lamentar y es todo lo que ha ocurrido entre una jugadora y yo, con una magnífica relación entre ambos, al igual que con otras, y donde, pues seguramente, me he equivocado. Lo tengo que reconocer, porque en un momento de máximo efusividad, sin ninguna mala intención, sin ninguna mala fe, ocurrió lo que ocurrió, de manera muy espontánea, sin mala fe por ninguna de las dos partes”, comenzaba diciendo.

“Aquí no se entendía. Lo veíamos algo natural, normal, y para nada con ninguna mala fe. Pero fuera parece que se ha formado un revuelo. Desde luego, si hay gente que se ha sentido por esto dañada, tengo que disculparme, no queda otra”, añadía.

Por su parte, la jugadora destacaba en el vestuario tras el pitido final que “no le había gustado”. “Pero yo, ¿qué hago? ¡Mírame!”, decía a sus compañeras. Después quitó presuntamente hierro al asunto con el siguiente entrecomillado: “Ha sido un gesto mutuo totalmente espontáneo por la alegría inmensa que da ganar un Mundial. El presi y yo tenemos una gran relación, su comportamiento con todas nosotras ha sido de diez y fue un gesto natural de cariño y agradecimiento. No se puede dar más vueltas a un gesto de amistad y gratitud, hemos ganado un Mundial y no vamos a desviarnos de lo importante”.

La declaración, según Relevo, nunca fue pronunciada por Hermoso, a quien además el seleccionador, Jorge Vilda, y el propio Rubiales habrían presionado para que saliera en el vídeo restando importancia a lo sucedido, algo a lo que ella se habría negado.