España despide 2021 de forma agridulce: la vacunación produce una novedosa sensación de confort, fruto de la comparativa entre los estragos que está causando ómicron en los negacionistas y los que, por el contrario, han decidido confiar en la ciencia y plegarse a los plazos de vacunación impuestos por el Ministerio de Sanidad. Sin embargo, las restricciones en algunas comunidades autónomas, los test de antígenos positivos que acechan en el entorno cercano y la sensación de que el fin se vislumbra más lejano de lo que se preveía en origen, vuelven a protagonizar unas fiestas en las que cada mesa cenará acordándose de los que no están, bien sea por cercanía con el virus, por pura precaución o por las dificultades que acarrea volver a casa a tiempo con un amenazante toque de queda.

En cada familia se debatirá sobre el sentido que tiene imponer las mascarillas mientras se reduce el tiempo de cuarentena en positivos y se quita confinamiento alguno a los contactos negativos, pero se hará, en muchos casos, como bien pueden acreditar las farmacias que experimentan colas de gente con legañas y cara de sopa, con un test de antígenos bajo el brazo. El autocuidado, lo llaman. La negativa a dotar de un presupuesto acorde a las necesidades poblacionales a la atención primaria, recordarán los más puestos en la materia. Igual da. Doce campanadas, doce uvas y a pedir a 2022 que dé un respiro en la línea de flotación de un país que sigue pendiente de ver la luz al final de un túnel demasiado prolongado en el tiempo.

Nuestro país se acostará este año con otra nochevieja a sus espaldas y se levantará, muy probablemente, con menos resaca de lo que le gustaría. Además lo hará con un panorama político similar al del año pasado: con elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina- en 2021 fueron las catalanas y en 2022 serán las de Castilla y León-. Poco después le tocará el turno a Andalucía, cuna de Vox y escenario de un plebiscito que se prevé cómodo para un Juan Manuel Moreno Bonilla que, como hicieran Ayuso y las encuestas vaticinan que hará Mañueco, desea limpiar a Ciudadanos del mapa y erigirse como antídoto frente al socialismo.

La maquinaria de los partidos está engrasada. El balance realizado a 2021 es dispar si atendemos al diagnóstico de cada pieza del tablero: Pedro Sánchez saca el libro de estilo y marca en verde las promesas cumplidas, Casado se presenta como el legítimo presidente del Gobierno por lo que marcan las encuestas, Yolanda Díaz confía en dar un paso adelante en su estructura de partidos a la izquierda del PSOE, Santiago Abascal empieza a pedirse ministerios amparado por las mismas encuestas que su viejo partido y Ciudadanos propone, tarde y mal, un cambio de rumbo que no pase por ser muleta de quienes no dudan en traicionarles para copar más poder.

Mientras tanto, en lo sanitario, cifras y más cifras: las de contagios, disparadas; las de ingresos hospitalarios, más halagüeñas. Con buen tino, el Ministerio de Sanidad ha dado un respiro a los españoles y este 31 de diciembre no actualizará su informe. No lo hará hasta el próximo lunes, día 3 de enero. Las últimas, más de 160 mil contagios y una incidencia acumulada que no merece la pena nombrar, no vaya a ser que algún despistado se atragante con el vino.

Las económicas son mejores, si atendemos al Gobierno: la ocupación crece, el paro baja, la recuperación económica es positiva y la previsión de crecimiento aún mejor. En el lado opuesto, el kilowatio hora, el incremento de los precios de la gasolina y de los productos en el supermercado. 2022 decidirá el resto. Igual que debe decidir si esta pandemia remite, como auguran ciertos expertos que aprecian en ómicron una inmunización global sin daños reseñables. Cualquiera se pone a apostar…