Siete años después, el Congreso de los Diputados vuelve a celebrar el Debate del Estado de la Nación. Mucho ha cambiado desde la última cita, incluso en los últimos meses. Alberto Núñez Feijóo preside ahora el Partido Popular, tras la traumática defenestración de Pablo Casado. Y hoy ocupará ese escaño en calidad de senador invitado, pero es imposible que tome la palabra y tendrá que ser Cuca Gamarra, la secretaria general popular, la que dé la réplica a Pedro Sánchez. A cambio, la bancada del PP le ha recibido con una cerrada y entregada ovación. Aplausos que el grupo socialista ha devuelto, en un duelo sonoro, a Sánchez, el último en entrar en la Cámara.

De hecho, Pedro Sánchez es el único de los líderes de aquel lejano 2015, en que se celebró el Debate del Estado de la Nación por última vez. Entonces, Mariano Rajoy era el presidente del Gobierno, en primera legislatura y con mayoría absoluta. En la cámara ni siquiera estaban Albert Rivera al frente de Ciudadanos ni Pablo Iglesias liderando Podemos. Y Santiago Abascal era el líder de un partido fundado en 2013 ya radical, pero marginal y que aún no se había presentado a las elecciones. Aún así, tardaría en llegar al Congreso y en las siguientes elecciones, las generales de 2015, Vox consiguió 57.733 votos.

Un Pedro Sánchez resurgido de las cenizas

De las principales figuras de aquellos días solo queda Pedro Sánchez, en una nueva imagen ilustrativa de su Manual de Resistencia. De hecho, poco tiene que ver aquel Sánchez con el de ahora. En 2015, Sánchez era un recién llegado a la Secretaría General del PSOE. Después de aquel debate, vendrían las elecciones de diciembre de 2015, y su investidura fallida tras llegar a un pacto con Ciudadanos, pero no conseguir el apoyo de Podemos. Luego llegaría la repetición electoral de 2016, su “no es no” a Rajoy y su posterior dimisión el 1 de octubre en un histórico Comité Federal que dio paso a una gestora.

Sánchez volvería de entre las cenizas y se impondría al aparato y a Susana Díaz en unas primarias como nunca se habían visto en el PSOE. Y llegaría al poder en una moción de censura que echó a Mariano Rajoy del poder. Tras ello, ha gobernado en tres legislaturas diferentes y ha triunfado en dos elecciones generales, ambas en 2019.

La defenestración de Casado

En todo ese tiempo, el PP se ha refundado dos veces: con un Congreso Extraordinario del que salió victorioso Pablo Casado, aprovechando la guerra civil entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Y Casado se iría, fruto de otro conflicto fratricida con Isabel Díaz Ayuso, en un proceso nocturno y traumático que recordó a aquel Comité Federal del PSOE de 2016 que no terminó de matar políticamente a Sánchez.

Ahora, Feijóo lidera el partido, pero sin el foco del Congreso de los Diputados. El gallego dejó su tierra natal, donde reinaba más que gobernar, y cogió un atajo para llegar al Senado y confrontar, de pascuas a ramos, con Sánchez. Ese escaño en la Plaza de la Marina le permite hoy sentarse en la Carrera de los Jerónimos, en la silla que dejó Pablo Casado, pero no le da voz y tendrá que ejercer de líder silente frente a un presidente del Gobierno sin límite para hablar ante la Cámara. Por primera en 39 años, y tras 25 debates del Estado de la Nación, el líder de la oposición no podrá hablar y se tendrá que conformar con escuchar. Escuchar, para empezar, el baño de aplausos con el que sus diputados le han reconfortado.