Si el PSOE hubiera decidido apoyar a un gobierno del PP quedaría en las raspas. Si hubiera decidido aliarse con Podemos duraría lo que una pizza alrededor de diez jóvenes.

Si hay algo que ha podido quedar claro tras las segundas elecciones del 26J es que los españoles han querido al PSOE en la oposición. Y hacen bien sus dirigentes en poner en práctica ese mandato. Es lo suyo porque, oigan, la socialdemocracia vivirá en España con una u otra sigla pero en unas siglas más que en otras.

Los españoles han colocado al PSOE de Pedro Sánchez ante la posición más difícil y aún contradictoria. Porque si es un hecho cierto que el socialismo no puede apoyar al centro derecha participando en un gobierno o posibilitándolo no lo es menos que la ciudadanía no puede percibir la idea de que están bloqueando la situación.

Oposición

Como escribía anteriormente la oposición es el lugar indicado para el PSOE. Pero, claro, para que exista oposición a un gobierno tiene que haber gobierno. ¡Difícil! El socialismo ha gobernado en España 22 años y tiene vocación de vuelta. Esto es la moderación es su lugar preeminente se mire por donde se quiera.

Si diera el apoyo explícito o implícito al PP se consumiría en su propia salsa; pero si da pié a los de Pablo Iglesias -eso sí que se ha convertido en un inmenso carajal- es muy posible que la “campana” de la que habló Susana Díaz en el reciente Comité Federal no volverá a salvarlos en el último segundo.

La izquierda española quiere, en efecto, una oposición. Pero el conjunto de los españoles desean un gobierno no porque tengan especial confianza en que les resuelva sus problemas sino porque es la normalidad institucional y democrática lo que se anhela.

El lider

Tras la reciente reunión del máximo órgano del PSOE entre congresos ha quedado en una nebulosa la vida política de su actual líder. No ha cosechado buenos resultados pero Sánchez utiliza con mucha habilidad las circunstancias críticas en las que chapotea el país y el propio partido. Los que han vuelto a enterrar a Pedro antes de que estirara la pata tendrán que volver a envainársela. Y van seis.

Si el secretario general y su equipo no han demostrado capacidad para ganar las elecciones no lo es menos que dentro de la formación tampoco existe la fuerza para barrerle en Ferraz. Esta es la situación.

Compleja, incierta y ciertamente alarmante.