La izquierda se enroca en el 'no a la guerra' ante el rearme de Sánchez
Tras concluir la primera intervención de cada uno de los portavoces de los grupos parlamentarios, Sánchez constata que las fuerzas de izquierdas no van a pasar por el aro esta vez. Al menos no de primeras. Gabriel Rufián ha liderado la respuesta de los partidos a la izquierda del PSOE, esbozando un marco argumental que pivotaba sobre el cinismo europeo y la necesidad de que el progresismo quiebre la losa que le impide entrar en el debate del gasto militar.
El portavoz republicano rompía las barreras de la izquierda mientras abría la puerta de par en par a vencer y convencer en la batalla por el relato. Porque a su juicio, redoblar la inversión en gasto militar no es garantía de un blindaje frente a la amenaza exterior. Rufián, que ha encarnado el 'no' a incrementar las partidas de Defensa y Seguridad, urge al Ejecutivo a destinar tales esfuerzos a "gastar mejor" el montante destinado a tales asuntos. "La izquierda tiene que hablar y legislar sobre ello", apostillaba el de Santa Coloma.
Misma espada blandieron sus socios de EH Bildu, cuya portavoz parlamentaria, al igual que Rufián, entonaba un canto contra la OTAN y la identificaba como un problema, separándose del discurso predominante en el Ejecutivo. También Sumar, con mayor o menor contundencia, ha exhibido su rechazo a las tesis del socio mayoritario de la coalición. Ni las garantías de Sánchez, que se ha comprometido a no tocar un "céntimo" de las partidas sociales o medioambientales", han despertado simpatías entre los magentas. Tampoco entre sus emisarios en el Consejo de Ministros, que ni siquiera correspondían con protocolarios aplausos los guiños del presidente.
En consecuencia, tras esta primera mitad del debate monográfico, el presidente no ha conseguido encandilar a sus socios. Tampoco suavizar el clima disonante, pues el 'no a la guerra' ha sido la tónica preponderante en el turno de réplicas. No obstante, proclamas antiatlantistas aparte, no pone en peligro los planes del Gobierno, pues no tiene pensado someter a votación el gasto militar y, por lo tanto, no necesita su apoyo para sacarlo adelante.